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Los niños utilizados como armas

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El niño avanzó solo hacia la calle en la que se celebraba un casamiento. Dos hombres lo habrían llevado hasta la cuadra anterior y luego lo siguieron con la vista. Cuando estuvo en medio de la multitud festiva, estalló causando una masacre.

Posiblemente, no fue él quien detonó los explosivos adosados a su cuerpo. Es probable que la detonación haya sido accionada a distancia, mediante un control remoto o un teléfono, por los hombres que llevaron al niño-bomba.

El novio es un dirigente del Halkarin Demokratik Partisi (HDP), la fuerza política del Kurdistán turco que apoya a las milicias kurdas que luchan contra ISIS en territorio sirio e iraquí, y que mantienen la autonomía fáctica de Rojava, el protoestado socialista kurdo en el noreste de Siria.

Si se confirma que al niño lo llevaron hasta metros de la cuadra del festejo dos mayores, entonces no habría sido un kamikaze, sino otro de los muchos niños que murieron junto a padres y parientes en ese atentado perpetrado en Gaziantep, ciudad kurda del sur de Turquía. No es la primera vez que el terrorismo ultraislamista se vale de niños. Unicef contó casi medio centenar de casos en Chad, Nigeria y Camerún durante el año 2015, mientras que, en Irak, el sunismo radical usó niños bomba en varias oportunidades y la agencia oficial, Al-Maloma, señaló el año pasado que ISIS ya había preparado a 217 niños para detonarlos contra multitudes.

No es el único fanatismo que usa como arma a la niñez. A mediados de la década del setenta, el Khemer Rouge hizo que miles de niños ejecuten parte del exterminio perpetrado en los campos de concentración camboyanos. Y en 1994, el régimen hutu de Rwanda usó también mano de obra infantil para ejecutar el genocidio contra la etnia tutsi.

La diferencia es que el niño-bomba que estalló en un casamiento kurdo, pudo haber sido detonado a distancia. Pero no es una diferencia fundamental. Todos los niños son víctimas cuando se los convierte en armas, sean o no quienes jalan el gatillo, descargan el machete o detonan el explosivo. Para la nación kurda, golpeada por ISIS, por el gobierno de Erdogán y por el ejército de Al-Asad, los niños son el límite que nadie debe atravesar.

En la leyenda sobre el origen del milenario pueblo que se extiende entre los montes Taurus, Zargos y Elburz, un herrero kurdo llamado Kawa se levantó contra el rey Zohak, para salvar a sus dos hijos del cruel monarca asirio que alimentaba sus serpientes con niños.

La hazaña de Kawa y su legendaria rebelión, liberó a los kurdos de la esclavitud.

LA BITÁCORA

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