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A 20 años del asesinato que marcó el fin de ETA

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Miles de españoles despidieron a Miguel Ángel Blanco en 1997. Foto: AFP
(FILES) This file photo taken on July 14, 1997 shows the coffin of Miguel Angel Blanco, allegedly assassinated by the Basque independantist movment ETA, arriving at the church of his native city of Ermua, northern Spain. / AFP / DOMINIQUE FAGET FILES-SPAIN-ETA
DOMINIQUE FAGET/AFP

España recuerda a Miguel Ángel Blanco, concejal del PP.

España conmemoró ayer lunes el 20º aniversario del secuestro y asesinato del concejal Miguel Ángel Blanco a manos de ETA, un caso que conmocionó al país y que marcó un giro en la lucha contra la organización terrorista vasca, ahora desarmada.

Unos 80 actos están previstos hasta el jueves 13, cuando se cumplirá el aniversario de la muerte de Blanco, entonces un joven concejal de 29 años del Partido Popular (PP) en la localidad vasca de Ermua.

"Recordar a Miguel Ángel Blanco (...) es recordar esa movilización ciudadana, es recordar esa concienciación cívica y democrática en la lucha contra el terrorismo", dijo su hermana María del Mar en un homenaje en la sede nacional del PP en Madrid.

"Miguel Ángel Blanco está no solo en el recuerdo, en la cabeza y en la mente de quienes somos miembros del Partido Popular, sino de todos los españoles", añadió Mariano Rajoy, presidente del gobierno y del PP, presente en el homenaje al concejal.

El concejal Blanco fue secuestrado el 10 de julio de 1997, nueve días después de otra imagen desgarradora: la de la liberación del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, demacrado y con una espesa barba tras más de 500 días secuestrado.

Poco después del secuestro de Blanco, ETA dio un ultimátum de 48 horas al gobierno de José María Aznar, para que aceptara la reagrupación en el País Vasco de sus presos dispersos por toda España. Sin embargo, el ultimátum se encontró con el rechazo en bloque del ejecutivo y también de la sociedad, lo que significó "el principio del fin" de ETA, como resumió ayer lunes María del Mar Blanco.

Seis millones de personas se echaron a las calles de toda España para exigir su liberación y luego condenar la muerte de Blanco. En Bilbao, medio millón lo hizo a cuatro horas de la expiración del plazo, en una manifestación sin precedentes en el País Vasco. La gente gritaba en las calles consignas como "sin pistolas no sois nadie" o "ETAkamporá" (ETA fuera) y en el País Vasco los manifestantes atacaron las sedes de Herri Batasuna, el brazo político de la banda.

Especial relevancia tuvieron las manifestaciones en el pueblo natal de Blanco, Ermua, una pequeña localidad vasca, que dio nombre al llamado "espíritu de Ermua", como se conoció a la movilización ciudadana contra la banda terrorista. Rajoy subrayó ayer que el "espíritu de Ermua" supuso "un cambio muy importante" en la visión que se empezó a tener de las víctimas y en la lucha contra ETA.

De esos días quedan las imágenes de los lazos azules que simbolizaron la petición de libertad del concejal del PP y las miles de manos blancas en alto, en señal de paz, que habían aparecido un año antes tras el asesinato del expresidente del Tribunal Constitucional, Francisco Tomás y Valiente.

Finalmente, tras 48 horas manteniendo al país en vilo, ETA cumplió su amenaza, pegándole dos tiros en la cabeza a un Miguel Ángel Blanco maniatado en un descampado a las afueras del pueblo vasco de Lasarte. El joven fue hallado agonizante por unos vecinos y falleció en el hospital en la madrugada del 13 de julio.

"Mucha gente que había aguantado calladamente se da cuenta de que ya no puede seguir callándose" ante los crímenes de ETA, recuerda el político y economista vasco Mikel Buesa. El caso de Blanco tuvo efectos en la estrategia antiterrorista, añade Buesa, cuyo hermano Fernando, político socialista, fue asesinado por ETA en el año 2000.

Y es que si hasta entonces la estrategia consistía en "debilitar a ETA para obligarla a negociar" su rendición, a partir del crimen de Blanco el objetivo pasó a ser la derrota de la banda en el campo armado y político, esto último con la ilegalización en 2003 del partido Batasuna, su brazo político.

Tras el secuestro de Blanco, ETA siguió matando, aunque el crimen levantó críticas entre sus filas. Asfixiada mientras tanto por las operaciones policiales en España y Francia, el 20 de octubre de 2011 anunció el fin de 40 años de lucha armada, en los que se le atribuye la muerte de 829 personas.

El 8 de abril dio un nuevo paso, anunciando su "desarme total" con la entrega a la justicia francesa, a través de intermediarios, de una lista de ocho depósitos de armas y explosivos en Francia. Ahora, los presos de la organización, unos 300 dispersados por cárceles españolas y francesas, debatirán una posible disolución.

Hoy la hermana de Blanco preside la Fundación Víctimas del Terrorismo. En sus recuerdos tiene grabada aquella "marea humana" que invadía las calles, la imagen del País Vasco gritando "libertad".

María del Mar recuerda "el cariño y la solidaridad, el hartazgo y cómo la gente se quitó ese velo de miedo" y que resume con el grito de "aquí tienes mi nuca" que coreaba desafiando a ETA.

Los asesinos de Miguel Ángel Blanco

Los etarras autores del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco fueron Javier González Gaztelu, Irantzu Gallastegi y José Luis Geresta. Los dos primeros fueron detenidos tres años después del asesinato y cumplen condena de decenas de años. Geresta se suicidó en 1999. El responsable político fue Mikel Antza, detenido en 2004. Su detención fue clave para la lucha antiterrorista porque, según la Guardia Civil, era responsable de la estrategia de "socialización del sufrimiento" y tenía un potente arsenal. Está encarcelado en Francia. Su sustituto, Javier López Peña, protagonizó la decadencia definitiva de ETA y murió en prisión en 2013.

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Miles de españoles despidieron a Miguel Ángel Blanco en 1997. Foto: AFP

UN MOJÓN EN LA LUCHA

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