Solo silencio. Pasadas las 15 horas del lunes ni un ruido se siente en el lugar donde este fin de semana, en la primera fecha del Clausura, la violencia se adueñó otra vez de lo que debió ser una fiesta.
En las inmediaciones del Tróccoli no hay más que una madre jugando con su hijo. Dentro del estadio también está casi vacío, a no ser por un trabajador del área de mantenimiento que se limita a decir que "ya se fueron todos" y que a las 10 de la mañana retiraron los dos baños químicos, único saldo material de los disturbios (al menos dentro de la cancha, en las inmediaciones varios autos fueron destruidos por la barra brava de Cerro).
"Acá los líos son en los partidos, después está tranquilo", dice el hombre, que invita a El País a mirar la cancha por la ventana, para ver que nada está roto. También se presta a señalar que los violentos son pocos, son los que se instalan en la tribuna Chile, y que según fuentes de la AUF pertenecen a la zona de Cerro Norte que fue tomada por grupos narcotraficantes.
“Los líos son en los partidos”