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El viento

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El año que acaba de alumbrar no será fácil. Los que saben aseguran que Brasil no traerá buenas noticias. Que Argentina parirá con dolor hasta alcanzar la normalidad tan postergada. Que los precios de los commodities seguirán abajo. En síntesis, que la región y el mundo dejarán de jugar para nosotros.

Dicen que en Uruguay el dólar seguirá en alza. Que el desempleo seguirá creciendo. Que habrá que esforzarse mucho para evitar que la inflación supere la barrera del 10%. Que no será una crisis, pero que el temblor se sentirá fuerte.

Cuando se creció, y a gran ritmo, no fue todo "viento de cola". Hubo muchas cosas que se hicieron bien. Del mismo modo, tampoco ahora toda la responsabilidad de lo que ya estamos viviendo y de lo que vendrá es de nuestros vecinos. O de China. O de Estados Unidos. O de Macri. O de Dilma. O del cambio en la dirección del viento.

Hay cosas que debimos hacer en tiempos de vacas con sobrepeso, y que no hicimos. Peor aún, hicimos todo lo contrario. Y aquellos errores y horrores, hoy se pagan.

¿Ahorramos algo en la década de mayor bonanza de nuestra historia? Nada. Por el contrario, no sólo nos gastamos todo, sino que gastamos mucho más de lo que nos entró. Por tanto, lejos de generar ahorro, generamos deuda. Más y más deuda. ¿Usted haría eso en la administración de su casa? ¿Verdad que no?

Acá se gastó todo. Y más que eso. Se dijo que sí a todo y a todos. Se prometió lo que no se tenía. Y eso nos llevó a un déficit fiscal importante. ¿Se entiende? Cuando más dinero nos entró, más gastamos y más nos endeudamos. ¿Qué podíamos esperar que sucediera cuando el viento cambiara y nos entrara menos dinero? Lo mismo que pasaría en su casa. Problemas.

¿Aprendimos de los errores? Ni un poco. El gobierno de Vázquez envió en agosto al Parlamento su proyecto de Presupuesto para el quinquenio. Fue un presupuesto irreal. Presumió que el país crecería este año 2,5%, que la recaudación fiscal andaría bien y que los astros se alinearían a nuestro favor. En agosto ya se sabía que eso no sucedería. Pero se siguió adelante. El mes pasado aprobaron un Presupuesto que asegura recursos que no existen. Y todos tan campantes. De algún lado saldrá la plata. ¿Más deuda? ¿Más impuestos? Ya nos enteraremos.

¿Qué hace usted, en su casa, cuando la cosa se complica? Gasta menos acá, bastante menos allá y recorta esto o lo otro. ¿Qué hace el gobierno? Mantiene su gasto proyectado y ve quién va a pagar la cuenta. ¿El que viene atrás? ¿O el contribuyente? Pero de recortar, de ajustarle el cinturón al Estado, nada. Faltaba más.

Lo que no hicimos cuando podíamos y debíamos hacerlo, hoy nos pesa. No podemos volver atrás y cambiar esas malas decisiones, que ahora cuestan tan caro.

¿Es mucho pedir que, de ahora en más, nuestros gobernantes comiencen a manejar los dineros de todos con un poco más de responsabilidad en lugar de seguir gastando a cuenta y de comprometer lo que no tienen?

¿Verdad que no?

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La Columna de Pepepreguntón

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