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La vida en un refugio que la tragedia convirtió en hogar

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Los voluntarios clasifican ropa y alimentos para los afectados del tornado de Dolores. Foto: F. Ponzetto.

La mayoría de las familias desplazadas están en un gimnasio; hay 70 niños.

El alcalde de Dolores, Javier Utermark, calcula que entre 6.000 y 7.000 personas fueron golpeadas por el tornado del viernes 15. "Se afectaron 150 manzanas, unos 1.000 hogares, y en cada uno, de familias muy humildes, viven entre seis o siete personas", razona. En el improvisado refugio que se armó en el estadio cerrado Carlos Magnone hay 120, entre ellas 70 niños. El resto se ha quedado en sus casas, ya sea porque los daños no son tantos o temen que les roben.

El estadio es una cancha de básquetbol y una de las gradas laterales se utiliza para poner la ropa recibida en donaciones. Se separa por grupos: mujeres, hombres y niños. La parte de niños, incluso, está fraccionada por edades.

La mitad de la cancha está ocupada por grandes bolsas de ropa aún no clasificada y por largas hileras de zapatos, ordenados por talle. También hay colchones y pañales. Del otro lado, donde debería estar la otra grada, se hizo un improvisado telón para darle intimidad al consultorio médico.

Laura Pereira es pediatra, la mandaron a ella por la alta densidad de niños. Aunque está en su primer día, advierte que "los que consultan más son los adultos".

La enfermera Margarita Texeira fue trasladada allí desde el Hospital de Clínicas el domingo, y dice que la mayoría de las consultas son "por presión, dolor de cabeza y glicemias descompensadas por la angustia".

El consultorio es una mesa con dos sillas de plástico, una camilla y decenas de bolsas con medicamentos. "Es una primera atención. Si hay que pasar un suero van al hospital. Ahora vamos a trasladar a una nena que tiene fiebre", cuenta Laura.

A Raúl Pérez, de 86 años, lo acaban de atender. Cuando el tornado sorprendió a la ciudad de Dolores, él intentó contener el viento que arrasaba su casa presionando la puerta. Pero el viento ganó y le dejó algunas heridas: en la cara, en la mano y en la cintura. "Cuando quise acordar la puerta de mi casita se me vino arriba. Me sacaron de apuro, estoy deseando que se componga el tiempo porque yo tengo mucha cosita ahí que quiero recuperar", señala.

De larga barba, piel arrugada, manos gastadas por el trabajo rural y una eterna sonrisa, Raúl viste un buzo de lana marrón y un pantalón gris. La ropa le queda grande. Se la acaban de dar en el refugio.

Andrea Devoto tiene los ojos saltones y tristes. El pelo atado. Y un canguro rosado que también le queda grande. Todavía no entiende qué fue lo que pasó. Su casa se quedó sin techo. Ella está en el refugio junto a sus hijos de 6, 8 y 11 años. En la vivienda quedó su marido "cuidando que no se roben nada, porque acá hubo saqueos", cuenta.

El mismo caso es el de Mirtha Legrand Domínguez —apenas dice su nombre saca la cédula del bolsillo, está acostumbrada a que no le crean. Allí está con sus tres hijos, dos veinteañeros y uno de 11. Su marido se quedó cuidando la casa "que está bien pero se llueve". Al momento del tornado se refugiaron los cinco debajo de una mesa.

La encargada del refugio y directora de Acción Social de la Intendencia de Soriano, María Fajardo, reconoce que es cierto que hubo saqueos. Pero sostiene que "fue un hecho aislado que se dio en la noche del mismo viernes".

En el barrio Altos de Dolores, el más pobre y uno de los más afectados, la historia que más se repite es la del delincuente que salió de una carnicería caminando tranquilo, abrazando la caja registradora y con una tira de chorizos colgando del cuello.

Reparto.

Frente al estadio Magnone hay otra construcción. Se entra por un largo pasillo desde donde salen distribuidas varias habitaciones. Todas están llenas de alimentos. El encargado de esa área es Diego Ruiz, funcionario municipal. En su mano lleva un papel con el relevamiento que se acaba de hacer: "Falta pulpa de tomate, leche, sal y aceite". De fideos hay una habitación llena.

El piso del pasillo está cubierto por bolsas que esperan a ser distribuidas. Camionetas y camiones de voluntarios esperan en la puerta. Uno de los que las carga es Hugo Salvador, de 25 años. Vive en Barcelona y llegó a Uruguay desde Brasil. Fue una parada más de un viaje que realiza por América Latina.

"Estaba en Montevideo pasando unos días en casa de una amiga, me iba a ir a Colonia y me enteré que pasaba esto. Compré el pasaje en Tres Cruces y me vine. Los uruguayos han sido muy generosos conmigo y llegó el momento de devolver", dice.

Uno de los camiones está a punto de salir. Son cinco voluntarios de la empresa Proquimur. En la parte de atrás van Fredy Gulpio y Nicolás Mesquita. Hacen bromas. Fredy, que tiene bigote, pelo largo y un sombrero arrabalero, imita a Jaime Roos. No lo hace nada bien. Lo sabe y no le importa. Se ríe. Pero a veces les gana la tristeza. Se ponen serios y dicen que nunca vieron algo igual a lo que pasa en Dolores.

"La gente está desahuciada, entregada", resume Nicolás. Llegaron desde Canelones el lunes. De mañana salen a repartir leche: 1.000 litros que llevan a los barrios más golpeados por la tragedia, donde no hay luz, ni agua, ni comercios. En la mayoría de las casas no hay ni techos. En esta oportunidad llevan ropa, colchones y pañales. Y el plan es hacer otra parada y levantar comida caliente.

Se detienen en el galpón de María Meyer, integrante del Club de Leones. Militares ayudan a hacer la comida. Estofado y guiso de pollo. Dos menús que se realizan en cacerolas enormes. Y este es tan solo uno de los cinco centros donde se hace desayuno, almuerzo, merienda y cena.

La comida va a demorar. Los primeros platos prontos ya salieron en otros camiones y camionetas. Los empleados de Proquimur se van a repartir los colchones, la ropa y los pañales. A las pocas cuadras paran en una esquina a ayudar a otra cuadrilla que sí está repartiendo el almuerzo. Desde las casas salen niños con ollas o tuppers. Les preguntan cuántos son para medir las porciones. También les dan botellas de agua mineral. Los más chicos sonríen: lo viven como un juego. Los más grandes, de 11 o 12 años, tienen la tristeza marcada a fuego en sus rostros.

En Salto, el río superó la cota de seguridad.

El río Uruguay superó ayer la cota de seguridad cuando el nivel de las aguas alcanzó los 12,10 metros en la escala del puerto local. La Comisión Técnica Mixta de Salto Grande advirtió que hoy jueves podría llegar a los 13,30 m. Ya hay una veintena de familias evacuadas. Salto Grande informó que como consecuencia de las intensas precipitaciones en la cuenca inmediata al lago, por los vertederos se ha incrementado el pasaje de agua. Efectivos de Prefectura están notificando a las familias que viven próximas al río que tomen las precauciones ante una eventual evacuación.

Tornado severo no atribuible a El Niño.

Investigadores del Depto. de Ciencias de la Atmósfera del Instituto de Física de la Facultad de Ciencias, Madeleine Renom y Marcelo Barreiro, elaboraron un informe sobre el tornado en Dolores. De acuerdo al informe, Uruguay se encuentra en una zona de incidencia de tornados, con 34 entre 1968 y 2011. El tornado acaecido se categorizó como F3, severo, de acuerdo a la escala Fujita. En esta categoría se encuentran los tornados con velocidades de viento de 251 a 330 km/hora. Si bien se puede inducir condiciones similares a las que imperaban cuando se conformó el tornado, no es posible atribuir su ocurrencia al evento El Niño, explicaron.

Los voluntarios clasifican ropa y alimentos para los afectados del tornado de Dolores. Foto: F. Ponzetto.
Los voluntarios clasifican ropa y alimentos para los afectados del tornado de Dolores. Foto: F. Ponzetto.
Los voluntarios clasifican ropa y alimentos para los afectados del tornado de Dolores. Foto: F. Ponzetto.
Los voluntarios clasifican ropa y alimentos para los afectados del tornado de Dolores. Foto: F. Ponzetto.

DOLORESCARLOS TAPIA 

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