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Vecinos del barrio Ituzaingó se organizan para frenar robos

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Campo: los ladrones entran a la casa desde el terreno baldío. Foto: F. Flores
ND 20161021 foto Francisco Flores
Archivo El Pais

Más de 70 familias crean grupo de defensa en red y se proveen de silbatos.

Un grupo de vecinos del barrio Ituzaingó que en los últimos meses dice haberse visto "rodeado por la delincuencia", se organizó para "atrapar a los ladrones" que por las noches se trepan a los techos de las casas aprovechando un campo lindero que se encuentra abandonado desde hace algunos años.

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"Estamos haciendo reuniones para organizarnos, este barrio siempre fue tranquilo y ahora, por un grupito de delincuentes, tenemos que pasar toda las noches nerviosos", comentó Isabel, que vive en la calle Garay.

Según indicaron a El País, dentro del perímetro de las calles Garay, Camino Corrales, Alberto Calamet y Arribeños, hay un campo abandonado, de unos 8.000 metros cuadrados, que tiempo atrás fue una fábrica de envoltorios de aluminio. La fábrica dejó de existir hace algunos años, luego de que un incendio afectara a toda la planta.

Ahora, en medio del extenso campo, hay una pequeña casa, que aparenta estar abandonada, y dos containers que guardan elementos de construcción, como bolsas de Pórtland, cerámicas y algunas herramientas.

"Desde hace poco tiempo notamos que en ese campo hay un sereno, pero no sabemos si responde al dueño del campo o se metió ahí; no sabemos si vive en ese lugar porque nunca nos dio demasiada información", contó Marcos, vecino de la zona.

El relato de quienes viven en la manzana delimitada por las cuatro calles antes mencionadas reiteran una y otra vez que "ya no se aguanta más".

Los robos.

Desde hace tres meses aproximadamente, los robos han sido constantes. Es que los delincuentes han encontrado campo fértil sobre el terreno que se encuentra abandonado y lindero a un centenar de viviendas.

Generalmente los robos se han dado en el horario de la noche. Los ladrones entran al campo, y desde arriba del muro que delimita con las casas observan el panorama. Transitan libremente por los techos y patios de los vecinos del barrio, buscando el botín de la noche.

"A la señora jubilada que vive al lado le entraron a la casa mientras ella estaba durmiendo, le forzaron la puerta, le robaron una poca plata que tenía sobre la mesa y un par de zapatos", relató Daniel a El País, el principal organizador del grupo de vecinos.

"Lo insólito del robo a la vecina fue que le abrieron la puerta de la heladera y le comieron la comida del gato, ahí te das cuenta de qué tipo de ladrones se trata", remató Daniel.

Los vecinos también crearon un grupo de WhatsApp, donde se encuentran comunicados continuamente. Si escuchan o se enteran de algo que sucede durante la noche, lo alertan a través de ese medio.

Hace exactamente una semana, a una joven que se encontraba en su casa con una bebé le golpearon la puerta: "¡Abrí que somos nosotros, dale, abrí!", le gritaban dos muchachos en plena madrugada.

La casa de la joven madre tiene un patio delantero que se encuentra cercado por rejas, es decir que los hombres tenían dos alternativas para llegar hasta la puerta de la vivienda: saltar las rejas o saltar por el techo que da al campo abandonado.

"¡Dale, abrí, no tengas miedo que somos nosotros!", insistieron gritando los hombres. La muchacha comenzó a gritar que si no se iban llamaría al 911. En ese momento prendió la luz del frente de la casa, y como si fueran gatos, saltaron hasta el techo y se tiraron al campo que se encuentra en la parte trasera de la vivienda.

Otro de los casos fue el de una señora que pidió no ser identificada, pero que asegura que le robaron del patio de su casa una garrafa y una escoba. "Es insólito lo que te roban, pero te da miedo igual, porque sabés que los tipos entran a tu casa y no les importa nada", afirmó.

"Han llegado a hacer boquetes en el muro desde el campo hasta el interior de los patios de las casas", contó un hombre al pasar, por Camino Corrales.

La versión del hombre la confirmó un comerciante de la zona: "Es verdad, la señora viene a comprar acá, a ella le entraron al patio rompiéndole el muro de su casa que delimita con el campo de la fábrica".

Los denunciantes también aseguran que el terreno baldío también es usado por prostitutas que llevan a sus clientes hasta allí.

Reuniones.

De la última reunión que mantuvieron los vecinos del barrio, surgió la iniciativa de comprar silbatos.

Carolina, una de las asistentes, confirmó a El País "que se compraron silbatos para advertirnos entre los vecinos cuando vemos que hay movimientos raros; en caso de que veamos a alguno arriba del techo, daremos aviso en el grupo de WhatsApp y tendremos los silbatos como herramienta".

Todas las ideas que han ido surgiendo en las últimas semanas, producto del cansancio por los constantes robos, fueron volcadas a la Policía.

Los vecinos del barrio Ituzaingó contaron que en diferentes reuniones con policías de Zona II se acordaron ciertos parámetros para poder atrapar a los ladrones.

"Obvio que nosotros no somos policías, pero entendemos que podemos ayudar, hasta ahora desde Zona II nos han escuchado bastante y nos están ayudando a solucionar este tema que ya nos cansó", informó Daniel.

Si bien desde la Policía "nos dijeron que no podían patrullar cada media hora, nos aseguraron que iban a reforzar la zona con mayor presencia policial", señaló Daniel.

Responsables.

En reiteradas ocasiones, los vecinos han tratado de dar con la persona responsable del terreno en cuestión, por donde dicen que entran los ladrones para robarles.

Hasta el momento, los esfuerzos han sido en vano. Los intentos por comunicarse con referentes de la Intendencia aún no surtieron efecto.

Incluso, los damnificados averiguaron un número de teléfono, que supuestamente era del dueño del campo, pero allí nadie los atiende.

"Solo esperamos que alguien se haga responsable de esto, el dueño del terreno o quien estaba a cargo de la fábrica, lo claro es que nosotros no podemos seguir viviendo de este modo", añadió Daniel.

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Campo: los ladrones entran a la casa desde el terreno baldío. Foto: F. Flores

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