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El vandalismo callejero impune

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Grafitis en Montevideo. Foto: F. Ponzetto
Montevideo con poco movimiento por semana de turismo, comercios cerrados, cortinas bajas, graffitis, tiendas cerradas por Av. 18 de Julio, foto Fernando Ponzetto, Archivo El Pais, nd 20160325
Archivo El Pais

Comercios, edificios públcos y viviendas del Centro de Montevideo, blancos de pintadas.

Toda la investigación policial sobre los Tupamaros comenzó por pintadas en las paredes. "Un día estábamos haciendo una recorrida de rutina y vi en un muro una estrella de Pitágoras con una letra te en el medio, le pedí a mi equipo que prestara atención sobre eso y empezamos a verla en distintos lugares de Montevideo".

De esa forma comenzaba sus narraciones el comisario Alejandro Otero, ex jefe de Inteligencia de la Policía y el primero en investigar y detener a los miembros del MLN en la década de 1960, fallecido en agosto del año 2013.

Pasaron más de cuarenta años de aquella historia y las paredes de Montevideo hierven de pintura. Ya no se ven estrellas pitagóricas en los muros pero en el centro y en muchos barrios los colores de las pintadas con aerosol bloquean el paisaje urbano configurando verdaderos actos vandálicos.

Por definición, el grafitero se siente parte de una "contracultura" que busca dejar su arte o firma en lugares que no son propios para ello y de alta circulación de personas. Por la avenida 18 de Julio pasan entre 300.000 y 400.000 transeúntes por día, según estudios contratados por el Grupo Centro.

"Hay que poner todas las baterías contra el vandalismo porque puede ser sancionado. No puedo creer que haya ciudadanos que puedan tratar como arte la degradación que vive la ciudad con las pintadas insultantes", afirmó a El País Nelson Gagliardi, comerciante y presidente del Grupo Centro e integrante del Grupo 18, una entidad público-privada que se ocupa de trabajar sobre la principal avenida.

"A mí me preocupa la degradación de la ciudad, admito el arte callejero pero estamos en un Estado de derecho; el vandalismo es insostenible", dijo.

El comerciante admitió que sus colegas no acostumbran denunciar las pintadas. "No lo hacemos como institución, pero es un tema de orden público, del Poder Judicial y el Ministerio del Interior. No veo una coordinación entre ellos, tal vez los ciudadanos estemos en falta por no denunciar", aseveró.

Gagliardi agregó que un comerciante sí está dispuesto a denunciar a quienes pegan afiches sobre el muro de su negocio. En este caso, se trata de "pegatinas" que incluyen hasta el pie de imprenta y se identifica claramente al responsable de la publicidad.

Limpieza.

En la Intendencia de Montevideo hay un grupo de trabajadores que se ocupa especialmente de limpiar edificios públicos y monumentos intervenidos por los grafiteros.

Desde el período anterior, la comuna contrató a la cooperativa social Alborada, que aporta cuatro operarios en un régimen de 44 horas semanales, para limpiar en toda la ciudad, según explicó a El País la directora de Acondicionamiento Urbano, Silvana Pissano.

El contrato fue renovado recientemente y asciende a un total de $ 2.901.171 por año.

"Nos ocupamos de los bienes públicos, lo privado corresponde a los propietarios", dijo.

La directora Pissano subrayó a El País que la Intendencia integra una mesa de coordinación con el Ministerio del Interior que permitiría utilizar las cámaras de vigilancia para poder actuar sobre el vandalismo.

En ese sentido mencionó que el fenómeno afecta "a todo Montevideo y no se ha detectado un enseñamiento con determinados lugares".

Avance.

Mientras tanto, el vandalismo grafitero avanza sobre todo tipo de edificaciones y a esta altura ni las iglesias se salvan; la de los Capuchinos en Canelones y Minas, es un ejemplo. "El muro por la calle Minas es tierra de nadie, hay desde frases sobre Peñarol o Nacional hasta puteadas. Es imposible pelear contra eso. Por suerte han respetado parte de la fachada y en el portón nos hicieron un grafiti artístico", afirmó a El País el fraile José Luis Cereijo, principal referente de la congregación en Montevideo.

Los capuchinos buscaron a alguien que se hiciera cargo de pintar un mural en la pared de la calle Minas (ver fotografía) pero no hubo caso.

"Creo que forma parte del grafiti que sus autores no sean reconocidos y no funcionan por pedidos; es parte de la convivencia urbana, no es parte de los problemas que tenemos", dijo el fraile.

Delito.

El abogado penalista Juan Fagúndez considera que el grafiti vandálico, realizado sobre propiedad pública o privada, puede ser considerado como "delito de daño o una falta, dependiendo de la magnitud de la afectación".

En tal sentido Fagúndez señaló que no conoce procesamientos por este motivo y que se ha generado una "tolerancia a pesar de que se ha dado un estallido grafitero en los últimos años".

Con las estadísticas sobre la actuación de los Juzgados de Faltas de Montevideo del año 2014 sobre la mesa, y los datos principales sobre la actuación de las sedes penales, el vocero de la Suprema Corte de Justicia, Raúl Oxandabarat afirmó a El País que "no hay registros de procesamientos o actuaciones sobre los grafitis".

"Es un delito en que es muy difícil identificar a los autores, es muy raro poder sorprenderlos haciendo el grafiti", afirmó. El funcionario judicial dijo que "si queda filmado podría ser un elemento probatorio pero se precisa grabaciones de calidad que permitan ver el rostro; recién ahora las cámaras nuevas permiten identificar los rostros con claridad".

"Aquí estoy yo".

El Viernes Santo, los comercios de 18 de Julio, a los que la Intendencia de Montevideo obligó a cambiar su cartelería para combatir la "polución visual", bajaron sus cortinas y dejaron en evidencia los grafitis que pululan en las fachadas metálicas. Los turistas que pasean por la principal avenida se encontraron con la obra de grafiteros que se limitan a "taguar" su rúbrica, una práctica común en el "arte callejero". Los grafiteros no dejan paredes ni muros por cubrir. Incluso la cúpula de la Universidad de la República fue blanco de pintadas.

EN EL CENTRO.

La caída de un mito: la iluminación no los corre.

El presidente de la Sociedad de Arquitectos del Uruguay (SAU), Juan Articardi, las autoridades de Acondicionamiento Urbano de la Intendencia de Montevideo y del Ministerio del Interior coinciden en que el vandalismo grafitero se puede reducir si se mejora la iluminación de la ciudad.

Sin embargo hace pocos días descubrieron que ni eso detiene a los vándalos.

La Intendencia está renovando la iluminación de algunos tramos de 18 de Julio con luminarias más potentes y modernas. Para ello se utilizan columnas más grandes que las habituales. Fue grande la sorpresa de los funcionarios cuando en una recorrida de rutina descubrieron varios grafitis en las nuevas columnas.

Pintadas y repintadas en escuela histórica.

A mediados de 2014 una brigada de voluntarios del Pit-Cnt salió a reparar la pintura de algunas escuelas; una de ellas fue la escuela N° 169 "Maestro Julio Castro", frente al Ministerio de Relaciones Exteriores. El trabajo alcanzó la fachada que pasó de lucir un tono gris portland a un verde prolijo. Luego el MTOP realizó arreglos en el centro y volvió a pintar la fachada. A los pocos días apareció una frase de amor escrita en color negro. Pocas semanas depués, otra pintada, del sindicato docente, reclamaba: "6% PARA LA EDUCACIÓN".

Grafitis en Montevideo. Foto: F. Ponzetto
Grafitis en Montevideo. Foto: F. Ponzetto
Grafitis en Montevideo. Foto: AFP
Grafitis en Montevideo. Foto: AFP
Grafitis en Montevideo. Foto: F. Ponzetto
Grafitis en Montevideo. Foto: F. Ponzetto
Grafitis en Montevideo. Foto: F. Ponzetto
Grafitis en Montevideo. Foto: F. Ponzetto
Grafitis en Montevideo. Foto: F. Ponzetto
Grafitis en Montevideo. Foto: F. Ponzetto
Grafitis en Montevideo. Foto: F. Ponzetto
Grafitis en Montevideo. Foto: F. Ponzetto
Grafitis en Montevideo. Foto: F. Ponzetto
Grafitis en Montevideo. Foto: F. Ponzetto

FOTOGALERÍAPABLO MELGAR

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