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Trágico final de un boxeador que vivía como cuidacoches

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El predio de la histórica casa en ruinas. Foto: Diego Píriz.

Fue apuñalado y quemado en una histórica casa abandonada del Prado.

Era un peleador de verdad, iba para adelante como loco y para mejor zurdo; les pegaba con la zurda y los mataba", recuerda el cuidacoches Ángel Hernández al hablar de su amigo, el exboxeador Miguel Ángel "Pichón" Castro, que fue asesinado a puñaladas hace una semana y luego prendido fuego.

Ambos oficiaban como cuidacoches en el Prado, en un par de cuadras sobre la avenida Joaquín Suárez y Juan Carlos Blanco, y conservaban una amistad de más de 50 años, forjada en los combates de boxeo y, la mayoría de las veces, en la lona del ring.

Hasta su actual destino los arrastró la vida, luego de que se dieron cuenta de que en Uruguay no iban a poder escalar demasiado alto en el mundo del box.

El pasado jueves 31 de marzo, Miguel Ángel Castro, que vivía y dormía en situación de calle, decidió pasar la noche en una vieja casona abandonada, en la esquina de Suárez y Juan Carlos Blanco.

"Allí vivió Eugenio Garzón", el militar que participó en la guerra de la Independencia bajo las órdenes del General José Artigas, contaron algunos vecinos.

Otros, en cambio, afirman que la casona, rodeada de rejas y césped, deteriorada y con los ventanales rotos, perteneció originalmente al doctor Ezequiel Garzón, abogado, magistrado y Ministro de la Alta Corte de Justicia a fines del siglo XIX.

El crimen.

En una noche fresca, el "Pichón" Castro (73 años) disputó su último round.

Junto al exboxeador, se quedaron en la casa un hombre, apodado "el Mudo", y su pareja. También había otro indigente, "el Jorgito", todos relacionados por su adicción a la pasta base, al alcohol y vivir en la calle.

No se sabe bien qué sucedió bajo los techos de aquella enorme estructura, pero se presume que el feroz ataque se produjo después de las 22:00 horas.

El "Pichón" recibió dos puñaladas, una en el corazón y otra en el abdomen. Luego los autores prendieron fuego el cuerpo, que apareció al día siguiente semicalcinado.

La policía tomó conocimiento del crimen el viernes 1° de abril, luego de la denuncia de un vecino.

En el caso intervino la jueza penal de 10° Turno, Dolores Sánchez, quien indagó a cuatro personas en calidad de testigos.

Uno de ellos fue "el Jorgito", señalado como principal sospechoso del crimen. Otro fue el amigo Ángel Hernández, boxeador y cuidacoches. Los dos restantes testigos eran vecinos del barrio.

Desaparecidos.

Según supo El País en base a las investigaciones policiales y judiciales, la pareja que se encontraba en la casona y "el Jorgito" desaparecieron del barrio poco después del suceso.

Vecinos del Prado dijeron a El País que no han visto "a nadie más en la casa desde que mataron al hombre".

Fuentes judiciales señalaron que "las vías de investigación se mantienen abiertas y que ya se libró una orden de captura contra la pareja que estaba en la casa la noche del homicidio".

"El Mudo" y su pareja son las únicas personas que faltan declarar ante la Justicia para tratar de esclarecer el hecho. Desde la última semana son intensamente buscados por la policía.

Peso ligero.

Las historias de boxeo entre Ángel Hernández y el fallecido Miguel Ángel, "Pichón" Castro, eran cotidianas.

Hernández contó a El País que ambos concurrían a veladas de peleas en el Platense Patín Club y en el Palacio Peñarol.

"Él tenía 18 años y yo tenía 20, peleó unos años más que yo, siempre fue una excelente persona, era un gran tipo", contó Hernández.

Las jornadas desde el año 1958 en adelante eran "durísimas", aseguró el cuidacoches. Se levantaban a las 4:00 de la mañana para ir a entrenar.

"Corríamos desde el Buceo hasta el puente Carrasco, volvíamos a las 6:00, desayunábamos y nos íbamos a trabajar ocho horas de corrido, después entrenábamos desde las 18 hasta las 20, cada uno en su respectivo club. Así todos los días, era duro".

Sobre los entrenamientos, Hernández indicó que su amigo "Pichón" Castro era muy resistente y fuerte a los golpes. El exdeportista fallecido peleaba por el club del Cerro.

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El predio de la histórica casa en ruinas. Foto: Diego Píriz.

LA HISTORIA DETRÁS DEL CRIMEN

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