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Sentado a la izquierda de la izquierda

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Eduardo Rubio, el único representante de la izquierda "radical", cuestiona los salarios y los viajes de sus colegas, aunque tiene afinidad con todos. Foto: Marcelo Bonjour.

Va a contrapelo de la tradición parlamentaria. El diputado de Unidad Popular Eduardo Rubio (63 años, casado) es el modelo ‘anti establishment’ más notorio del sistema político y se empeña en romper los antiguos moldes del Poder Legislativo.

Considera que los legisladores ganan mucho dinero, vive con $ 30.000 por mes y dona el resto a su partido, no viaja a los organismos parlamentarios porque no sabe para qué sirven, anda en ómnibus y lo llaman "gran diputado".

Ingresó el 15 de febrero de este año a la Cámara de Representantes gracias a los 26.869 votos que obtuvo la Unidad Popular en las elecciones. Y de entrada pagó derecho de piso. Como le sucede a todo debutante en el Parlamento, Rubio tuvo algunos problemas antes de asumir la banca. Primero le hicieron cambiar tres veces de despacho. "No tenía padrinos, estaba solo, iba de aquí para allá", recuerda. Luego le asignaron uno de los despachos más calurosos del edificio Anexo. Sus ventanales dan a la bahía de Montevideo y en verano el sol cae con furia. "Es el despacho más caliente porque además no funciona el aire acondicionado", dice Rubio entre risas. "No me quejo, vengo de la intemperie y ahora tengo para trabajar computadora, Internet, teléfonos; es grande el cambio", reconoce.

Su lugar de trabajo es austero. El despacho lleva el número 313 pero no le preocupa porque no es supersticioso. Además de papeles, sobre el escritorio del diputado hay un celular de última generación, que revisa cada tanto. Detrás de la butaca una foto del Che Guevara pegada a la pared con cinta adhesiva. Es la única imagen que se ve. José Artigas está al lado, en la oficina de los secretarios, junto a otra foto del Che Guevara. En su despacho no hay fotos familiares, tampoco televisión.

No llegó al Parlamento con prejuicios. Ya había estado en una banca haciendo suplencias de Raúl Sendic en una anterior Legislatura, cuando integraba el movimiento 26 de Marzo en el Frente Amplio. Luego en 2007 el grupo se retiró del Frente Amplio y se renombró como Asamblea Popular, que hoy cambió a Unidad Popular. Sin embargo, Rubio admite que lo "desbordó" la cantidad de trabajo que tiene ahora. "Es mucho más de lo que esperaba. Soy una bancada unipersonal y tengo que fijar posición en los temas más importantes. Hay que estudiar, algo en lo que me ayuda mi gran equipo", confiesa. En medio de la entrevista, ingresa un ujier con dos tazas con café. A Rubio le dice "gran diputado…", afectuosamente. Ya es bien conocido en el tercer piso.

Unidad Popular decidió que de los $ 267.000 por mes que cobra como diputado por todo concepto (salario y partidas de gastos como secretaría, diarios y teléfono), al bolsillo de Rubio vayan a parar solo $ 30.000. "Eso equivale a media canasta básica. Yo gano $ 30.000", dice sin problemas. "El resto es para las finanzas partidarias", añade. Rubio recuerda que esa media canasta básica que cobra es lo mismo que la Unidad Popular exige para todos los trabajadores. Pese a que integra la clase política, considera que los legisladores y los ministros ganan mucho. Y los cargos de confianza también. "Hay una excesiva recompensa a la burocracia estatal. No comparto el argumento de que hay que pagarle bien a alguien porque si no se va para la actividad privada. Bueno, que se vaya. Para ser ministro no alcanza con ser buen técnico. Hay ministros que no saben nada de la función, como la ministra de Educación María Julia Muñoz, que es médica. Ha demostrado conocer muy poco el tema de la educación. Cuando uno decide ser servidor público es porque tiene vocación. Y por esa vocación uno resigna privilegios al servicio del pueblo", analiza.

A pesar de venir de un ámbito político combativo, Rubio no cree que haya una "clase política" en el país. Pero no lo piensa ahora que está en el Parlamento. "Yo creo en las clases sociales. Los políticos pertenecemos y defendemos los intereses de determinadas clases", explica.

Tiene coincidencias con varios diputados del Frente Amplio pero encuentra un problema: "Ellos terminan votando por la disciplina partidaria". Pero también hay afinidades con blancos y colorados. Su proyecto para reestatizar el ferrocarril recibió el respaldo de la bancada colorada. En temas ambientales coincide con los nacionalistas. "Hoy, mi adversario político es el gobierno del Frente Amplio. ¿A quién voy a atacar por la privatización de AFE, por el desastre de Pluna, por lo de Ancap, por la extranjerización de la tierra? Al gobierno. Los ministros Nin Novoa y Astori se suman a la campaña contra Venezuela. ¿Y a quien voy a atacar? ¿A Trobo?", reflexiona.

Se jacta de ser quien más delegaciones recibe. El despacho tiene gente desde las 8 de la mañana y está abierto hasta que se va el último secretario. "Yo me siento cerca de la gente, no sé el resto de los diputados", dice, y sonríe.

"Son muchos los viajes para los legisladores, es un debate a dar"

Desde que ocupa la banca, Rubio ha hecho solo un viaje: fue a Haití. El viaje lo pagó su partido. "Me invitaron como diputado, pedí licencia y fui. El Parlamento no pagó el pasaje. Lo que sí me dieron fue un seguro de viaje", contó.

Rubio cree que los legisladores "viajan demasiado". "Hay mucho viaje pero es un debate que hay que dar. Me pregunto ¿para qué sirven el Parlamento Latinoamericano o la Unión Interparlamentaria Mundial? ¿Qué utilidad tiene la presencia numerosa de nuestros legisladores en esos foros? Yo dije que no quería participar de ninguna de esas organizaciones, sino del Parlamento del Mercosur que es acá en Montevideo. Pero no me tocó nada".

Rubio va en ómnibus al Palacio Legislativo la mayoría de los días. Al auto lo usa solo cuando tiene que ir al interior. "Yo no tengo chofer", dice.

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Eduardo Rubio, el único representante de la izquierda "radical", cuestiona los salarios y los viajes de sus colegas, aunque tiene afinidad con todos. Foto: Marcelo Bonjour.

Perfil de un opositorDANIEL ISGLEAS

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