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Richard Read: "Ahora por discrepar te tratan de traidor"

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"Yo renuncié porque los dirigentes tenemos que preservar la institucionalidad"
Nota a Richard Read, Presidente de la Federacion de Obreros y Empleados de la Bebida, Foeb, ND 20150820, foto Francisco Flores
Archivo El Pais

El jueves por la tarde, Richard Read recibió a El País en una pequeña oficina de la sede de la Federación de la Bebida. En medio de la entrevista le avisaron por mensaje de texto que la fiscal había pedido el procesamiento de José Lorenzo López y otros 25 funcionarios del INAU, hecho por el que renunció al Pit-Cnt.

Venía hablando sobre la militancia sindical de los jóvenes y las características que debe reunir un delegado sindical. "Yo creo que hay que tener una cuota de rebeldía, pero hoy en día hay que estudiar sobre economía, comercio internacional y el rubro en el que trabaja. Y el que quiera ser dirigente porque cree que tendrá privilegios, le erra".

— ¿Cuándo empezó a manejar la posibilidad de renunciar al Pit-Cnt, donde estuvo más de treinta años?

— Tengo entrañables compañeros dentro del movimiento sindical, por lo tanto mis diferencias son netamente de corte político. Siempre nos hemos sentido como minoría y eso no está mal; horrible sería que todo fuera unánime.? Pero para que las minorías tengan permanencia y legitimidad la estructura debe manejarse dentro de determinados parámetros. Desde 1966 el Pit-Cnt se basó en el respeto a la democracia interna, la tolerancia, el apego irrestricto a los estatutos, los conceptos de clase en una sociedad sin explotados ni explotadores, la denuncia a la violación de derechos en general y la lucha por la equidad, igualdad y distribución de la justicia. Siento que en el último tiempo esos pilares se han movido y el equilibrio se ha perdido. Yo soy responsable de que las cosas no marchen mejor. Yo puedo estar votando solo a favor o en contra de un paro, eso es coyuntural. Pero en temas en los que no debería haber dudas yo estuve solo, entonces se me plantearon interrogantes y resolví que debía dar un paso al costado.

— ¿En qué temas se sintió solo?

— Estuve solo con el asunto de la vivienda sindical. Hubo denuncias contra el Pit-Cnt que mínimamente ameritaban poner sobre la mesa el tema. Después se me dijo que yo era esto y lo otro, porque hay una práctica extendida de mandar en cana al cartero. En el acto del 1° de mayo de 2013 hablé sobre los valores y el trabajo. Yo soy de la vieja guardia, pero los valores no tienen fecha de vencimiento. El respeto al trabajo, el ser buen compañero, cumplir, tratar de ser el mejor, dar el ejemplo. Yo pensé en ese momento que el Pit-Cnt debía machacar sobre esos valores, pero nunca más se volvió a mencionar el tema, nunca se trabajó en profundidad sobre esos conceptos y es un gran problema. Hay gremios con un 32% de ausentismo.

— ¿Hay una crisis de valores en el movimiento sindical?

— Es la sociedad la que está enferma. Hoy vale todo y no se sanciona. Un primero de mayo donde dirigentes sindicales almuerzan con empresarios, entre ellos los dueños de Fripur. Yo almuerzo con cualquiera el resto del año, pero el primero de mayo se respeta, en esas cosas no negocio.

— ¿Era mejor el mundo sindical hace treinta años?

— La sociedad era distinta. Los valores de justicia, libertad, respeto y solidaridad estaban a flor de piel. Veníamos de luchar contra un régimen autoritario, la escala de valores era otra y el entramado social contenía. Eso ya no existe. En los últimos diez años crecimos económicamente pero no mejoramos como sociedad. Un asesinato por día por robo o rapiña; te matan delante de tus hijos por ochenta mangos. Hacés una macana en el barrio y nadie te sanciona porque no saben ni cómo te llamás. Eso genera impunidad. La pérdida de valores es espantosa y todos nosotros, también los dirigentes sindicales, sufrimos ese cambio social. Yo me hago cargo de lo que me toca. En el 2002 peleábamos para trabajar porque el trabajo dignifica y no queríamos hacer la cola frente a la olla popular. Hoy hay un consumo desmedido, se quieren cambiar el celular todas las quincenas.

— ¿El quiebre se dio cuando se analizó la responsabilidad del vicepresidente del Pit-Cnt, José Lorenzo López, en los incidentes del Ceprili contra los menores?

— Esto trasciende a Joselo, que ya tiene bastante con lo que le pasa y a quien yo no señalo con el dedo. Lo mío tiene que ver con los procedimientos internos, con las posturas corporativistas que se repiten y con el cuidado de la institucionalidad, porque los dirigentes estamos de paso pero el Pit-Cnt es la garantía de los trabajadores, es el que los defiende y no puede perder credibilidad ni permitir que su trayectoria sea empañada. Creo que el caso era grave y la decisión debió ser otra. Como no compartí lo que la mayoría entendió que era lo que había que hacer, me abstuve de votar. Y como no es la primera vez que me pasa decidí renunciar porque tampoco puedo creer que todos están equivocados y yo soy el único que está en lo cierto. Si reclamo que se cuide la institucionalidad y yo me convierto en un obs-táculo, entonces soy el que tiene que renunciar. Sorprendió porque en Uruguay nadie renuncia, nadie deja su banca, pero creo que es una buena señal para la sociedad. Yo no estoy atornillado a ningún sillón.

— ¿Siente que cuando los integrantes de los órganos de dirección toman esas decisiones, como en el caso de vivienda sindical o Joselo López, se pierde credibilidad?

— El descreimiento de la gente es hacia las estructuras políticas y partidarias. Los líderes políticos están alejados de la realidad de la gente, solo el 50% tiene opinión sobre la política y el resto no sabe o no contesta porque le importa un huevo la política. Y a nosotros nos ponen en la misma bolsa. No está en mi ánimo sembrar dudas sobre mis compañeros del Pit-Cnt, mi preocupación tiene que ver con el rumbo que toma la institución. Opinar distinto implica que te demonicen. Los valores han cambiado y el agravio está a flor de piel; ahora por discrepar te llaman traidor. Yo creo que siempre hay que discutir sobre lo que se propone, sin importar quién lo haga. La unidad del movimiento sindical no se construyó diciendo amén, tampoco con calvarios, pero sí con debate y respeto.

— ¿Colabora en ese descrédito que por momentos el Pit-Cnt parezca funcional al gobierno de izquierda o que algunos de sus dirigentes, con su doble militancia política y social, defiendan más los intereses de su sector que los de los trabajadores?

— El uruguayo tiene una visión hipócrita de todo esto. El 28 de febrero de 2005 cesó en su cargo el ministro de Trabajo Santiago Pérez del Castillo y el 4 de marzo estaba en el ministerio defendiendo a las empresas lácteas. Es el mismo que la semana anterior dictaba normas laborales. Soy dirigente sindical desde hace 34 años y en 2012 tuve un conflicto con el ministro de Economía (Fernando) Lorenzo, que además es amigo mío. Me dijo que el centro de la banda de inflación era cinco y yo le dije: "Vamos a ver si es así, vos hacé tu laburo que yo hago el mío, y le dimos de punta". No dudé ni un segundo a quien represento. Pero eso depende de cada uno y yo no voy a hablar por los demás.

— ¿Qué opina cuando dicen que con sus críticas le hace el juego a la derecha?

— A mí me aplauden empresarios, obreros que no tienen voz, comerciantes, blancos, colorados, sin partido, frenteamplistas, y también me dan para atrás todos esos. Yo pienso libremente y critico a los que voté. Ser oposición es facilísimo porque te vas a la esquina y puteás, pero el día que tenés que hacer gestión y no te gusta que venga otro a hacer lo que vos hacías, te das cuenta que conducir un país no es fácil. Entonces, o te cambia la cabeza o te pasa como en otros países, que para que vuelva a ganar la izquierda pasarán 30 años. Con lo que pasó con la izquierda en el último siglo si habrá que tener autocrítica. ¿Qué vas a esperar, a que se caiga el muro? Después no levantás más. Me preocupa lo que pasa Brasil, adonde lo que se logró a nivel social se destruyó por la corrupción y hoy la presidenta tiene un 7% de apoyo. La izquierda paga más cara la corrupción porque pregonó toda la vida contra el corrupto. Se supone que la izquierda tiene el antídoto.

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