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"El rey olvidado"

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Transcurrieron treinta y un años de la primera visita de los entonces reyes de España Juan Carlos y Sofía a Uruguay. Sucedió en mayo de 1983 y su llegada produjo una de las movilizaciones callejeras más espectaculares que se recuerdan en aquel país gobernado por el dictador Gregorio Álvarez.

Transcurrieron treinta y un años de la primera visita de los entonces reyes de España Juan Carlos y Sofía a Uruguay. Sucedió en mayo de 1983 y su llegada produjo una de las movilizaciones callejeras más espectaculares que se recuerdan en aquel país gobernado por el dictador Gregorio Álvarez.

Un régimen que se desplomaba, pero que aún tenía fuerza suficiente para seguir reprimiendo, clausurar medios de comunicación y encarcelar ciudadanos. Los reyes de “Españas” al decir de Álvarez en el discurso de bienvenida en el aeropuerto, viajaron acompañados por una comitiva que integraba el canciller Fernando Morán, figura relevante que, sin ambages, reclamó a su homólogo uruguayo la libertad de los presos políticos.

El rey Juan Carlos, entonces joven aún, gozaba de un enorme prestigio en su país y en el mundo entero. Había sido el artífice de la transición democrática, luego de casi cuarenta años de franquismo. El jefe de Estado español no tuvo inconveniente de enumerar las bondades de la democracia, recordar a Juan Carlos Onetti y una serie de intelectuales uruguayos, censurados y exiliados en España, en un memorable discurso pronunciado en el Palacio Legislativo, frente a Álvarez y los integrantes de su gobierno, al término de la cena con la que el gobierno uruguayo lo agasajó. Encorsetado en su uniforme militar, Álvarez tuvo que tragarse cada una de las palabras del rey. Seguramente aquella comida no le debe haber caído nada bien.

La visita, estuvo signada por las demostraciones de fervor ciudadano en cada una de las apariciones de los reyes. “Democracia y libertad”, era el grito de la gente que inundó 18 de julio, colmó la Plaza Independencia y que coreó también su nombre frente a la vieja Casa de Gobierno, hasta que el monarca salió a saludar desde el balcón a la multitud.

Los reyes estuvieron casi 72 horas en territorio uruguayo. Juan Carlos, se reunió en la Embajada de España con una delegación de políticos uruguayos de todos los partidos políticos. Julio Sanguinetti, Enrique Tarigo, Juan Pivel Devoto, Carlos Julio Pereyra, José Pedro Cardoso, José D’Elía y Antonio Chiarino, entre otros. Pivel y Pereyra le entregaron un ejemplar del semanario la Democracia que, horas antes, había sido requisado de la imprenta por el gobierno por publicar, en su portada, una foto del rey dándole la mano a Wilson Ferreira Aldunate, por entonces exiliado en Cataluña.

España, como ningún otro país, apoyó y respaldó la transición uruguaya hacía la democracia. Fue una política que tuvo en el propio rey y en los expresidentes Adolfo Suárez y Felipe González a sus mayores propulsores.

Se sabe, Juan Carlos abdicó el año pasado en favor de su hijo Felipe y hoy ostenta el título de rey emérito. El pasado 1° de marzo un hombre en el umbral de la vejez, apoyado en un bastón, pero con su simpatía intacta, subió al estrado al pie del monumento a Artigas para presentar su saludo y el de España al presidente Vázquez.

Una fuerte silbatina proveniente de frenteamplistas que -con banderas de su partido- acompañaron el acto, se escuchó. ¿Sabrán estos señores lo que el rey hizo por la reinstauración de la democracia en Uruguay? ¿Tendrán idea de cómo intercedió por los presos de entonces, varios de ellos hoy en el gobierno? ¿Desconocen cómo España recibió a los exiliados políticos uruguayos?

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Diego Fischer

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