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Reciclan histórica usina de UTE

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Planta baja de la usina eléctrica vista desde una terraza donde funcionará un comedor. Foto: A.Colmegna.

Al abrirse el portón negro que da a la calle Jujuy, a pasos de Entre Ríos, el interior del enorme galpón en donde funcionó desde 1909 la primera usina eléctrica de Montevideo, aparece de inmediato como una locación inmejorable para un thriller.

Esta sensación aumenta no bien se visita el subsuelo con conductos de combustible, inundado por el agua proveniente de la propia tierra pero también de las lluvias que ingresan debido a la falta de muchas de las chapas acanaladas del techo y de vidrios en los lucernarios. A pesar del estado ruinoso, en el local no hay ratas por falta de alimentos. Pero perdura en los espacios cerrados un olor a aceite rancio, propio de una zona de labor industrial abandonada desde 1985. Al igual que en el viejo Anglo de Fray Bentos, aún hay ganchos colgantes, tanques voluminosos, turbinas y restos de otras máquinas.

Se trata de un recinto de carácter patrimonial que, sin embargo, nunca adquirió algún grado de protección arquitectónico o industrial.

En 2006 la UTE quiso involucrar a la Intendencia de Montevideo para que esta edificación se reconvirtiera en un centro cultural. La administración que conducía Ricardo Ehrlich confesó no tener recursos pero intentó acuerdos con ministerios, todos infructuosos.

En 2015, apareció un interesado: la fundación La Muralla, un centro de escalada deportiva fundado en 1998, que desarrolla diversos programas de inclusión social de niños y jóvenes discapacitados con internados del INAU y la comunidad en general. Por razones legales no era viable que la organización recibiera en comodato el bien, de modo directo. No obstante, al ser adjudicado al INAU, instituto con el cual La Muralla lleva adelante varias actividades desde 2007, podrá hacerse cargo de las obras y un plan innovador, sin antecedentes.

Hace tres meses que voluntarios de la fundación vienen efectuando tareas de limpieza, extracción de las aguas del subsuelo, construcción de los primeros muros para escalar y diseño de los destinos a dar a un entrepiso, las tres plantas altas y las dos grandes naves industriales de la planta baja, ubicadas entre una estructura interior de hierro y muros perimetrales de ladrillo sobre los que crecen plantas.

Pablo Turielle, entrenador de la fundación, fue el guía del tour por la exusina. Contó a El País que además de los espacios para escaladas, habrá una parrilla, salones de clases, dormitorios para 45 chicos del interior, baños, vestuarios para menores y adultos, espacios para la expresión corporal y artística, para la gimnasia o estimulación oportuna destinada a niños y jóvenes discapacitados, una piscina de 25 metros y canchas multifunción para tenis, básquetbol, volley y fútbol.

Solo en las paredes de escalada la inversión será de US$ 150.000. El equipamiento con el que ya cuentan para la seguridad en tal deporte asciende a US$ 100.000, entre arneses de cintura o integrales y cuerdas. Las obras de vestuarios, comedor y dormitorios demandarán $ 4.800.000.

Padrino.

El bajo barítono uruguayo Erwin Schrott es el padrino de la fundación y donó su cachet de US$ 15.000 ganado en la presentación reciente de la ópera Elixir de Amor en el Sodre. Esa suma se destinará a arreglar todo el techo, lo que costará unos US$ 40.000 más IVA en materiales, porque los estudios de arquitectos e ingenieros, y el trabajo de los obreros son voluntarios.

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Planta baja de la usina eléctrica vista desde una terraza donde funcionará un comedor. Foto: A.Colmegna.

En 2006 la IMM desistió del plan para hacer un centro cultural en el galpón

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