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La "rebelión" de los refugiados

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Tres de los refugiados de Guantánamo oraron frente a la Embajada de EE.UU. Foto: J. P. Correa

Un problema que se venía insinuando terminó de estallar: cuatro de los seis liberados de Guantánamo se instalaron anoche frente a la embajada de Estados Unidos en la rambla para reclamar que ese país o el gobierno uruguayo accedan a brindarles a cada uno una vivienda, más dinero y facilidades para reunirse con sus familias. Allí permanecían al cierre de esta edición de El País.

Todo se desencadenó ayer porque dos de ellos —Omar Mahmoud Faraj (sirio) y Abdul bin Mohamed (tunecino)— debieron dejar el hotel céntrico en el que se estaban alojando, a pedido del propietario porque no estaban pagando. Es que hace dos semanas cinco de los seis refugiados dejaron de recibir los $ 15.000 mensuales que les daba la representación local de Acnur (la agencia de la ONU para los refugiados) porque se negaron a firmar un documento con determinadas condiciones, al que consideran como una forma de presión. Sí firmó el palestino Mohamed Tahanmatan que ayer no fue a la embajada de Estados Unidos en la rambla montevideana. El sirio Abu Wael Dhiab, que se desplaza en muletas, tampoco estaba pero no firmó.

Al cierre de esta edición los refugiados permanecían frente a la embajada, discretamente vigilados por dos patrulleros policiales. Los refugiados explicaron que ya no pueden comunicarse con sus familias, que no tienen pasaporte para salir del país y que una vez se les termine el dinero que les proveía la agencia local de Acnur se quedarán sin fondos. Explicaron que se asesoraron con organizaciones de derechos humanos que les recomendaron no firmar lo que se les solicitaba porque no les convenía. Omar Mahmoud Faraj dijo que el gobierno uruguayo "prometió muchas cosas pero hasta ahora no ha cumplido". Cuando El País le preguntó al tunecino Abdul bin Mohamed si pensaba permanecer en el lugar, dijo que sí, que no tenía miedo y que no le importaba si venía la policía a desalojarlo.

Una situación extraña se dio cuando un hombre que no se identificó, alto, de traje negro y cabello canoso, se acercó a hablarle a Ahmed Adnan Ahjan en inglés y lo invitó a cenar juntos a los otros liberados para charlar en otros lugar. Pero Adnan Ahjan se negó con el argumento de que no lo conocía. El misterioso hombre dijo en perfecto español a los periodistas que no iba a decir nada. Según Ahjan, no era estadounidense.

Al rato tres de los liberados rezaron arrodillados en el espacio verde delante de la embajada, unos cinco minutos orientados hacia La Meca y bajo la bandera de Estados Unidos. Se les escuchaba decir en árabe: "Allah es grande".

La embajada de este país emitió un comunicado en el que señala que "es consciente de esta solicitud" (de entrevistarse con algún funcionario estadounidense) aclarando que "todo pedido de entrevista debe realizarse a través de los canales correspondientes y durante el horario de trabajo de esta representación".

Ahjan contó que uno de ellos quiso viajar esta semana a Argentina pero no pudo hacerlo porque ese país informó que requieren de visas a pesar de que todos cuentan con cédulas de identidad uruguayas, que exhibieron a los periodistas que estaban frente a la representación diplomática.

Un funcionario de la embajada se hizo presente y comentó que los liberados podían permanecer allí porque "se trata de un espacio público".

Los liberados ya tuvieron una reunión con funcionarios de la representación estadounidense que, según contaron, les aseguraron que sus condiciones de vida mejorarían. Pero los liberados están evidentemente exasperados. Ahora tienen que volver a vivir los seis juntos en el espacio necesariamente limitada de la casa de Palermo, provista por el Pit-Cnt a la que llegaron en diciembre pasado.

Los hombres comentaban que otros liberados fueron a países como Eslovaquia o Albania y ahora están perfectamente insertos en las sociedades que los recibieron, pero que eso no les ha sido posible en Uruguay más allá de que les gusta estar aquí y al menos dos quisieran quedarse a vivir.

Decepción.

"Estamos muy enojados", "la casa es chiquita", "juegan con nosotros", "durante cinco meses ha sido lo mismo", "solamente hay palabras", eran algunas de las frases que disparaba a toda velocidad Omar Mahmoud Faraj. Un traductor uruguayo de origen sirio trataba de pasarlas al español.

Los liberados estudian español pero no pueden hablarlo aún con fluidez y se quejaron de que muchas veces no cuentan con un traductor que los asista. Uno de ellos debió concurrir a un hospital y no tenía un traductor con él, contaron.

Los liberados parecen estar en buenos términos entre ellos y se abrazaron y rieron en alguna oportunidad. Pero al mismo tiempo estaban exaltados y dijeron que se reunieron con el canciller Rodolfo Nin Novoa que prometió soluciones, pero que hasta el momento eso no se han concretado.

El expresidente José Mujica, quien negoció el año pasado la llegada de los excautivos, había dicho que Estados Unidos debía colaborar económicamente con ellos mientras permanezcan en Uruguay. Pero luego de esos comentarios el presidente Tabaré Vázquez se reunió con su colega estadounidense Barack Obama en Panamá y no surgió ningún novedad al respecto. En esa oportunidad Vázquez aseguró que Acnur se encargaría de mantener a los liberados. Antes, el canciller Nin Novoa había dicho con claridad que Uruguay no recibiría más cautivos de Guantánamo. Diyab ya había amenazado con realizar una huelga de hambre frente a la embajada en protesta por las condiciones en que viven los seis refugiados, pero el canciller lo visitó en la casa de Palermo y logró disuadirlo.

A los seis refugiados se les ha ofrecido trabajo pero ninguna tiene un empleo hasta ahora. Aducen que no dominan el español y que no están preparados para trabajar.

Cuando El País le preguntó a Ahjan si el gobierno uruguayo les había dado seguridades de que va a colaborar con ellos, dijo: "pregúnteselo a su gobierno". Interrogado respecto a si pensaban quedarse frente a la embajada a pasar la noche, respondió: "por supuesto". Los hombres estaban animados y hablaban por teléfono en árabe permanentemente.

Todo indica que se avecina un dolor de cabeza para el gobierno de Vázquez.

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