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Prohíben las operaciones de definición de sexo en la niñez

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El nacimiento es uno de los momentos más comunes en los que se detecta la intersexualidad. Foto: Archivo

CAMBIO EN LA LEGISLACIÓN

Salvo que exista riesgo de salud, piden esperar a que haya consentimiento.

Hasta hace unos años en las puertas de las salas de maternidad había dos luces: una celeste que se encendía si el recién nacido era un varón y una rosa para el caso que fuera nena. Cuando Ximena llegó a este mundo los médicos no supieron cuál luz prender. No sabían si el órgano sexual de Ximena era un clítoris muy grande o un pene muy pequeño. Para zanjar la duda convencieron a los padres de que era necesario operarla. Y aquella intervención, aparentemente sencilla, fue su condena. Tuvo que vivir como mujer cuando su cuerpo tenía, en realidad, los cromosomas XY pertenecientes a los varones.

Ximena conoció su historia bastante después, cuando pasaban los años y no le llegaba la menstruación. Su ginecólogo fue quien le contó la verdad, pero ya era demasiado tarde como para revertir aquella opción que sus padres y el neonatólogo habían tomado tras el parto. Su caso y el de cientos de personas intersex que pasaron por el bisturí cuando eran niños y sin su consentimiento, son desde diciembre los últimos rastros de una etapa cerrada en la medicina uruguaya.

La ley de violencia de género que aprobó hace un mes el Parlamento, prohíbe "los procedimientos médicos innecesarios" en los niños y jóvenes intersex, excepto en los casos en que haya riesgo para su salud.

Resulta que entre la dicotomía hombre-mujer hay otro montón de variantes híbridas, al menos eso es lo que consideran médicos y psicólogos. No se trata de niños trans, sino de personas que tienen características de ambos sexos.

El colectivo que brega por los derechos de las minorías sexuales ha incorporado a su sigla el término intersex, y al "LGBT" le sumó la "I". Pese a ser tenidos en cuenta, los intersexuales han quedado bastante más invisibilizados que otras poblaciones. De hecho los directivos de Ovejas Negras —la mayor organización del país sobre diversidad sexual— desconocen la existencia de casos en el país.

Según la Organización Mundial de la Salud, el 1% de la población es intersex. Se trata de un grupo que, estadísticamente, es comparable a la cantidad de pelirrojos que hay en el planeta. Pero así como Irlanda concentra más pelirrojos que otros países, es de esperar que con los intersexuales ocurra lo mismo, explicó a El País Paulina Troncoso, médica que ha asesorado sobre el tema al Ministerio de Salud de Chile.

Atropello.

Hay personas que tienen testículos (femenizantes) con vulva y vagina pero sin útero. Imagine la desesperación de ellas por ser madres. O la angustia de un adolescente con un pene muy pequeño cuando entra a las duchas del club. O la desazón de quien siempre vivió como varón y en una charla con un médico se entera que, genéticamente, es mujer. Ahora súmele la ansiedad de los profesionales por resolverlo todo ya, por querer definir a un niño desde chico para que "cuaje en una etiqueta". El resultado es que "se toman decisiones a las apuradas sin comprensión, sin medir las consecuencias de una intervención, sin el debido tiempo", explicó Daniel Márquez, docente de Medicina Comunitaria y referente de la policlínica del Saint Bois.

Desde hace tres años, Márquez y su equipo están intentado formar a los médicos para que escuchen a sus pacientes y comprendan que "la intersexualidad no siempre tiene una patología detrás".

Este proceso de "despatologización" no es simple, admite la médica Troncoso. "Los médicos hemos pensado que hay que arreglar cosméticamente al recién nacido suponiendo que así no tendrá problemas en el futuro", dice. Recién las manifestaciones de intersex en los años 60 han dejado en claro "lo que sufre una persona que fue intervenida sin su consentimiento (ver recuadro aparte)". Y, a la inversa, "hay muchos que no fueron operados y no arrastraron ningún problema".

En Uruguay, donde se permite el cambio de nombre y sexo en el Registro Civil, hay aún menos necesidad de "apurar" las decisiones, explicó.

Eso sí, aclaró Márquez, existen algunas condiciones que sí merecen la cirugía, como cuando hay una atrofia en un órgano y, por ejemplo, a la persona le cuesta orinar. Pero en otras ocasiones, dijo Márquez, "es necesario evaluar si existe o no un problema funcional y, de no haber, es preferible conversar con el paciente, informar sobre todos y que sea el usuario el que tome la decisión".

La gran mayoría de los casos de intersex que pasaron por la policlínica del Saint Bois, "solo querían una orientación, tener una respuesta, charlar sobre lo que han ocultado por años", contó el médico. De hecho a muchos pacientes "sus padres nunca les hablaron del tema porque pensaban que, de callarlo, les estaban haciendo un favor".

PUEBLO EN QUE SON NIÑAS UN RATO

"El pene les crece recién a los 12 años"

Güevedoces, por "pene a los 12", es el nombre que reciben muchos de los niños en la provincia de Barahona, al sur de República Dominicana. En 1951 se documentaron los primeros casos, en este lugar, de chicos que eran criados como niñas y a los que en la pubertad les crecía el falo y les descendían los testículos.

Todo radica en la deficiencia de una enzima (5 alfa reductasa) que es central en el desarrollo de los genitales masculinos. Los güevedoces son personas con sexo genético XY, que expresan características masculinas, aunque esto desde lo exterior se hace visible recién en el comienzo de la adolescencia.

"Nunca me gustó vestirme como una niña y cuando me traían juguetes para niñas nunca los utilizaba. Cuando veía a un grupo de niños, me paraba para jugar a la pelota con ellos", había dicho Johnny a la BBC, en uno de los tantos reportajes periodísticos que han tenido como epicentro a esta comunidad. Pero más allá de las complicaciones, los pobladores aprendieron a tomar el fenómeno con total normalidad; más aún cuando los científicos comprobaron que los genitales masculinos funcionan bien.

Distinto es lo que les acontece a otros intersex en el mundo. En Chile se dio uno de los casos más emblemáticos. Ale nació en 1993. A los 12 años demandó a la Suprema Corte de Chile y pidió una recompensa por US$ 174 mil. Lo operaron al menos dos veces y se sintió: "violado y torturado".

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