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El primer viaje a la Antártida

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Endurance: el barco inglés durante la Expedición Imperial Transantártica. Foto: Wikipedia

Conmemoran 100 años de la temeraria expedición uruguaya hacia el continente blanco.

No fueron integrantes de selecciones de fútbol los primeros uruguayos en ser recibidos como héroes después de conquistas deslumbrantes, como las olimpiadas de 1924 en Colombes y de 1928 en Amsterdam.

Las medallas de oro obtenidas en aquellos años lanzaron a miles hacia las calles de la Ciudad Vieja, como no se había dado después de otros triunfos anteriores, más regionales y no tan removedores, por ejemplo la Co-pa América que el 17 de julio de 1916 Uruguay ganó en Argentina.

En realidad, los primeros laurea-dos a nivel popular también llegaron en barco a la bahía pero eran marinos, un puñado de oficiales junto a la tripulación de un pesquero, más contratados y hasta voluntarios de un crucero y un cañonero.

El 14 de julio de 1916, a las 14:00 horas, entre pitos y sirenas de los buques fondeados en el Puerto de Montevideo fueron recibidos con júbilo los expedicionarios del "Instituto de Pesca Nº 1". Bajo un sol radiante y un mar tranquilo, desde la mañana decenas de personas avanzaban contra los muelles para ganar un lugar en los vapores que desde la hora 13:00 estaban atracados al este del Muelle Maciel.

Del otro lado, al oeste, había más buques pero reservados a las asociaciones de estudiantes, familiares de los marinos glorificados y clubes náuticos.

Además de los que embarcaron en una docena de vapores para realizar el homenaje, no menos de 10.000 personas se agolpaban en tierra dispuestas a gritar sus "vivas".

Toda la formalidad prevista y los dispositivos de orden terminaron flaqueando; la policía resultó desbordada y pasó a integrarse a la masa eufórica y cálida.

Considerando que en todo Montevideo residían hace cien años 373.964 habitantes, si aquella bienvenida se diera hoy, puede estimarse que entre 40 y 50.000 personas habrían invadido y hecho colapsar la zona de la celebración.

No faltaron entonces las corporaciones juveniles "Exploradores Orientales", "Vanguardias de la Patria" y "Boy Scouts", ni representantes de la Armada, la Federación Sportiva, el Yacht Club Uruguayo, el Montevideo Rowing Club, el Club Nacional de Regatas y las empresas relacionadas con el quehacer marítimo.

El "Instituto de Pesca N° 1" se había convertido en el primer vapor nacional de casco de hierro que navegó en altas latitudes durante el invierno polar. Realizó la primera expedición oficial uruguaya hacia la Antártida para intentar el rescate de los navegantes de un barco inglés hundido, el Endurance, un bergantín construido en Noruega, de 45,62 metros de eslora y 7,05 de manga. Su expedición había pretendido la conquista del Polo Sur.

El aventurero Sir Ernest Henry Shackleton ya lo había intentado a principios del siglo XX, pero el fracaso no lo paralizó. Volvió a la carga a fines de 1914, cuando consiguió finanzas y convenció a casi una treintena de hombres con un llamado no muy estimulante.

"Busco voluntarios para un viaje peligroso. Se ofrece: sueldo exiguo, frío intenso y se garantizan largas horas en absoluta oscuridad. Un regreso incierto. Honores y reconocimiento en caso de finalizar el viaje con éxito", decía la convocatoria.

Foto: Wikipedia
Foto: Wikipedia

Socorro.

La historia de lo acontecido en esa travesía ya está escrita por los británicos, novelada y hasta ficcionalizada en imágenes, pero el capítulo dedicado a la intervención uruguaya ha sido salteado.

A nivel local, por el contrario, una minuciosa descripción compone un libro de Juan José Mazzeo. También quedaron los apuntes en el cuaderno de bitácora del barco uruguayo, los intercambios epistolares o las notas de prensa de la época.

No obstante, un relato abreviado, en base a esas fuentes, parece ahora necesario puesto que los hechos se fueron perdiendo en la memoria colectiva de todo el país y son desconocidos para quienes no están vinculados al mundo marino, sean civiles o militares.

Fue el 1° de junio de 1916 que un despacho telegráfico advertía: "El famoso explorador teniente Shackleton está sano y salvo en las Malvinas, que como se sabe es muy cerca de Montevideo".

El oficial había dejado a gran parte de la tripulación del Endurance en la soledad antártica, a unos 2.000 kilómetros de la meta. Después de un viaje dificultoso, inclemente, Shackleton llegó a las Malvinas y solicitó auxilio para sus marinos.

Este irlandés de 42 años era el jefe de aquel navío en el que viajaron 28 hombres, entre oficiales, marineros, foguistas, maquinistas, un cirujano, un geólogo, un biólogo y un meteorólogo, entre otros, como el polizón que terminó de camarero.

Al llegar al Mar de Weddell los hielos estaban más intratables de lo que nunca habían visto antes; el Endurance quedó muy escorado a una banda y con daños que obligaron a abandonarlo. Eso ocurrió el 27 de octubre de 1915 y la nave se hundió en noviembre. Después de múltiples peripecias, a mediados de abril de 1916 los náufragos terminaron refugiados en la Isla Elefante, una de las dos que podrían haber abordado en Shetland del Sur; la otra era la Rey Jorge l.

El 24 de ese mes Shackleton y cinco compañeros zarparon y durante 16 días navegaron por la costa oeste de la Georgia del Sur, para después remontar a pie un suelo escarpado, montañoso, hasta dar con una estación ballenera.

Shackleton y dos de sus oficiales hicieron un intento de volver a la Isla Elefante en un buque que tampoco pudo con los hielos y se quedó sin carbón. Solo era viable el retorno y telegrafiar desde la estación de Puerto Stanley haciendo el pedido de socorro, al que respondió el vapor uruguayo, que partió el 8 de junio de 1916.

Preparativos.

El "Instituto de Pesca N°1" había cumplido 10 años de construido en Escocia, donde fue bautizado con el nombre "Princess Royal". Primero estuvo dedicado a la pesca en el Mar del Norte, en 1909 lo adquirió la empresa argentina "Compañía de Pesca del Río de la Plata" y en 1912 "La Pescadora Argentina", siendo rebautizado como "Diez".

Desde entonces había violado más de una vez las aguas jurisdiccionales uruguayas, hasta que sus dueños ofrecieron venderlo a la dirección del Instituto de Pesca, dependiente del Ministro de Industrias, cartera dirigida por el doctor Juan José de Amézaga. Los importantes preparativos del buque antes de partir hacia la Antártida solo llevaron tres días, un récord.

Se reforzó la proa e instaló a bordo calefacción y un transmisor radiotelégrafo de 200 millas de alcance. Las cámaras de frío para el pescado pasaron a ser alojamientos de marinos y depósitos de aceites, grasas y manteca, carnes saladas, café, licores, pieles, frazadas, botas, buzos gruesos de lana, chapas, maderas, repuestos y herramientas. Las armas distribuidas fueron carabinas Máuser, y decidió colocarse un cañón de tiro rápido —del Crucero Montevideo— a fin de emitir señales o romper los hielos.

En total, las provisiones pesaron 250 toneladas, lo calculado para un tour humanitario de 3 meses. Eso hizo descender 30 centímetros la línea de flotación habitual del barco.

El director meteorológico nacional, agrimensor Hamlet Bazzano, dio además instrucciones para una serie de estudios climatológicos y oceanográficos que inaugurarían la historia científica local en el continente blanco.

La expedición a cargo del teniente de navío uruguayo Ruperto Leopoldo Elichiribehety llegó con éxito a las Islas Malvinas, en donde embarcaron el capitán del Endurance, Frank Worsley, su segundo oficial Thomas Crean y Sir Ernest Henry Shackleton. Este les dijo a todos los hombres del vapor uruguayo que había un noventa por ciento de posibilidades de que no regresaran jamás.

Empero, nadie se bajó a tierra y el 21 de junio de 1916 estuvieron todos muy cerca de la exaltación. Los picos blancos de la Isla Elefante estaban ahí.

Sin embargo también los rodeaba una serie de hielos que se adherían a las bandas del barco, disminuyendo su marcha y capacidad de maniobra.

Decisión crítica.

El propio Shackleton comenzó a proferir advertencias y a reclamar un retorno a las Malvinas. Un consejo de oficiales convocado por el comandante Ruperto Elichiribehety le dio la razón, si bien a regañadientes.

Se hicieron disparos de cañón con el ánimo de hacer llegar a los náufragos un mensaje de esperanza: los estaban buscando y seguirían haciéndolo. También dejaron víveres sobre las aguas congeladas.

En su marcha atrás, el pesquero se topó con bloques de hielo a la deriva que llegaban a 20 metros de altura sobre el nivel del mar; la situación era aún más peligrosa que cuando pudo divisarse la isla a unos 36 kilómetros de distancia.

El casco del barco estaba afectado por encontronazos con los gigantes helados, y también se dañó el condensador de vapor. Hubo que navegar a vela durante unas horas y soportar algún temporal. El 25 de junio, el barco llegó al fin a Puerto Stanley.

Por un momento se encendió la mecha del deseo de revancha no bien quedaran listas las reparaciones principales. Pero contra ese sueño terminó siendo inviable reemprender la temeraria misión. El aparente fracaso pronto en cambio revoltó en triunfo. Lo quijotesco del empeño, como dijo un cronista de aquellos tiempos, la tenacidad demencial, el acto de valor de los marinos profesionales y voluntarios fue lo que dio lugar a los vítores clamados a voz en cuello en el Puerto de Montevideo. Con mejor clima y los hielos más flojos, desde Punta Arenas, recorriendo una distancia mucho menor, una nave chilena hizo el rescate el 30 de agosto de 1916.

Hemisferios sur y norte recuerdan a su manera.

La Royal Geographic Society restauró fotos de la mítica Expedición Endurance que comenzó en 1914 y conjugó proezas con fracasos. El barco británico quedó atrapado en el hielo y sus tripulantes fueron rescatados después de varios intentos fallidos. A cien años de esta historia, mientras las fotos de Frank Hurley se verán en el Reino Unido, Estados Unidos, Canadá y Australia, en Uruguay el Instituto Antártico y el Museo Naval conmemoran la expedición de un buque nacional que fue al rescate en 1916 y realizó investigaciones científicas.

Pabellón nacional atesorado en museo.

El barco uruguayo que hace cien años encaró la primera expedición a la Antártida volvió a la labor pesquera. En 1936 fue rebautizado "Aldebarán", nombre que mantuvo hasta 1942 cuando resultó transferido a la Inspección General de Marina. En 1953 lo compró un particular y terminó desguazado en Capurro.

La bandera uruguaya que flameó por primera vez en el continente blanco, en pleno invierno, entre vientos y tempestades, con temperaturas de -25° C se encuentra hoy en el Museo Naval, ubicado en la rambla y Luis Alberto de Herrera. Allí está abierta al público una exposición que además de exhibir el pabellón nacional dentro de una caja vidriada, presenta imágenes y datos de distintas etapas de la travesía y de figuras que quedaron en la mejor historia, como el teniente de navío Ruperto Elichiribehety.

El Instituto Antártico conmemoró este mes en la Escuela Naval el centenario de la expedición, destacando, además del esmero humanitario, el valor científico del viaje, las observaciones meteorológicas y de las corrientes marinas.

El Correo Uruguayo emitió un sello que rinde tributo a todo eso, y en el evento quedó presentada también una reedición del libro "1916: Marinos Uruguayos en la Antártida", investigación del capitán de Corbeta Juan José Mazzeo. Publicada originariamente por la Liga Marítima Uruguaya en mayo de 1989, la obra fue digitalizada por el teniente coronel Waldemar Fontes en mayo de 2008.

Los datos principales de la nota de esta página se resumieron de esa versión digital facilitada a El País por Albert Lluberas, glaciólogo y director de la secretaría general del Instituto Antártico.

La expedición Transantártica.

La Expedición Imperial Transantártica (1914-1917) tenía como meta cruzar a pie todo el continente antártico, desde el Mar de Weddell hasta el Mar de Ross. La expedición de Shackleton a bordo del Endurance zarpó de Georgia del Sur en diciembre de 1914. En enero de 1915 los témpanos se fueron cerrando en torno al buque hasta atraparlo. Los tripulantes establecieron un campamento sobre el mar congelado. En noviembre de 1915, al comenzar el deshielo, el Endurance se hundió. Los tripulantes quedaron a la deriva sobre un gran témpano. El 14 abril de 1916 pisaban tierra firme en la Isla Elefante. El 20 de mayo de 1916 Shackleton arribó a la factoría ballenera Stromness. Después solo le quedó pedir ayuda por telégrafo. El gobierno uruguayo de Feliciano Viera decretó el rescate.

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Endurance: el barco inglés durante la Expedición Imperial Transantártica. Foto: Wikipedia

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