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Poemas y Voces Anónimas para combatir la adicción a drogas

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Cristina Deberti, licenciada Bibliotecología en el exterior. Foto: A. Colmegna

Aplican la biblioterapia para que pacientes expresen sus miedos y deseos.

Unas 40 personas adictas a las drogas se someten al mes a sesiones de "biblioterapia" en el Portal Amarillo. Se trata de una técnica que, desde hace 10 años, los ayuda a exponer sus sentimientos y en algunos casos los alfabetiza.

La herramienta es aplicada por Cristina Deberti, directora de la única biblioteca del país destinada para pacientes con problemas de sustancias psicoactivas. "La idea es aproximar a los pacientes a los libros. Son poblaciones que se autoexcluyen, que están excluidas de la cultura escrita", indicó.

La mayoría de los pacientes nunca ingresó en una biblioteca y algunos no saben leer ni escribir. Poseen un perfil marcado: son "policonsumidores" que, en general, empezaron por el alcohol y luego pasaron a otras drogas como la cocaína y la pasta base.

Tienen entre 15 y 35 años y asisten a sesiones obligatorias tres veces por semana durante un mes. En esos encuentros, de 45 minutos de duración, Deberti detecta un síndrome de abstinencia de consumo muy grande. "Que logren concentrarse ese tiempo es un logro de por sí", puntualizó.

Cuando esta biblioterapeuta inició la técnica hace 10 años, elegía los libros a leer. Luego, decidió cambiar de estrategia: escoge libros "variados": desde textos de Condorito, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges a Mario Benedetti y ellos eligen el que tienen ganas. "Es un espacio de libertad", afirmó. "Que cada paciente tome esas palabras de acuerdo a su subjetividad y exprese lo que le pasa", contó.

Además de escoger sus textos favoritos, en el lugar también escuchan "audiolibros" y leen en voz alta en encuentros cuya asistencia es de 10 personas por sesión.

Algunos de los libros más solicitados por los pacientes son los de Voces Anónimas, que narran historias basadas en hechos reales con elementos sobrenaturales y paranormales. "Les gusta sentir la adrenalina del misterio", indicó Deberti.

La biblioterapia, también utilizada por funcionarios del lugar, no tiene elementos científicos para medir su efectividad ya que el enfoque del tratamiento es "integral". En algunos casos, Deberti detecta que alguien se muestra más abierto a expresar sus angustias y miedos y en otros casos se entera de su efecto "sanador" por comentarios de terceros.

En general, al ingresar a la biblioteca la ven "algo aburrida". Pero la motivación crece en la mayoría de los casos. Aconteció con un joven al principio desinteresado con esta terapia. Luego de leer el texto de un hombre que había estado preso y luego de esa experiencia logró rehacer su vida le interesó volver a leerla. Tras la sesión le pidió a Deberti si podía llevarse la narración. A la semana retornó y contó que había leído el texto con su madre. "El hecho de haber compartido el texto con ella provocó que hablaran de muchas cosas que les pasaba a los dos. Antes no existía ese espacio", recordó Deberti.

Amantes del poema.

Es el instrumento terapéutico más efectivo de la biblioteca. Funciona por lo breve y por su capacidad de cautivar con su ritmo. Además del contenido, Deberti describe "el placer estético" que sienten los pacientes al escucharlos.

En el lugar también utilizan el "Armapoesías", un conjunto de 400 palabras colocadas en imanes, que son utilizadas para crear versos. Los temas que suelen aparecer son la soledad, la incompresión social, la discriminación, el amor y la recuperación de los seres queridos. "La sustancia anestesia los sentimientos. Si están sin consumir, empiezan a aflorar", indicó.

También tienen una caja con fragmentos de libros y poemas de distintos autores, que están puestos en la biblioteca para que alguno lo agarren. Muchas veces se lo llevan, otras veces se lo regalan a familiares cuando van a visitarlos. Siempre toman un texto de ahí porque "es más fácil" que agarrar un libro.

La biblioteca también significó un lugar de formación para al menos tres poetas.

Los que leen estos textos se sienten reflejados y encuentran significado en estos poemas. "Es algo que les enciende porque es lo que ellos vivoeron", comentó Deberti.

Fue el caso de Vicente Gómez, un hombre que logró salir de la adicción y hoy participa de maratones de lectura organizadas por la biblioteca. "Acá empezó a motivarse y escribió cuadernos y cuadernos", dijo.

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Cristina Deberti, licenciada Bibliotecología en el exterior. Foto: A. Colmegna

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