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La plata no está

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"La plata está”, decía un personaje de una serie televisiva de ficción uruguaya, ante una asamblea indignada, porque los jugadores del cuadro de barrio hacía meses que no cobraban sus salarios. Esa escena fue insólitamente premonitoria de lo que pasaría al poco tiempo con la serie misma: los productores no pudieron cubrir sus altos costos y enfrentaron un conflicto que puso en riesgo la culminación de la producción y a la postre, la desmereció ostensiblemente.

"La plata está”, decía un personaje de una serie televisiva de ficción uruguaya, ante una asamblea indignada, porque los jugadores del cuadro de barrio hacía meses que no cobraban sus salarios. Esa escena fue insólitamente premonitoria de lo que pasaría al poco tiempo con la serie misma: los productores no pudieron cubrir sus altos costos y enfrentaron un conflicto que puso en riesgo la culminación de la producción y a la postre, la desmereció ostensiblemente.

La anécdota me vino a la mente a raíz del conflicto que entabla la Sociedad Uruguaya de Actores con la Intendencia de Montevideo, por los recortes presupuestales al Programa de Fortalecimiento de las Artes. Se trata de uno de los buques insignia culturales de la administración anterior, que permitió la contratación de artistas con salarios dignos para la realización de espectáculos seleccionados por concurso, en todos los barrios de la ciudad. Días pasados, el gremio de los artistas teatrales realizó una manifestación con lectura de proclama, reclamando a las nuevas autoridades municipales que no suspendan ni recorten este programa, en atención a su valor cultural y social, y teniendo en cuenta, por otra parte, que su mantenimiento integraba el plan de gobierno con que Daniel Martínez alcanzó la victoria electoral.

Según consigna La Diaria, en la manifestación no faltaron las parodias y los reclamos personalizados en la actual directora de Cultura de la IM, Mariana Percovich. Una actitud injusta, porque no hay quien no note que Percovich, una brillante autora y directora teatral, poco tiene que ver con una decisión nacida de la administración municipal, preocupada por abatir un déficit colosal que compromete el bolsillo de los montevideanos de esta y futuras generaciones. Los destinatarios de la protesta deberían ser los administradores correspondientes, con el intendente Martínez a la cabeza, que no miden la inversión en cultura con la misma vara con que promueven nuevos endeudamientos en obras de infraestructura, prometidas en campaña electoral, con similar liviandad.

Ahora que una intendencia que recauda casi dos millones de dólares por día debió volver a endeudarse solo para pagar sueldos, pone de manifiesto un problema de importancia infinitamente mayor al margen de decisión de una bien intencionada directora de Cultura: el de una gestión frenteamplista que ha sido ineficiente y que, a sabiendas de sus agujeros negros, no dudó en prometer obras de infraestructura multimillonarias, que pretende concretar con más endeudamiento.

Mientras tanto, el poder socializador y superador de la marginación que solo aporta la política cultural, sigue relegado por las autoridades, porque como se sabe, el teatro y el arte en general nunca aparecen entre las principales preocupaciones de los vecinos en las encuestas.

El Programa de Fortalecimiento de las Artes, más allá de algunos errores de implementación, llevó grandes textos de la dramaturgia nacional y mundial a todos los rincones montevideanos.

Si esto se hiciera por la vía de la iniciativa privada sería inviable, porque el mercado no lo pagaría, como no pagó ni al club de fútbol de barrio ni a la serie televisiva que lo ficcionaba. El problema es definir cuándo tendremos gobernantes capaces de reconocer esta inversión imprescindible para el mejoramiento de la cultura y la convivencia.

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Álvaro Ahunchain

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