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Muy solo

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Asolo cinco meses de haber iniciado su segundo mandato, el mismo que conquistó tras haber ganado con comodidad el balotaje de noviembre pasado, el presidente Tabaré Vázquez luce —por momentos— sorpresivamente solo.

El conflicto en la Enseñanza —el mismo de cada Presupuesto y cada Rendición de Cuentas— no solo mostró al gobierno lento de reflejos primero y encerrado en su burbuja de esencialidad después. También dejó algunas conclusiones ciertamente más profundas. Y bastante más preocupantes.

Ha quedado claro que el presidente no domina a la fuerza política que lo llevó a la Presidencia. Su decreto de esencialidad fue mucho más criticado que defendido por los legisladores y la dirigencia frenteamplista. Casi nadie se quedó con las ganas de opinar dentro de la coalición. Y no hubo empacho en enmendarle la plana al mandatario. Ni en decir públicamente que se había equivocado. Ni en pedirle que diera marcha atrás.

Algunos dirigentes del Pit-Cnt trataron de lanzarle una soga y de aplacar a los docentes. No pudieron. La mayoría quería hacerle pagar al presidente y su ministra la osadía de declarar la esencialidad en la educación. "Gobierno progresista/decreto pachequista", le gritaron a Vázquez en la cara en los actos del 25 de agosto. Sobran los dedos de una mano para contar los dirigentes frenteamplistas que salieron a defender a su presidente.

¿Mujica? Bien, gracias. Recorriendo el mundo, mientras su barra destroza a Vázquez y le pone un obs-táculo tras otro. ¿Sendic? Más preocupado de terminar con Astori que de respaldar al presidente y de defender la institucionalidad. ¿Astori? Quizá más solo que el propio Vázquez.

Los médicos llamaron al paro. Y hablaron muy duro del gobierno, del presidente, de su ministro y de la conducción de la Salud Pública en el Uruguay. Hubiera sido un escándalo de no mediar la esencialidad en la Enseñanza y la tragedia del Sirpa.

Es que los sindicatos públicos parecieran tener a Vázquez y a algunos de sus ministros en la mira. Le acusar de recortar inversiones y de querer privatizar empresas públicas. Sí, leyó bien. Pautan en televisión para decirle a Vázquez lo mismo que le decían a Lacalle. Y nadie sale a defender al presidente.

Los sindicatos privados, mal acostumbrados a los tiempos de vacas gordas, piden y piden. Siempre piden. Ocupan. Hacen paros por tiempo indeterminado. No respetan ni las decisiones de la Dinatra, a cuyo director el Partido Comunista tiene condicionado. Quieren más dinero. Pero además quieren más poder. Todo el poder. Las empresas deben trabajar como ellos quieren. A veces pareciera que quieren fundirlas, para luego levantar las banderas de la autogestión con plata ajena.

Vázquez es el hombre que llevó al Frente Amplio nuevamente al poder. Pero en el Frente Amplio a nadie, o al menos a muy pocos, eso pareciera importarle demasiado a estas alturas del partido.

Mientras cada uno hace la suya, el mundo sigue andando. China devalúa. Brasil cae en recesión. Argentina cruje. Entrecasa, despidos y seguros de paro se suceden. La economía se frenó.

¿Y el gobierno? Bien, gracias. Tirando.

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La Columna de Pepe preguntón

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