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Los partidos unidos en torno al reclamo por genocidio armenio

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Vázquez, Sanguinetti, Lacalle, Batlle y Mujica recibieron reconocimiento. Foto: Presidencia.
[[[Alvaro Salas

Todo genocidio vive siempre en la memoria". La frase de Javier Polatian, representante de la colectividad armenia en Uruguay, resume un sentimiento, y la presencia del presidente Tabaré Vázquez, así como de los exmandatarios Julio María Sanguinetti, Luis Alberto Lacalle, Jorge Batlle y José Mujica, mostró la cohesión de los partidos políticos detrás del reclamo del pueblo de Armenia, en la conmemoración del centenario del genocidio, recordado con una ceremonia en el Palacio Legislativo.

En estos días se cumplieron 50 años del reconocimiento oficial de Uruguay del genocidio armenio, el primer país del mundo que lo hizo en 1965, cuando a iniciativa de todos los partidos políticos se aprobara una ley declarando el genocidio y estableciendo su conmemoración cada año.

El hecho ocurrido medio siglo atrás no pasó desapercibido para Armenia. En estos días, en Yerevan, su capital, se recordó el genocidio con la presencia de autoridades de todo el mundo. El primer ministro Hovik Abrahamian tuvo un especial gesto y valoración para Uruguay, cuya delegación oficial estuvo encabezada por el vicecanciller José Luis Cancela.

El Palacio Legislativo apareció ayer desbordado de público. Vázquez y los expresidentes Sanguinetti, Batlle, Lacalle y Mujica recibieron reconocimientos públicos de parte de la colectividad por su compromiso con la denuncia del genocidio, y se tomaron una foto que hoy es histórica. Sanguinetti y los exlegisladores nacionalistas Carlos Julio Pereyra y Uruguay Tourné fueron también reconocidos por ser los sobrevivientes de las sesiones del Parlamento que votaron la ley de 1965.

Mujica llegó algo tarde a la ceremonia, cuando ya había comenzado, y se ubicó en la sexta fila. Más tarde participó en un acto de campaña del MLN-T en apoyo a su esposa Lucía Topolansky.

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En la ceremonia, el vicepresidente Raúl Sendic dijo en referencia al holocausto que "lo recordamos como un ataque contra la vida", y que ese tipo de crimen masivo muestra "la peor degradación del ser humano".

"Luego de un genocidio, surge naturalmente —no me pregunten por qué— la voluntad de honrar la vida", resumió. "El genocidio del pueblo armenio pudo silenciar y destruir, pero no pudo acallar la lucha de quienes aún gritan al mundo que la batalla sigue", afirmó Sendic.

Xenofobia.

Polatian hizo una fuerte crítica a las actuales autoridades de Turquía, al bloqueo de la frontera común que ocurre desde 1993, y en general a la "actitud xenófoba" de ese país.

"Se perpetúa la negación" del genocidio armenio, lo cual "es la peor vileza" y una "muestra de intolerancia", sostuvo. Polatian subrayó la "valentía" del pueblo uruguayo por promover antes que nadie un reconocimiento al genocidio, en 1965, y afirmó que esa fue "una señal de sensibilidad que distingue" al Uruguay.

Ayer, el Comité Central Israelita, la entidad que nuclea a la colectividad judía en el Uruguay, transmitió su saludo y acompañó "el recuerdo del millón y medio de armenios asesinados". Asimismo, a través de las diferentes instituciones judías del país, el Comité Central participó de las actividades que se vienen realizando por dicha conmemoración.

"La paz y la armonía entre los distintos pueblos del mundo solo podrá conseguirse apelando a la memoria, en un marco de pleno respeto por la tolerancia y los derechos humanos", dijo la organización que preside el periodista Sergio Gorzy en un comunicado.

También ayer, en un comunicado, el Ministerio de Relaciones Exteriores llamó a la comunidad internacional a promover "los principios compartidos, como la convivencia pacífica, la tolerancia, el respeto a la diversidad y la solución pacífica de las controversias". "Uruguay ha tenido históricamente una postura clara en torno a la condena del genocidio, así como de cualquier otra atrocidad masiva", afirmó la Cancillería.

Genocidio: la marcha de la muerte por el desierto sirio

En 1915, el gobierno otomano ordenó la deportación de los armenios, una comunidad cristiana, a los desiertos de Siria. La participación otomana en la guerra mundial se abrió con una sonora derrota ante los rusos en el frente del Cáucaso. Pese a que la razón principal fue la desastrosa estrategia de los mandos otomanos, el gobierno, liderado de facto por un triunvirato de nacionalistas turcos, la atribuyó al supuesto apoyo de la población local armenia a las tropas del zar.

El 24 de abril de 1915, unos 250 intelectuales y líderes armenios de Estambul fueron detenidos y deportados a Ankara, donde serían ejecutados. Era el inicio de un plan de limpieza étnica que quedaría plasmado en la Ley de Traslado y Reasentamiento, aprobada el 27 de mayo.

La ruta, a través de la estepa de Anatolia y con destino a los desiertos de Siria, se convirtió en verdaderas marchas de la muerte. Sin apenas acceso a comida o agua, diezmados por las enfermedades, miles de armenios murieron por los caminos. Las columnas de deportados eran habitualmente sometidas a las vejaciones de los gendarmes y a los ataques de bandas de kurdos, turcomanos y circasianos, que además de despojarles de sus pertenencias, raptaban a las jóvenes para violarlas o tomarlas como esposas.

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Vázquez, Sanguinetti, Lacalle, Batlle y Mujica recibieron reconocimiento. Foto: Presidencia.

Fue “un ataque a la vida”, dijo Sendic, que pidió el reconocimiento mundial

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