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"Nosotros necesitamos que a Uruguay le vaya muy bien"

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"Si no nos une el amor, por lo menos que une el espanto". Foto: A. Colmegna
Nota a Guillermo Montenegro, embajador argentino en Uruguay, ND 20160330 foto Ariel Colmegna
Archivo El Pais

El embajador de Argentina en Uruguay apela a ejemplos sencillos para explicar los alcances de las relaciones diplomáticas. “Si tu vecino tiene ratas, tarde o temprano vos también las vas a tener. Por eso te conviene que a tu vecino le vaya bien.

Así debemos trabajar”, detalla Montenegro al resumir la misión que le encomendó el presidente Mauricio Macri. Considera que no hay componente ideológico que pueda ponerle freno al vínculo entre ambos países porque “la ideología está perimida”.

—En el Frente Amplio hay sectores que trabajaron en Argentina para que ganara Daniel Scioli. ¿Cuánto pesa la ideología en la relación bilateral?

—No me voy a referir a temas puntuales de la política interna de un país. A nivel general, creo que la discusión ideológica en el mundo está perimida. La política debe pasar por la toma de decisiones para que la gente tenga una mejor calidad de vida. Hay medidas que pueden calificarse como de izquierda, otras de derecha, pero todas deben apuntar al bienestar de la gente. No veo ni por asomo que existan componentes ideológicos que puedan ser un freno para la relación bilateral. Además, hay una orden de los presidentes dirigida a mejorar nuestras relaciones bilaterales.

—Le consta que hay sectores de la izquierda, no sólo en Uruguay, que ven a Macri como una amenaza.

—Macri, cuando era jefe de gobierno en la ciudad de Buenos Aires, armó todo un sistema de Metrobús. El que usa el transporte público va más rápido que el que tiene auto, y así tiene más tiempo para estudiar o estar con su familia. ¿Para quién gobernaba Macri? Para la mayoría, para el que usa en Buenos Aires el sistema de transporte público. ¿Eso es de izquierda o derecha? En su momento un periodista escribió que mientras el gobierno nacional promocionaba que la gente se comprara autos caros, el gobierno de la ciudad mejoraba el transporte público. Así debe ser la política.

—En 1974 el embajador de Argentina en Uruguay envió a su Cancillería un informe que decía que Uruguay se dirigía hacia una grave crisis y que eso iba a beneficiar a Argentina porque fortalecía su posición a la hora de negociar. ¿Esa es la lógica que rige las relaciones diplomáticas entre países?

—Puedo entender esa visión en una época en la que el mundo no estaba globalizado y hasta existía la posibilidad de conflictos bélicos en la región. Hoy nadie puede asumir las relaciones diplomáticas con esa cabeza, y mucho menos entre dos países como Uruguay y Argentina. A nosotros nos sirve que a Uruguay le vaya muy bien. Hoy lo que necesitamos es ayudarnos porque si mi vecino tiene ratas en su casa, tarde o temprano, yo las voy a tener. Lo mejor, siempre, es que al vecino le vaya bien y que exista la suficiente confianza como para que la relación sea sincera.

—Tras más de diez años de relaciones congeladas y decisiones adoptadas por Argentina que perjudicaron a Uruguay, ¿será fácil volver a confiar?

—La verdad es que nadie tiene muy claro por qué ambos países llegaron a tener esa mala relación. No es lógico que así sea con todo lo que nos une. En mi primera reunión como embajador con Macri, él puso énfasis en dos objetivos de mi misión: fortalecer la relación bilateral y la personal con el presidente Vázquez. El 7 de enero, en la reunión de Anchorena, quedó demostrado que Macri tiene como objetivo establecer relaciones sinceras y basadas en la colaboración mutua. El estilo de Macri es muy claro, si las cosas van mal hay que arreglarlas, y si van bien hay que empujarlas. Trabajé ocho años con Macri, lo conozco, si empeña la palabra alcanza con un apretón de manos, no necesita documentos ni firmas. Y mi trabajo es generar relaciones funcionales y dinámicas. Para eso es importante generar confianza y en eso trabajo. Yo le doy mucho valor a la palabra.

—¿Por dónde pasan las prioridades de la relación bilateral?

—Somos muy prácticos. Hay que trabajar en la coyuntura pero también en la proyección estratégica de la región. No solo pasa por el dragado este año o si conviene un puerto de aguas profundas, nosotros debemos pensar en la región dentro de veinte años. Nos acostumbramos a resolver la coyuntura. Si se tapó un caño lo destapamos y punto, y no nos preocupamos por ver si hay que cambiar el caño o hacer otra obra para impedir que vuelva a pasar en diez o quince años. Somos la principal reserva de energía, agua dulce y alimentos del mundo. Si no nos une el amor, que nos una el espanto. Tenemos que ponernos de acuerdo para hacerle frente a la demanda mundial. El poder global real está en otro lado, pero nosotros tenemos mucho para hacernos valer, pero eso pesa si lo hacemos juntos.

—¿Cómo se traducen esas palabras en hechos concretos?

—En turismo, por ejemplo. Tenemos que potenciar el turismo en uno y otro país. Que los argentinos no vengan solamente a Punta del Este, y que Argentina ofrezca otros atractivos como el turismo religioso o de estancia a los uruguayos. Si los dos países tienen una buena oferta, hay que hacerla competir afuera y que el que llega desde otro país recorra Uruguay y Argentina. Cuando uno va a España también cruza a Francia o Italia. Acá debemos hacer lo mismo. Hay que ser más piolas y ofrecer un destino común. Tenemos que llegar a que no exista una frontera entre Uruguay y Argentina. Entre Francia y Suiza nadie te para. Para lograr eso debemos ver cuáles son los problemas a resolver y pensar en las soluciones.

—La seguridad, por ejemplo, frente a delitos como el narcotráfico, la trata o el terrorismo.

—Es así. Si tu vecino pone alarma y vos no, en fija te roban a vos. Si los problemas comunes son el narcotráfico, el terrorismo o la corrupción debemos trabajar juntos. ¿Hay posibilidad de instalar una Corte de Justicia Interamericana y del Caribe? Vamos a pensarlo. Tal vez no sea la solución, pero no podemos darnos el lujo de no pensar. Hay momentos en que las relaciones bilaterales dejan de lado el protocolo y la solemnidad, y la conversación se reduce a un "che, ¿y vos cómo resolviste esto? Así debemos trabajar.

—El narcotráfico avanza en Argentina. ¿Uruguay le ha transmitido preocupación por este problema?

—El delito transnacional está en agenda. Sobre todo debemos tener un intercambio de información fluido, no a través de exhortos judiciales que no manejan los tiempos y eso termina siendo aprovechado por los delincuentes. Hay que buscar celeridad y llegar antes que los delincuentes.

—En la investigación que se sigue en Uruguay sobre la ruta del dinero K uno de los problemas ha sido la demora en el intercambio de información.

—No hemos tenido ningún pedido. Yo trabajo mucho con el correo diplomático para acelerar los pedidos de la Justicia argentina. Pero puntualmente no hemos tenido nada.

—¿Ha hecho gestiones en el caso del asesinato de la joven argentina Lola Chomnalez?

—Tuve reuniones con los padres de Lola en Argentina y en Uruguay. La embajada comparte la preocupación de la familia. Hay que esclarecer este crimen, pero si no se logra que la familia tenga la certeza de que se hizo todo lo posible. Nosotros dimos tranquilidad a la familia sobre el funcionamiento de la Justicia uruguaya.

La justicia, su amigo Mauricio y el fútbol.

Montenegro es abogado, fue fiscal y juez federal hasta que se dedicó a la política. Desde 2007 fue ministro de Justicia y Seguridad en el gobierno de la ciudad de Buenos Aires con Macri, al que llama por su nombre y con quien comparte el fanatismo por Boca. "A Mauricio lo conozco bien. Te cuida hasta el último peso. Me llamaba a las tres de la mañana y me decía tenés las luces del ministerio prendidas".

"Necesitamos gas, no lo ocultamos para regatear".

—La regasificadora depende, en gran medida, de que Argentina comprometa la compra de gas. ¿Uruguay puede contar con ese compromiso?

—Es un tema que da mucho trabajo. Hay que ver qué es lo mejor para los dos países. Lo que nos conviene surge del estudio técnico del tema. El presidente Macri ha sido muy claro, nosotros necesitamos gas porque tenemos un grave problema energético. Hace diez años que en Argentina no se hacen las inversiones necesarias en energía, mientras que Uruguay avanzó en las energías alternativas, como en el caso de la eólica. Nosotros estamos comprando gas y si está cerca, por una razón de flete, nos va a convenir. Necesitamos gas, no lo ocultamos para regatear el precio. Macri ha sido muy franco y abierto. Todo lo demás depende de lo técnico.

—¿Y el puerto de aguas profundas?

—¿Necesitamos uno, dos, cuatro? ¿Dónde deben estar? Nada de eso sabemos aún. Son entre 4.500 y 5.000 millones de dólares de inversión, es obvio que se necesitan capitales privados. Lo que tenemos que analizar es cómo nos conviene que la producción salga de la región para abaratarle los costos a los productores, fundamentalmente a los pequeños y medianos. Necesitamos infraestructura y el Estado debe facilitar la inversión. Ahora, ¿dónde nos conviene que esté? Eso depende de un estudio técnico. Lo importante aquí es la decisión de los dos presidentes y que ya nos pusimos a trabajar en el tema.

—¿Uruguay informó a su país de la posibilidad de construir una tercera planta de celulosa?

—Eso se maneja en los organismos bilaterales como la Comisión Administradora del Río Uruguay. En la embajada no lo sabemos.

—¿Qué le puede ofrecer Uruguay a Argentina?

—Mucho. Por ejemplo, nos interesa la experiencia del Plan Ceibal y de hecho la estamos replicando. También todo lo que se ha hecho en materia de conectividad. En muy poco tiempo han venido a Uruguay el presidente Macri, la vicepresidenta (Gabriela) Michetti, varios ministros y funcionarios. Apostamos a relaciones muy fluidas con Uruguay y estamos dando muestras de que así será.

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"Si no nos une el amor, por lo menos que une el espanto". Foto: A. Colmegna

GUILLERMO MONTENEGROGONZALO TERRA

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