MATERNIDAD

La maternidad es, para muchas mujeres, su principal riqueza y también es, paradójicamente, su condena a la pobreza. Cuanto más hijos tienen, menor es la posibilidad de que trabajen.

Tan es así que, al término del año pasado, solo seis de cada diez mujeres con tres o más hijos estaba incorporada al mercado laboral. Entre los hombres, sin embargo, la variable "hijos" parece no incidir.

Así lo reflejan las estadísticas de género que presentó InMujeres, en base a la Encuesta Continua de Hogares de 2016. Las cifras pintan a las claras, que más allá de leyes de cuotas o militancia feminista, la brecha socioeconómica entre hombres y mujeres sigue siendo similar a la de países que están de mitad de tabla para abajo en términos de equidad.

Aun ante este panorama, la buena noticia es que en diez años se ha podido reducir la distancia entre los hombres y mujeres, al menos en la tasa de actividad. Ellas lograron un aumento de 4,5 puntos porcentuales en una década, mientras que ellos se mantuvieron casi sin cambios.

Pero hay aspectos que siguen incambiados. Los hogares monoparentales (que son, junto a los hogares extendidos, los que reciben menos ingresos para la cantidad de personas que los integran), son predominantemente femeninos: 26% contra 3%. A la inversa, los biparentales son más masculinos: 45% ante 20%.

Otra explicación a la "feminización de la pobreza" es que la mujer suele estar ocupada en trabajos peor remunerados. El caso más emblemático es la tarea de cuidados. El 4% de los ocupados está abocado a tareas de cuidado, y la casi totalidad de ellos (95%) son mujeres, siendo este tipo de empleo "desfavorable" en remuneraciones y seguridad social.