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Le pide a su hijo que se entregue tras secuestro de un empresario

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"Tenés una hija de cuatro años, entregate por ella, dijo Rodríguez. Foto: D. Borrelli.
Eduardo Antonio Rodriguez, padre del secuestrador del empresario, foto Darwin Borrelli, nd 20150619
Archivo El Pais

El calvario no tiene fin para Eduardo. Hace poco más de un año entró por última vez a ver a su hijo que estaba recluido en el Comcar por un delito de rapiña en grado de tentativa. "Se comió cuatro años. Pensé que iba a reflexionar", dijo.

Eduardo, desde hace ya diez días no sabe nada de su hijo. La última noticia que tuvo fue que está vinculado al secuestro del empresario metalúrgico que se produjo el pasado 11 de junio.

"Estábamos mirando la tele con mi pareja y de repente vemos en el informativo la camioneta que se había comprado hace unos meses atrás para que se pusiera a trabajar", contó Eduardo Rodríguez, padre del joven prófugo.

El dinero para comprar la camioneta se lo habían regalado sus abuelos, una vez que salió de prisión, a mediados del año pasado y de inmediato se puso a hacer fletes.

La camioneta, una Fiat Fiorino blanca, apareció en San Martín y Felipe Contucci, en el barrio Marconi, donde el empresario fue abordado por dos delincuentes armados y encapuchados que le exigieron US$ 350.000 y lo hirieron de un balazo en el brazo.

Las cámaras de televisión registraron el vehículo y, en los informativos centrales, apareció la imagen del vehículo y Rodríguez comenzó a recibir llamadas de varios conocidos.

"Sí, estoy viendo", dijo al corredor que le vendió el vehículo, cuando este lo llamó.

"No sabes el lío en el que metiste a tu mujer", le dijo el vendedor a Rodríguez, quien sin dudar le dijo que le pasara su teléfono a la Policía, que el y su esposa iban a declarar. "Y así lo hicimos", señaló.

"Como él había estado preso y terminó en el clearing, tuvimos que poner la camioneta a nombre de mi esposa, para que pudiera salir a trabajar", cuenta Rodríguez con un dejo de tristeza.

Rodríguez y su esposa llegaron a estar 24 horas detenidos por este caso y debido precisamente a que la camioneta estaba a nombre de la mujer. La detención se produjo en el local de la Zona 3, en la avenida Pedro de Mendoza, anterior locación de la Seccional 17a.

"No tengo nada que decir de la Policía, porque mientras estuvimos detenidos, tanto en la comisaría como en el juzgado nos trataron muy bien. Pero el mal trago lo pasamos ambos", señaló Rodríguez.

Y en ese sentido, Eduardo recordó que su esposa sufrió una descompensación luego que la Justicia los dejó en libertad, aunque en calidad de emplazados, por lo que pueden volver a ser citados en cualquier momento.

Su hijo, Mauricio Rodríguez actualmente tiene 26 años, pero el paradero es desconocido. La Policía tiene una orden de captura contra él y uno de sus cómplices, Francisco Rodríguez, de quien Eduardo no tiene idea quén es.

"Tampoco se quiénes eran los dominicanos que supuestamente lo acompañaban cuando cometieron este secuestro", señala el hombre, dolido por la situación.

Inentendible.

En el juzgado, Rodríguez conoció a una tía de uno de los dominicanos procesados por este caso. "Yo no entiendo nada. El dominicano trabajaba para el hombre que secuestraron y le pagaba $ 25.000", indicó.

Rodríguez tampoco se explica como su hijo dio con los dominicanos, ni con la mayoría de la gente con la que se organizó este secuestro.

"Solo conocía a un menor, al que también encontré en el juzgado. Y cuando estábamos por entrar a declarar le pregunté si Mauricio estaba metido en esto y me dijo que sí", recuerda el hombre.

El auto de procesamiento confirma la presencia del prófugo en la escena del hecho. "Dentro de la finca (donde estuvo secuestrado el empresario) se pudo identificar una huella en un envase de refresco, perteneciente a Mauricio Rodríguez", señala el texto.

"En determinado momento, se me cruzó por la cabeza que además estuvieran involucrados en el secuestro de la doctora Salomone", indicó Rodríguez.

"No, amigo. Eso lo hicieron profesionales de verdad", le dijo uno de los policías.

Los últimos días.

El miércoles 10 de junio, Mauricio había llevado a su madre a una mutualista, para que se operara de un problema en la vista.

"Mañana te voy a buscar a las ocho de la mañana para hacer las curaciones", le dijo Mauricio a su madre y comentó, también a su padre, que debía irse a hacer un flete en horas de la noche.

Esa fue la última vez que, tanto Eduardo, como la madre del joven, supieron algo de él, hasta que el otro día vieron la camioneta en la televisión. Nadie sabe su paradero.

Según Rodríguez, su hijo no había mostrado grandes cambios en su conducta los días previos al secuestro del empresario metalúrgico. "Él, a lo sumo se fumaba algún porro, pero no delante mío", señaló Rodríguez.

"Yo le aconsejé que no se regalara. Que ahora que estaba trabajando, tuviera la prudencia de no fumar cuando tuviera que manejar. Que se fumara todo el porro que quisiera, pero que lo hiciera antes de acostarse, para estar tranquilo", añadió el hombre.

Su hijo había caído preso en el año 2010, por un intento de rapiña cometida contra un cliente del taxi en el que trabajaba y en complicidad con un compañero de trabajo.

"Yo sé que después que salió de la cárcel dije que no le iba a llevar ni un pucho más, pero ahora lo que quiero es que aparezca, que se entregue. Le voy a dar todo el apoyo que me sea posible y más", afirmó Rodríguez.

"Tenés una hija de cuatro años. Entregate Mauricio. Hacelo por ella", concluyo el hombre al borde del llanto.

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"Tenés una hija de cuatro años, entregate por ella, dijo Rodríguez. Foto: D. Borrelli.

El joven y un cómplice están prófugos de la Justicia desde hace diez díasDIEGO CASTRO

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