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Lacalle Herrera, el adiós al Senado de un caudillo

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Ayer fue la última sesión del Senado antes de que comience la nueva legislatura el 15 de febrero. Y sirvió para la despedida del Parlamento de uno de los grandes protagonistas de la política uruguaya desde la recuperación de la democracia en 1985: Luis Alberto Lacalle Herrera.

Lacalle anunció su retiro en medio del debate por el proyecto de ley de aumento del tope de deuda. Lo hizo reivindicando la política económica durante su gobierno (1990-1995), y recordando que el hoy ministro de Economía, Mario Bergara, admitió hace unos años que él hubiera adoptada las mismas medidas aunque no las hubiera defendido porque no eran de su partido.

Cerró su discurso diciendo que plantea sus críticas "sin agraviar a nadie". "No fue lo que se hizo con mi persona", agregó.

Cuando desde la presidencia del Senado le alertaron que se le terminaba el tiempo para su intervención, Lacalle atajó: "Esto era lo que tenía para decir", y anunció que la de ayer sería su última sesión.

Luis Alberto Lacalle de Herrera hizo ayer su último discurso en el Senado. Ese hombre de 73 años, que practicó la política durante 56, fue presidente de la República entre 1990 y 1995; el único dirigente del Partido Nacional o Blanco que alcanzó esa responsabilidad en el siglo XX.

Ha sido un eslabón saliente de una larga saga política, que no alcanzó la primera fila de casualidad, sino por persistencia. Su abuelo, Luis Alberto de Herrera, peleó con saña y en cualquier frente contra los colorados: desde las revoluciones saravistas de 1897 y 1904 hasta el triunfo electoral de 1958. Ancestros como Luis de Herrera y Basavilbaso (1806-1869) o Juan José de Herrera (1832-1898) tuvieron mucho que ver con los orígenes del Partido Blanco, luego Partido Nacional. Y su hijo, el joven Luis Alberto Lacalle Pou, actual senador electo, fue candidato presidencial del Partido en 2014 y se propone seguir en la lucha unos cuantos años más.

Lacalle de Herrera, también abogado y productor rural, inició su andadura política en 1958, acompañando la última gira de su abuelo. Luego militó en el Herrerismo que encabezaban sus primos Alberto y Mario Heber Usher. Fue diputado de 1972 hasta el golpe de Estado de 1973. En 1978 fue objeto de un atentado, cuando recibió anónimamente botellas de vino envenenado para sí y para Carlos Julio Pereyra y Mario Heber, que entonces integraban el Directorio clandestino de los blancos. Ninguno de los tres destinatarios bebió de las botellas, salvo la esposa de Heber, Cecilia Fontana, que falle- ció instantes después. Los responsables nunca fueron identificados.

Se opuso al proyecto constitucional autoritario plebiscitado y rechazado en noviembre de 1980 y fue uno de los actores del proceso de apertura democrática. En 1982 presentó listas propias para las elecciones internas partidarias. Ingresó como minoría en el Directorio nacionalista, frente a la mayoría liderada desde el exilio por Wilson Ferreira Aldunate. Fue senador desde 1985 a 1990, y otra vez desde 2010 hasta estos días.

Tras la muerte de Ferreira Aldunate en 1988, que originó reagrupamientos internos en el Partido Nacional, emergió como líder. En fórmula con Gonzalo Aguirre, ganó por un cómodo margen las elecciones nacionales del 26 de noviembre de 1989.

Inició su gobierno el 1º de marzo de 1990 con un ajuste fiscal (la inflación de ese año trepó a 129%) y propuso, con el presidente del Banco Central, Ramón Díaz, iniciar un proceso de reducir la inflación anual a un dígito. Eso se alcanzó en 1998, durante el segundo gobierno de Julio Sanguinetti, después de casi medio siglo de grandes déficits fiscales, gran emisión de billetes y espirales inflacionarias.

Empujó una reforma del Estado y un proceso de liberalización económica. Sin embargo una de sus principales herramientas, la ley de empresas públicas, fue derogada en parte por un plebiscito que impulsó la izquierda y sectores colorados. La porción superviviente de esa ley permitió desmonopolizar algunos sectores, como servicios portuarios o seguros. También se renegoció la deuda pública, entonces muy alta, a través del Plan Brady, y la economía creció a buen ritmo.

En 1991, con el apoyo de todos los partidos con representación parlamentaria, decidió adherir al Mercosur, que había comenzado como una alianza entre Argentina y Brasil. La integración supuso que el intercambio zonal creciera en forma vertical hasta la crisis iniciada con la devaluación de la moneda brasileña en enero de 1999.

Algunos puntos bajos de su gestión fueron la derrota en el plebiscito sobre la ley de Empresas Públicas; el caso del asesinato del químico chileno Eugenio Berríos; la tumultuosa extradición de los vascos integrantes de la banda ETA, que se saldó con un muerto y muchos heridos; y las denuncias de casos de corrupción iniciadas en 1995 que significaron el procesamiento judicial de algunos funcionarios de su gobierno.

Los blancos perdieron por un margen fino las elecciones de 1994, que ganó el Partido Colorado, y Lacalle sufrió una grave derrota en las elecciones nacionales de 1999 (solo 21,72% de los sufragios válidos). Respaldó al colorado Jorge Batlle, luego vencedor, ante el frenteamplista Tabaré Vázquez. Perdió las internas partidarias de 2004 ante Jorge Larrañaga, a quien sin embargo derrotó en 2009, para perder luego la Presidencia ante el frenteamplista José Mujica.

En 2010 asumió como senador y presidió el Directorio del Partido Nacional. De a poco aflojó las riendas, empezando por el Directorio. No compitió en las internas partidarias de 2014, que ganó su hijo, y ayer se despidió de sus pares. Pero como la política la lleva en la sangre, pocos creen que su adiós sea definitivo.

El expresidente participó de su última sesión en la cámara

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