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Un intruso camuflado en la barra carbonera

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El reconocido pintor estuvo un año en la "barra brava" de la Ámsterdam. Foto: Archivo El País
Nota a Gaston Izaguirre , artista plastico uruguayo, ND 20140414, foto Ines Guimaraens - Archivo El País
Archivo El País

Un artista plástico fue a buscar inspiración a la Ámsterdam.

Gastón Izaguirre es un artista plástico uruguayo con gran proyección internacional. Marca su estilo con una línea vanguardista y muchas veces provocadora. La búsqueda de inspiración y su curiosidad natural lo han llevado a cumplir metas insólitas.

Hace apenas dos años que el artista ingresó al mundo de las redes sociales. Desde allí lanza ideas, comentarios, sugerencias de todo tipo y de vez en cuando narra algunas aventuras muy personales.

La semana pasada confesó en las redes sociales que durante un año entero fue a ver los partidos de Peñarol y que se metió en su barra brava.

En realidad no le importa el fútbol pero sí el fenómeno social. "Fue una gran aventura. Yo no opino hasta que conozco las cosas, esto fue una forma de ver qué era todo eso del fútbol", confesó. "Nunca conecté con el fútbol, siempre fui el afeminado que le gustaba el arte. No me tiene que gustar lo que le gusta a todos", explicó a El País.

Todo comenzó con la idea de darle una mano a un amigo. "Yo en esa época trabajaba en publicidad y tenía un compañero de trabajo que, para hacer un mango, imprimía remeras con una frase sobre la leche y el carbonero, ni me acuerdo lo que decía. Un día fui a ayudarlo y lo terminé acompañando durante un año", contó a El País.

Junto a su compañero, iba una hora antes del partido, ponían una cuerda entre los árboles y exhibían las remeras "como en una boutique". Pasaban algunos de sus clientes, los que compran sus cuadros, y no podían creer que estuviera en ese lugar vendiendo remeras.

El artista admitió que quería conocer ese mundo con ojos de voyeur. "Yo no miraba hacia la cancha, me fijaba todo el tiempo en la tribuna, la diversión para mí estaba en ver la gente, interpretar sus códigos increíbles", contó.

Viajero empedernido, cada vez que puede se sale de las líneas tradicionales del turismo. "Todo el mundo se saca foto con la Torre Eiffel, yo me meto en cualquier antro", señala.

Cromañón.

"Fui a la tribuna Ámsterdam durante un año, conocí a mucha gente del fútbol y sigue sin gustarme. No entiendo eso de pegarle a la pelota y que otros griten te voy a reventar, es de cromañón. Me pareció algo de una agresividad espantosa, los cánticos son muy violentos", narró.

Energía.

"Me sentí en el Coliseo de Roma donde el león se comía a un tipo, me encantó toda esa energía que se siente en la piel cuando todos empiezan a gritar, es como cuando vas a un concierto. Pero es una energía que traía agresividad, eso no me gustó", afirmó.

Izaguirre, nacido y criado en la ciudad de Mercedes, capital de Soriano, contó que en la hinchada hay unos "extraños" personajes que animan a la barra a saltar y gritar.

"Los tipos están saltando y agitando, todo el mundo salta con ellos. Las mujeres son otra cosa, son súper agresivas; en realidad todo el ambiente es agresivo. Nada que ver a lo que uno está acostumbrado", dijo.

La curiosidad lo llevó a meterse más en profundidad en la lógica de la hinchada. En esa "investigación" vio cosas que todavía lo entristecen.

"Una vez estaba sentado y vi como caía una botella que le destrozó la cara a una chiquilina. No es algo muy evolucionado. Le pasa eso a mis hijos y dinamito el estadio", afirmó. En determinado momento alguien le contó que se ejercía la prostitución durante los partidos en la parte baja de las gradas.

Diversión.

Por otro lado, aseguró que mientras duró la aventura la pasó bien. "A veces uno no es consciente de lo que está pasando y me divertí como un perro, no me olvidaré jamás de todo eso", aseveró el artista.

"Una vez me puse a saltar abajo de una bandera, me tropecé y se me cayeron decenas de personas encima, fue muy divertido en su momento, ahora que tengo hijos no voy al estadio a ver un clásico", afirmó.

"No me gustó porque no me engancha el deporte, no se me sale el corazón con un gol", dijo.

Una vez se aburrió muchísimo en Barcelona, España. "Fui a ver un partido y la gente es mucho más civilizada que acá", aseguró. Ahora está esperando que venga un amigo del exterior al que le prometió ir a conocer el Parque Central.

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El reconocido pintor estuvo un año en la "barra brava" de la Ámsterdam. Foto: Archivo El País

EXPERIMENTO SOCIAL Y ARTÍSTICO

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