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"La Iglesia no es una sociedad secreta ni va a invadir la rambla"

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"Si hay algo que tiene tradición en Uruguay, es la Iglesia Católica. Foto: F. Ponzetto
Nota a Daniel Sturla, Arzobispo de Montevideo, ND 20160317 foto Fernando Ponzetto
Archivo El Pais

El arzobispo de Montevideo defiende, en el inicio de la Semana Santa, el derecho de la Iglesia Católica a expresarse. Dice que le “asombra” el “lío que se armó” por la propuesta de colocar una imagen de la Virgen María en la Rambla de Montevideo.

Afirma que la Iglesia no necesita de una estatua para que su mensaje llegue a la comunidad y consideró “insólitos” y “anacrónicos” los argumentos en contra que expresó el expresidente Julio María Sanguinetti. Reivindicó que la Iglesia “hace todo a la vista de la gente” y no “dentro de un templo cerrado”.

—¿Previó que la propuesta de instalar una estatua de la Virgen María en la rambla de Montevideo generaría un debate tan profundo sobre los límites de la laicidad?

—Al principio pensé que este tema iba a ser aprobado naturalmente. Tenemos movidas en los colegios, campañas pastorales, hay dos universidades católicas; es decir, hay tanta vida en la Iglesia que lo de la Virgen es importante pero no lo que más nos preocupa. Yo pensé que en este Uruguay, con tantas manifestaciones religiosas, tan diversas entre ellas, había madurado una laicidad positiva y que la presencia de la Virgen María en la rambla era algo natural.

—Es un debate muy argumentado de un lado y otro.

—Yo escucho y son los antiguos argumentos, los que ya suenan anacrónicos. Invasión del espacio público, estrategia invasiva de la Iglesia. A través de nuestra comunicación social tenemos una forma de llegar a la gente y no es poniendo una estatua en la rambla que lo vamos a hacer mejor. Hay imágenes como esta en casi todas las ciudades del interior del país y en las principales ciudades del mundo con tradición católica. El lío que se ha armado es asombroso. En la rambla hay un edificio con forma de mezquita (Museo Oceanográfico), un monumento a Iemanjá, otro a Confucio, recordatorios de colectividades como la judía o la armenia. La presencia de la Virgen María no es un aerolito que viene de no sé qué cultura y cae en la rambla. Si hay algo que tiene tradición en este país es la Iglesia Católica.

—El expresidente Julio María Sanguinetti está en contra y afirma que sería como tener una Iglesia al aire libre.

—Discrepo totalmente con lo que ha dicho Sanguinetti. Se equivoca profundamente. En su escrito hay muchas contradicciones. Dice que la Iglesia Católica no lo puede hacer porque su tradición tiene más fuerza que otras. Es un razonamiento muy insólito. ¿Porque es más fuerte no puede manifestarse y sí pueden hacerlo las expresiones minoritarias? ¿Cuál es el motivo? Sanguinetti señala que la Virgen es parte de una estrategia de la Iglesia. No. La iglesia todo lo que hace lo muestra, no somos una sociedad secreta que en un templo cerrado discute entre socios que hacia afuera no se sabe quiénes son, lo que hay que hacer o dejar de hacer. En la Iglesia todo se conoce, no hay ningún secreto.

—¿Cree que el debate se origina y crece porque es una imagen católica?

—Es así. Con cualquier otra manifestación religiosa no hubiera habido problema. Todo el lío que se arma es, en definitiva, porque la propuesta es de la Iglesia Católica. Se ha hablado hasta del tema artístico. Pues lo tenemos muy cuidado. Me gustaría que se hiciera una encuesta sobre el valor artístico que tienen algunos monumentos de la rambla. Creo que nuestra Virgen supera ampliamente a otros desde el punto de vista artístico.

—Cuando Gerardo Amarilla asumió como presidente de la Cámara de Diputados también se generó un debate por su condición de evangélico. ¿To-ma nota de estas cosas?

—Fue una pena. El diputado Amarilla, que es un hombre de bien, va a demostrar en los hechos que por supuesto es fiel al mandato constitucional que tiene. Para mí estas cosas son reminiscencias de un Uruguay que ya fue, de aquel país de la primera mitad del siglo veinte. El debate debería ser el respeto y la libertad de expresión. Vivimos en sociedad y hay que admitir y respetar al que piensa distinto, no tolerarlo. No es que cada uno deba reprimir lo que piensa o siente sino que todos puedan expresarse públicamente y esto es válido para religiones, partidos políticos y clubes deportivos.

—Los sindicatos de la educación han dicho que experiencias como las del colegio Jubilar apuntan a privatizar la educación pública.

—Es lastimoso que se critique al Jubilar. Ahí todo es un círculo virtuoso. Hay alumnos que ya están en la Universidad y motivan a sus padres a terminar el liceo. ¿Qué critican? El Providencia, en el barrio Casabó, es otro ejemplo. Empezó en un contenedor, hoy es un liceo. El mayor problema del Uruguay son los niños que nacen bajo la línea de pobreza. Todo lo que se haga para sacar a esos gurises adelante debería ser apoyado. Así como el Estado apoya a muchas ONG para trabajar en los barrios populares. El prejuicio es hacia la Iglesia y eso le hace daño al país. Si se pusiera en el centro de la preocupación al chiquilín no habría debate, pero son otros los intereses que pesan.

—¿La Iglesia proyecta más iniciativas como el Jubilar?

—Nos encantaría pero demanda mucha energía y no se puede pedir apoyo constantemente a la gente. Hoy tenemos ocho colegios católicos en la Fundación Sophia, la que ha mejorado la administración y la formación académica. Todos están en barrios humildes y eso es gratificante.

—Qué opina cuando ve que el discurso del Papa se utiliza políticamente. Por ejemplo, sus afirmaciones sobre la sociedad del descarte formaron parte de la campaña en Argentina.

—Se puede utilizar, que corresponda hacerlo es otro cantar. El Papa no tiene un discurso político partidario. Lo que dice Francisco lo han dicho todos los Papas, pero él lo hace de forma muy enfática. La cultura del descarte existe, se descartan los débiles, los ancianos, los pequeños.

—Pero existe una disputa política por el Papa, fundamentalmente en Latinoamérica.

—Cuando lo eligieron era de derecha, ahora parece que es de izquierda. El Papa no es de izquierda ni de derecha. El Papa es fiel al Evangelio.

—También ha sido definido como un Papa populista.

—No es así. Francisco ha sido muy valiente y no tiene miedo a decir una palabra que duela. Se ha convertido en un líder mundial y defiende a los débiles y los humildes. En algunas cosas suena de derecha y en otras de izquierda, eso depende más de quien escucha que de él mismo.

—¿Le preocupa que en la región Uruguay siga siendo el país con menos católicos? Según Latinobarómetro hay un "acelerado proceso" de secularización.

—Uruguay ya pasó por un proceso secularizador muy fuerte. En este momento, por el contrario, hay cierta hambre de espiritualidad. Es un momento propicio para que la Iglesia haga su misión en una sociedad democrática y plural. Es cierto que es una sociedad fuertemente secularizada, pero eso a mí no me asusta.

“Ahora podemos darles $ 4.500 a los sacerdotes”

 La campaña “Iglesia de todos” que tenía como objetivo recolectar dinero para financiar el presupuesto que arrastraba un fuerte déficit “fue un éxito”, afirma el arzobispo de Montevideo, Daniel Sturla. “Ya tenemos financiado el presupuesto esencial de todo este año y hemos podido aumentar de 1.500 a 4.500 pesos lo que le entregamos a los sacerdotes por mes. Sigue siendo muy poco, pero el aumento con respecto a lo que había es muchísimo”, explica. De las 83 parroquias un poco menos de la mitad son solventes, el resto necesita de la asistencia de la Arquidiócesis. De los 90 sacerdotes del credo secular, 52 reciben los $ 4.500 por mes. “Ahora podemos, con alguna donación extra, ayudar a los programas de evangelización y no estar pendientes de llegar a fin de mes”, dice Sturla.

“El trabajo que los sacerdotes hacen para sostener las parroquias en los barrios populares es enorme. Nuestro objetivo es por lo menos duplicarles el subsidio pero por ahora no podemos. Eso obliga a que los sacerdotes deban buscar otras formas de subsistencia, por ejemplo trabajando en colegios, lo cual es muy loable pero los distrae de su misión en la parroquia”, explicó.

Sturla fue nombrado arzobispo de Montevideo el 11 de febrero de 2014. Una auditoría interna arrojó que el déficit anual era de US$ 400.000 en un presupuesto de US$ 1.200.000. Hubo recortes que disminuyeron ese déficit a US$ 160.000. Finalmente, la recolección de fondos dio un respiro. “La campaña también nos demostró que hay mucha gente que confía en la Iglesia, de pronto hasta algún cristiano o no practicante también ha colaborado. Es muy gratificante para los sacerdotes”, dijo Sturla.

Mantener los colegios católicos es para otro motivo de desvelo. Por eso se creó la fundación Sophia, destinada a ayudar a administrar a las instituciones. “Yo me propuse que no cierre un colegio católico más. Cierran porque al descender el número de religiosos se requiere de mucho salario para cubrir vacantes y así los números no cierran. La fundación Sophia comenzó con cuatro colegios para lograr una administración eficaz y mejor formación académica. Ahora son ocho instituciones, todas ubicadas en barrios populares como Cerrito de la Victoria, Borro, Aires Puros, Maroñas, Cerro. No solo no queremos que cierren colegios sino que también sea de calidad la educación que allí se ofrece”, indicó. Sturla afirma que la educación es “fundamental” para mantener valores en la sociedad. “Hay una pérdida de valores pero hay que ver dónde ocurre esto. No todo es malo y desesperanzador para los jóvenes. Yo viví en mi adolescencia en un Uruguay más violento”, dijo.

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"Si hay algo que tiene tradición en Uruguay, es la Iglesia Católica. Foto: F. Ponzetto

DANIEL STURLAGONZALO TERRA

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