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"Al gobierno lo superó la tarea y la gurisada arde"

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Pablo Bartol, director del Centro Educativo Los Pinos. Foto: D. Borrelli
Pablo Bartol, Director del colegio Los Pinos, ND 20161014, foto Darwin Borrelli
Archivo El Pais

Conmovido por la muerte de Nicolás Cuña, quien estudiaba en Los Pinos, y por la inseguridad que viven a diario las familias de Casavalle, Bartol habló con sinceridad descarnada del problema de la violencia.

A su juicio, el problema está en la falta de liderazgo de los gobernantes y por eso exigió al Estado soluciones inmediatas. Desde su trabajo de casi 20 años en el barrio, aseguró que sí se puede solucionar el tema.

—Nicolás Cuña, el joven que murió a la salida de Coyote estudiaba en Los Pinos para operador industrial. ¿Cómo se vive desde acá un hecho así?

—Como una gran injusticia, como algo que se veía venir. Hay que entender que los chicos lo que quieren es divertirse y la sociedad tiene que tener lugares para que la pasen bien y estén contenidos. El orden lo tiene que poner alguien. Hay muchísima bronca porque él no estaba vinculado a nada. El hecho de que (quien le disparó) fuese una persona que trabajaba en la Republicana genera una división muy grande entre la gente que tiene que poner orden y los chicos. En Los Pinos tratamos de generarles vínculos con la gente que pone orden. Trajimos a dos policías de los que andan en moto por el barrio. Al principio se armó un chisporroteo enorme porque uno le decía al policía: "vos me sacaste la moto". Pero después los policías ven que son chicos que perdieron el tren del estudio, que han dado la vuelta por la vida a los tumbos, pero que están acá y quieren salir adelante. También los chicos los ven a los policías como muchachos parecidos a ellos. Si lográramos generar estos momentos de contacto, se bajarían mucho los decibeles.

—¿Se sienten desprotegidos?

—Totalmente. Dicen que no pueden ir tranquilos a un baile porque saben que se va a armar relajo y nadie pone orden. No es que no pueden ir al estadio, no pueden ir a bailar, a la esquina a reunirse con amigos. En Navidad un chico fue con un grupo de casa en casa y vinieron tres y porque sí le dijeron algo, él les contestó que no había dicho nada y otro sacó un cuchillo y le dio una puntada. Creyó que no era nada y del miedo se fue a dormir; tenía una peritonitis, al día siguiente casi se muere: lo llevaron a urgencias, lo operaron y estuvo diez días en CTI.

—Contaba que algunos tienen padres o hermanos presos. ¿Hay personas que son irrecuperables?

—Hay chicos que con los años van adquiriendo un grado de resentimiento y de odio que es muy irracional y tiene un componente psiquiátrico importante, pero creo que cuando se pone mucho afecto, el afecto logra reblandecer al más duro. Son gurises muy lastimados por circunstancias que les tocaron vivir dentro de su casa. Más que irrecuperables, hay gente que tiene heridas difíciles de recuperar. Son heridas abiertas, y a ese lo mandamos a la cárcel. Este año hay 34 muertos en las cárceles. Eso quiere decir que el Estado le dice a alguien: "No sos para vivir en sociedad, yo me voy a hacer cargo y te voy a poner en un lugar que, agarrate, porque te vas a tener que defender a cuchilladas, porque además no te va a salvar nadie". Es de una corrupción tan grande la cárcel. El Estado agarra a un muchacho que se mandó la macana de su vida y tendría que ir a la cárcel para rehabilitarse y lo tira a que se lo coman los perros y no hace nada. ¿Cómo no vas a salir después odiando a todos? Tuvimos un chico que estuvo un año en el Comcar e hizo un curso; parte del entrenamiento que damos es de las entrevistas de trabajo. Un profesor que estaba haciendo la entrevista le dijo: "No me mires así que me das miedo", porque tenía una mirada intensa que manifestaba odio. Y el muchacho le contó: "Me cuesta mucho porque en la cárcel tenés que demostrar que sos más malo que el más malo y eso se muestra con la mirada".

—¿Hay alumnos de Los Pinos en la cárcel hoy? ¿Los siguen tratando?

—Sí, hay 10 o 12 que pasaron por los cursos y que después de la capacitación, incluso con trabajo, siguen envueltos en grupos de amigos que están en el delito. Con algunos seguimos en contacto, pero nos falta hacer mucho en ese sentido. Ahora uno nos ha pedido que le llevemos pelotas y chalecos porque está con un proyecto muy lindo y vamos a ir a llevárselos. Me dijo que por cómo está la cosa está tratando de ayudar a muchos a bajar las tensiones con el fútbol.

—¿Hay una crisis en el deseo de superación?

—No, eso está intacto. Constantemente hay gurises que quieren salir adelante. Hay otros que están comprometidos con el delito, pero ahí yo creo que es porque el Estado no ha logrado controlar esto ni encauzarlo. Alguien tiene que decir "muchachos se acabó el recreo". Hay mucho gurí que está de recreo. Van, vienen, delinquen, hacen lo que quieren, no les pasa nada. Cuando ves las cifras globales del delito y que solo agarran al 10%, si sos joven y arriesgado, te tirás al delito. Realmente es incomprensible que no se resuelva y lo que más duele es que se quiera pasar la factura a toda la sociedad. En su momento estuvieron dispuestos a conseguir el poder por vías no democráticas porque la obsesión era que consiguiendo el poder se transformaba la sociedad. Luego por vías democráticas el pueblo les dio la opción de ejercer para resolver los problemas sociales, y no solo no se solucionaron sino que se agravaron. Y ahora nos quieren endosar a todos que somos responsables. Hablando mal y pronto, ¡las pelotas somos todos! Yo estoy acá en el barrio haciendo muchísimo por estos gurises. Y como yo hay muchísima gente haciendo cosas por la gente que está complicada como para que ahora venga el que dijo que lo iba a solucionar si llegaba al poder y se ponga a lloriquear que no puede.

—¿De quién está hablando?

—De las autoridades de la seguridad en general y de los que decían que con tal plan social y tal otro lo iban a lograr. Hacete cargo. Si no pudiste, buscá gente que pueda. Basta de decir que el orden se va a imponer por vía de asamblea o de que todos nos juntemos y entre todos los logremos. Esto se logra con liderazgo. Medellín es un caso súper claro, y era una de las ciudades más violentas del mundo. ¿No pueden los que están? Hay que elegir otros liderazgos. Los conozco a casi todos, gente buenísima, con muy buena intención, pero ¡hermano! te superó la tarea y la gurisada está que arde y dice que no puede ir al baile ni salir de noche en el barrio. Esto es indignante.

—¿Hay que cambiar al ministro Eduardo Bonomi entonces?

—(Hace un prolongado silencio) Creo que la gente que saca las cosas adelante tiene liderazgos con equipos. Bonomi ha elegido gente buena para algunos lugares como Gabriela Fulco que ha logrado una transformación fantástica en el Inisa. Ahí no se podía con los escapes. Pusieron un tipo para que acabara con los escapes a cambio de tortura hacia los gurises, los torturó todo el grupo de amigos de Joselo López. No digo él, pero el video fue una muestra de lo que pasaba. Por algo hay 26 procesados. Hoy los técnicos pueden rehabilitar. Ahora fijamos un liderazgo con Fulco y resulta que todo se resuelve. ¿Era difícil o era una excusa? Hay que ser un caradura para seguir en el cargo y decir que es culpa de toda la sociedad cuando hay tortura bajo tu mando. ¿Sale en todos los diarios que el módulo 11 es tierra de nadie y no hacés nada? ¿Son gente de segunda? ¿Son carne descartable que se la tirás a los perros que los acuchillen? Es inmoral.

—Trabaja desde 1998 en Casavalle. ¿Qué mitos derriba desde esa experiencia?

—El que no se puede, de que no son recuperables. Acá estamos de puertas abiertas, nadie toca nada, no hay paredes con rayas, es un lugar limpio, no hay en todo Montevideo un lugar como este con todo el pasto cortado y libre para jugar al fútbol o hacer un picnic. ¿Por qué la gente tiene tanto afecto por algo rodeado de tanto desafecto? Es el mito del caballo loco que no se puede domar. Sí se puede.

El debe de las Universidades privadas y las becas.

Consultado sobre el recorte en las exoneraciones a las empresas que donan a las universidades privadas, el director de Los Pinos, Pablo Bartol, dijo que le daría "lástima" si esa medida llegara a afectar a "chicos de estas zonas (por Casavalle) que estudian, siguen adelante y llegan a la Universidad". "Nosotros tenemos un chico que está becado en la Universidad de Montevideo con un 90% de beca, y gracias a eso está haciendo su profesorado de Matemáticas y además trabaja aquí en la Olimpíada de Matemáticas". Pero por otro lado, señaló que "las universidades tienen mucho para hacer por generar mayor transparencia en cómo aplican esas becas". "Hay que informar más, aclarar más, porque todo surge por algunos pocos que lo plantearon por razones ideológicas, pero hay otros que no están convencidos con el sistema de reporte de las universidades", dijo.

Ante una pregunta, Bartol explicó que Los Pinos depende en un 65% del financiamiento del Estado, tanto por el lado del INAU como por el Instituto Nacional de Empleo (Inefop), y donaciones de empresas que descuentan impuestos ("Nosotros consideramos que es un aporte estatal", dijo). Al respecto agregó: "Por supuesto que cuando hago todas estas críticas las hago pensando en que tengo financiamiento estatal y ojalá nadie se enoje y me quiera cortar la cabeza por hablar así, pero llega un momento en que explotás. No quiero juzgar a nadie, porque creo que todos ponen su mejor intención y ganas, pero no funciona", afirmó. Además contó que invitó a los gobernantes a Los Pinos "para que saquen alguna idea o inspiración para ver que se puede".

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Pablo Bartol, director del Centro Educativo Los Pinos. Foto: D. Borrelli

PABLO BARTOL - DIRECTOR DEL CENTRO EDUCATIVO LOS PINOSLUCÍA BALDOMIR / NATALIA ROBA

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