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"La gente reaccionó y frenó el Código"

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Silvia Pimentel

Es la actual presidenta del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de las Naciones Unidas (Cedaw). Pimentel vino a Uruguay en el marco de una visita que hizo a la bancada bicameral femenina del Parlamento.

Está a favor de la pronta renovación del Código Penal porque, como en el de su país, entiende que hay figuras penales “obsoletas” como la que describe un atentado violento al pudor, y pide que sea quitado del proyecto de reforma. El Código Penal plantea “una involución” al tema del aborto. “Se habla de la protección de la vida prenatal, lo que significa un retroceso a la legalización sobre el aborto”, precisó la experta de ONU.

—¿Por qué es necesario modificar el Código Penal cada determinado período de tiempo?

—Precisamente porque ese período de tiempo es muy grande. (El uruguayo) es un Código Penal del 34, casi como el de Brasil. El tema no es solo la edad, el tema es el contenido. Son códigos inspirados en códigos italianos fascistas y que no tenían la perspectiva de género. Ese es el tema. Entonces aparecen, por ejemplo, figuras como el pudor. Es interesante pero equivocado que en el nuevo proyecto no hayan sacado la figura del atentado violento al pudor. Esto es algo que no tiene sentido (…) Acá en Uruguay hay un conjunto de organizaciones que reclaman en el mismo sentido. Y, además, se debe colocar el delito esclareciendo lo que significa. Si es una violación, que no sea más como antes, una concepción muy estricta que exigía la penetración vaginal. Hay que expandir el concepto considerando mejor la visión de género.

—¿Algunas figuras como el atentado violento al pudor quedaron obsoletas?

—Sí, y aún así se incluyen.

—¿Y por qué se mantienen?

—Es una falta de sensibilidad grande hacia los derechos de las mujeres. Hay que tener perspectiva de género. Yo sé que algunas personas tienen problemas con ese concepto de género. Pero significa una perspectiva de las mujeres culturalmente situadas. Estamos culturalmente situadas en el siglo XXI, las costumbres se ampliaron, provocando más igualdad y continúan utilizando palabras como "honor", "pudor" solo en referencia a la mujer. Lo que queremos es respeto e igualdad.

—¿Cómo se llega a un Código con perspectiva de género?

—Escuchando a la sociedad civil. Y Uruguay es una vanguardia en términos de avanzada. Es un modelo para América Latina. Y yo pienso que para ser un modelo hay que estar abierto a la sociedad civil. En especial al tema género, a las organizaciones feministas especialmente.

—Las manifestaciones feministas se mostraron en contra del actual proyecto tal y como está redactado. ¿Qué opina?

—Yo considero que tiene que haber una apertura y que el proyecto todavía no está pronto. Pero tengo esperanzas. Quiero hablar desde una perspectiva muy positiva. Estuve en el Anexo del Parlamento en una reunión que fue muy importante, rica en contenido y placentera. ¿Pero por qué placentera? Había también diputados hombres y las tres ponentes de la coordinadora hablamos de una manera muy interesante, llena de contenido, ante la atención de una sala llenísima.

—Este nuevo Código estuvo cerca de aprobarse en diciembre. ¿Se habló de una fecha para su aprobación?

—Se frenó porque hubo una reacción de la sociedad civil frente a un Código que iba a ser aprobado a puertas cerradas. Esto no se hace. En este momento estamos en otra fase. Creo que se deben tener en cuenta las consideraciones.

—¿Por qué es importante incluir la figura del feminicidio?

—Hay una especificidad muy grande en el feminicidio (…) Es un concepto que contempla el matar a una mujer por ser mujer, tomando en consideración el valor cultural. Hay un concepto masculino de que se puede matar. Es muy refinado.

—¿Qué aporta una figura como esa?

—Creo que la figura del feminicidio tiene que aparecer pero no necesariamente para ampliar la pena. En Brasil lo hicieron así y creo que no es la mejor estrategia. Creo que es importante tener un tipo penal específico para que esta sea la manera por la cual el Estado uruguayo reconoce al problema.

—En Uruguay se están registrando picos de violencia doméstica. ¿Qué opina de eso que está ocurriendo ahora?

—Fui informada sobre lo que está sucediendo, sobre lo que dicen las estadísticas, y estoy sorprendida. Tuvieron desde el inicio del año hasta hoy 14 muertes. Para mí es un disparate porque Uruguay tiene como media de educación una mucho más alta a la de Brasil. ¿Qué significa esto? Falta de políticas públicas, un cambio de mentalidad. Si los hombres no quieren seguir casados, que se separen.

—¿Es importante el papel de las organizaciones civiles para tratar de revertirlo?

—Las organizaciones civiles uruguayas van a realizar una propuesta formal que dice que en situaciones en las que las mujeres saben que van a morir y matan a su hombre, hay un perdón judicial. Creo que es muy apropiado. Quiero felicitar a las mujeres. Es una manera muy sabia de tratar el tema. No es decir que esta muerte no es homicidio. Sí es homicidio, pero amerita perdón por las circunstancias. El tema de la legítima defensa no vale para las mujeres porque en general físicamente son más chicas y manejan menos armas.

—¿Qué otra cosa hay que modificar del Código vigente que data de 1934, a su juicio?

—Entiendo que hay que elaborar más el tema de la violencia sexual de género.

—¿Qué opina de la polémica del Código y el aborto?

—El Código Penal plantea una involución al tema. Se habla de la protección de la vida prenatal, lo que significa un retroceso a la legalización del aborto.

Perfil

Nombre: Silvia Pimentel

Nació:Minas Gerais, Brasil

Profesión: Abogada

UNA ACTIVA FEMINISTA

Reelecta para el cargo hasta 2016. Es profesora de Filosofía del Derecho en la Universidad Católica de São Paulo, desde 1972. Fundó el Comité Latinoamericano y del Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer y es integrante honoraria de su consejo consultivo. Pimentel ha escrito varias publicaciones sobre los derechos humanos y sobre la discriminación contra las mujeres. Colaboró en la elaboración de la Ley María da Penha, legislación vigente desde 2006 en Brasil que sanciona fuertemente la violencia familiar y contra las mujeres.

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