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Gandini: "Ser el favorito en la interna blanca no asegura ganar"

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Jorge Gandini. Foto: Darwin
Darwin Borrelli

LA ENTREVISTA DEL DOMINGO 

El diputado sostuvo que verse favorito en las encuestas por estos tiempos no es garantía de llegar a ganar la interna nacionalista. Para Gandini, el mejor escenario en el Partido Nacional es que la interna sea “competitiva” porque le mostrará a la gente a dos sectores fuertes.

Jorge Gandini. Foto: Darwin
Jorge Gandini. Foto: Darwin Borrelli

El legislador recreará el histórico sector nacionalista “Por la Patria” como expresión electoral con su Senado, listas a Diputados y a las municipales.

—¿Por qué recrea un movimiento histórico en el Partido Nacional como lo es Por la Patria?

—Algunos de nosotros tenemos que salir de la zona de confort y ayudar al partido a ganar y gobernar. La mejor manera es generando espacios nuevos, ocupando lugares, nuevas puertas de entrada para gente que debe venir al partido. Hay que levantar algunas banderas que hoy no flamean del todo. Por la Patria va a ser un movimiento nacional, expresión electoral con su Senado, listas a Diputados y en las municipales. Y en la elección interna apoyaremos la candidatura de Jorge Larrañaga. No queremos una nueva candidatura en el partido, sino fortalecer la expresión wilsonista. Por la Patria quiere recuperar la esencia del wilsonismo en ideas y en estilos, en la capacidad de plantear modos de resolver los problemas de fondo. Uruguay convive con dos corrientes agotadas y superadas por la realidad: el neoliberalismo, superado, y el socialismo, también fracasado.

—¿Varios sectores del partido dicen ser de cuño "wilsonista". ¿Cómo toma esto?

—A esto le digo bienvenido sea. Nosotros somos de Wilson, sentimos que hay espacio en el partido para el wilsonismo. Hay que hablar menos de Wilson y hacer más wilsonismo. "Nuestro compromiso con Usted" (programa de gobierno blanco de 1971) ha quedado superado en el tiempo. Sin embargo la esencia de un líder capaz de abrirse paso entre derecha e izquierda, de un país polarizado, hizo emerger el wilsonismo como idea removedora. Pero es necesario plantear cómo hacerlo y enamorar a un Uruguay de que se puede.

—¿Con este movimiento va a ser candidato al Senado? ¿Abandonó el sueño de ser intendente de Montevideo?

—Sí. Ese es un camino cerrado. No se puede tropezar dos veces con la misma piedra. En el partido se entendió que yo no era la persona adecuada para representarlo. El tiempo dirá si se tuvo razón o no. Me preparé para eso. Resolví cruzar los puentes, aunque seguiré trabajando en Montevideo como lo hago cada fin de semana.

—¿Está molesto con Luis Lacalle Pou que fue quien le bajó el pulgar como candidato blanco a la intendencia de Montevideo?

—Mi cálculo era bueno y venía muy bien hasta que la interna de 2014 la ganó Lacalle Pou y mi cálculo falló. Entonces era posible que quien ganó la interna tuviera otro candidato. En ese escenario era la Concertación y por eso el partido tenía que presentar solo un candidato. Lo de Lacalle Pou no me molestó porque él estuvo en su derecho. Yo le discutí mucho la decisión, personalmente, pero la acepté. Yo arriesgué y perdí, no me fue bien. El tiempo dirá quién se equivocó porque yo quería pelear Montevideo para pelear el gobierno nacional. Un partido que no es fuerte en Montevideo tiene enorme dificultad para ganar la elección nacional.

—¿Sigue creyendo que la Concertación sería un instrumento válido para las municipales de 2020?

—El partido está discutiendo eso, muy lentamente, a partir de una inquietud mía. Hay que definirlo. Hoy no sabemos si en la próxima elección nos presentaremos como blancos o como Concertación en alianza con otros. A partir de esa definición el partido debe definir una estrategia en Montevideo. El partido ni siquiera ha hecho una evaluación de la Concertación. Y a esta altura, mitad de camino entre la elección que pasó y la que viene, debemos discutir más objetivamente qué le conviene al partido. Pienso que en el Partido Nacional no hay lugar a futuro para la Concertación. No tiene ni buenos socios ni buena experiencia. La Concertación después de la elección tampoco tuvo vida real porque nunca más funcionó. Eso es un mal augurio para el futuro.

—¿En pleno siglo XXI en los partidos subsiste lo ideológico o las nuevas generaciones votan más en función de las personas?

—Los liderazgos son determinantes. Buenas ideas y un abanderado que las represente bien. En tiempos donde las imágenes y los medios llegan a todos lados, un candidato tiene un enorme valor, más que el debate sobre su ideología. Hoy hay mucho pragmatismo y un pequeño porcentaje de ideología. Nadie discute si hay que bajar la inflación o mejorar el empleo, y nadie defiende más allá del discurso el marxismo o el socialismo. Acá son todos capitalistas y demócratas.

—¿Piensa que la interna blanca ya está resuelta o cree que Jorge Larrañaga tiene chances? Las encuestas dan a Larrañaga muy atrás de Lacalle Pou.

—Las encuestas son una fotografía del día. La opinión pública evoluciona y se pone a pensar quién va a conducir el país más cerca de la elección. Las cosas están por definirse. Los que somos políticos de raza estamos para transformar la realidad y no para adaptarnos a ella. Me encanta el desafío de poder pararnos en una interna difícil que si la hacemos competitiva ayudamos a que el partido gane. Nuestra tarea no es ganar sino hacer la interna competitiva. Tenemos que estar en competencia para que la gente pueda elegir entre dos opciones. Lo otro no le conviene al partido. A mediados de 2018 o sobre finales de año se va a definir. Larrañaga ganó la primera interna lanzando la campaña el 21 de marzo de 2004 en un acto en la Curva de Maroñas y la elección interna fue a finales de junio de ese año. En poco tiempo logró la adhesión de otros precandidatos, polarizó la elección con Luis Lacalle Herrera y le ganó en esos meses. Queda mucho. Ser el favorito ahora no necesariamente es condición de victoria.

—¿Tras la diferencia entre ambos sectores por el intendente de Soriano, Agustín Bascou, en una reunión de Alianza Nacional se manejó el término "madurez" hablando de Lacalle Pou. ¿Larrañaga tiene esa madurez como valor agregado para su candidatura?

—Yo no comparo a Larrañaga con Lacalle Pou. Digo que la madurez y experiencia de Larrañaga, el recorrido que tiene es algo positivo, un activo de ese candidato. Bien aprovechado, es muy valioso. Para entrarle al país que nos va a dejar el Frente Amplio se necesita carácter, conocimiento, haber caminado mucho el país, cercanía y experiencia para manejar las variables del poder. Larrañaga puede dar tranquilidad y serenidad a la gente de que esas variables estarán bien trabajadas. Habrá que enfrentar a un Frente Amplio que derrotado puede ser temible. Se requieren fortalezas diversas para eso. No le podemos pedir a mucha gente que venga a votar al Partido Nacional, sino que venga a votar un proyecto. Nuestra primera obligación es convocar a la rebelión para sacar al Frente Amplio del gobierno, no podemos darnos el lujo de que gobiernen cinco años más. Hay que sublevarse, rebelarse frente a esa posibilidad. Y para eso se requiere convocar a la gente a apoyar un proyecto transformador. Ahí es donde el partido no tiene que liderar a los blancos, sino a más de medio país que quiere un cambio.

—¿Y en ese escenario usted entiende que la candidatura de Larrañaga polarizaría menos que Lacalle Pou?

—La candidatura de Larrañaga trasciende fronteras con bastante facilidad. Tiene mucha cercanía con pensamientos que han abrevado en otros partidos. Y llega con facilidad a personas que votaron al Partido Colorado y que hoy buscan cómo creer en una opción que gobierne el país desplazando al Frente, pero sin abandonar algunos logros que se han obtenido.

—¿Usted no votó la ley de género. ¿Qué piensa de las políticas de género que impulsa el gobierno?

—No, pero yo sí voté la ley de matrimonio igualitario. No tengo inconveniente en que una pareja homosexual adopte un niño si le da amor. He visto parejas heterosexuales que no le dan eso precisamente. Tengo la cabeza abierta para aceptar las transformaciones de la sociedad. Hay muchas otras cosas que son puro discurso, no políticas de género. Hubiera preferido cuota de género en los cargos de designación (ministerios, etc.), no creo en la cuota dirigida a los cargos de representación. Yo no puedo creer que una mujer vote a otra porque tiene su misma condición de género. En todo caso son las ideas las que tienen que primar, no el género. No creo que el 52% de las mujeres estén subrepresentadas porque yo represento a mujeres y a hombres, a jóvenes y adultos mayores. Si queremos que las mujeres participen más démosles oportunidades. Que haya un tercio de ministras, un tercio de subsecretarias, un tercio en los cargos de particular confianza.

—¿Qué piensa de los fueros de los legisladores? ¿Deben ser eliminados como propone Lacalle Pou?

—Los fueros fueron creados en una época donde un legislador podía ser detenido e impedido de hacer oír su voz. Lo que hoy hay que tener es un fuero especial para que un legislador pueda decir lo que opina sin el riesgo de que pueda ser juzgado porque entonces limitaríamos su tarea. Y hasta ahí llego. No creo que un legislador deba ser protegido en causas comunes. Deberíamos limitarnos a eso y no hacer perder la banca a una persona, sino suspenderla en su tarea, levantar los fueros, que vaya a la Justicia, se defienda. No hablo de proteger sus dichos en el Estadio o en la calle. Poder decirle a otro que es un corrupto no puede significar un juicio de difamación e injurias.

—¿La situación del intendente Bascou en qué grado afecta a Alianza Nacional?

—Sin dudas generó polémicas internas. En el caso de las estaciones de servicio para nosotros no hay apartamiento de la norma, pero se cuestiona si debió o no vender combustible a la Intendencia a través de Ducsa porque detrás de eso pudo haber un beneficio. Eso es un tema de conducta ética. En Alianza nos guste o no, el fallo de la Comisión de Ética del partido lo tenemos que respetar.

Si formara parte de la Comisión de Ética del partido, ¿qué decisión tomaría con la actitud de Bascou?

Tengo una posición tomada. Si estoy de acuerdo con el fallo lo voy a decir en su momento, y si no estoy también lo voy a decir. Estando en el Directorio del partido no es apropiado ni prudente que emita una opinión antes del fallo.

"Ahora lo privado ya es público".

¿Qué papel juegan hoy las redes sociales en la proyección de un movimiento político? No hay reglas que las contengan, no hay un marco.

—Las redes sociales han permitido que los ciudadanos se empoderaran sin intermediarios de la opinión, sintiéndose con derecho a opinar y juzgar sin reglas y sin ser responsable por ello. Muchas veces marcan una tendencia que en ocasiones es tentadora para el oportunismo político. Eso marca que los dirigentes políticos tengan que dar opinión sobre los temas. Las redes sociales son muy influyentes. Son, diría, determinantes. Lo curioso es que ahora aparecen los gurúes de las nuevas tendencias tecnológicas que nos enseñan a nosotros cómo manejarlas y cómo "manipular" a la opinión pública que se expresa a través de las redes sociales. Son cosas que hay que entender, asumir y adaptarse. Vivimos en un mundo con más inmediatez, con menos responsabilidad. Eso nos obliga también porque se terminó el mundo de lo privado. Ahora lo privado ya es público, y se borró aquella línea de que en la vida privada de las personas públicas no se mete nadie. Ahora todo lo nuestro pasa a ser materia de debate público.

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