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"Ganar el Premio Nobel cambió toda mi vida"

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"La ciencia es la mayor esperanza del mundo, hay que inculcarla, dijo".
Nobel Laureate in Chemistry 2011, Professor Dan Shechtman, an Israeli scientist, who discovered quasicrystals displays a model at the lab in the Technion, Haifa, Israel on October 24, 2011.
David Blumenfeld

A los 7 años su abuelo le regaló una lupa que le cambió la forma de el mundo a su alrededor. A los 70, la Real Academia de las Ciencias de Suecia le otorgó el Premio Nobel de Química y se enfrentó otra vez a un mundo que no conocía: oportunidades sin límites, conferencias, reconocimientos, prestigio y visitas a sitios en los que nunca antes había estado.

A cuatro años de aquella noticia, Dan Shechtman llega por primera vez a Uruguay. A días de su visita, compartió con El País esta entrevista.

—Muchos estudiantes uruguayos piensan que la Química no es más que una asignatura. ¿Qué les diría para motivarlos a acercarse más a esta ciencia?

—La motivación en el estudio de cualquier ciencia, incluida la Química, depende de la calidad del docente. Un buen profesor puede despertar en un alumno el amor por la disciplina que enseña. Es, por lo tanto, una misión de cada gobierno formar bien a sus docentes, seleccionarlos de forma profesional y actualizarlos, ofreciéndoles ascensos basados en sus resultados y en estudios realizados de forma continua.

—Para captar su atención desde que son pequeños...

—Sí, el amor por la ciencia y el deseo de ser científico puede y debe ser integrado al programa curricular de los niños más chicos. Yo creo que si les transmitimos las reglas de la naturaleza en un modo adaptado a su programa de estudios, con docentes que los guíen, los niños pueden aprender ciencia, apreciarla y desarrollar una capacidad autónoma para comprender el mundo que los rodea.

—¿Recuerda usted cuándo comenzó a sentir interés por la ciencia? ¿Qué captó su atención?

—Me interés por la ciencia comenzó a muy temprana edad. Cuando tenía 7 años, mi abuelo me dio un regalo que me cambió la vida: una lupa de muy buena calidad. Fue ahí cuando desarrollé una gran curiosidad por el mundo de los objetos pequeños, examinando todo lo chico que hubiera en mi barrio. Después, cuando tenía 10, llevaron un microscopio óptico a mi clase. Quedé fascinado por lo que pude ver allí dentro.

—¿Le gustaría generar experiencias como esas en los niños y jóvenes de hoy?

—Sí, comencé dos programas en esta línea en Israel. En el primero, enseñamos temas científicos a niños de jardinera, con 5 años. En el segundo, hacemos un programa de TV en el Canal Educativo de Israel. Se titula "Ser un científico con el profesor Dan". Ya hicimos 10 entregas y fueron vistas por un gran número de niños y sus padres, en la TV de su casa.

—El Premio Nobel le fue entregado en 2011 por su trabajo en los cuasicristales. ¿Podría explicarnos, en palabras sencillas, qué son y cuál fue su aporte?

—Claro. La ciencia de la Cristalografía estudia el orden de los átomos (la unidad básica de la materia) en todos los materiales sólidos. En 1982 yo descubrí una serie de cristales donde los átomos estaban ordenados de una forma diferente a la que se había visto durante los 70 años previos. Ese descubrimiento tan inusual representó un cambio de paradigma para la Cristalografía.

—¿En qué se aplican o podrían aplicarse los materiales que usted describió?

—Bueno, primero que nada, los descubrimientos valorados por premios tan importantes como el Nobel no siempre tienen una aplicación. De todas formas, los materiales que yo descubrí tienen aplicación en la industria química, en las impresoras 3D, en los utensilios de cocina, entre muchas otras áreas.

—¿Recuerda dónde estaba cuando recibió la noticia de que había ganado el Premio Nobel?

—Los laureados con el Nobel nunca olvidan el día del anuncio. Eran las 11.15 de la mañana. Yo estaba en mi oficina, trabajando en la computadora, y sonó el teléfono. La breve charla que vino a continuación me dejó helado. Me dijeron que había ganado el Premio Nobel de Química y que no debía contarle a nadie antes de los siguientes 30 minutos. Tuve media hora antes de que el mundo entero se enterara y traté de imaginarme lo que sucedería después. Nunca me imaginé el tsunami que se venía.

—¿Cambió su vida?

—Sí, no hay duda de que el Premio Nobel me cambió la vida.

—¿En que sentido?

—El Nobel crea un sinfín de oportunidades, entra las que los laureados eligen las que consideren mejor para ellos.

—¿Cuáles escogió usted?

—En lo que a mí respecta, me dio la posibilidad de luchar por un mundo mejor. Así me lo tomo. Doy muchas charlas y participo en reuniones en todo el mundo, defendiendo la educación, la formación en ciencia y el emprendedurismo tecnológico como clave para lograr un mundo de paz y prosperidad.

—¿Qué quiere decir con eso?

—La prosperidad económica es la clave para la paz y emprender en tecnología trae prosperidad. Es muy importante para tener economías estables y sustentables. Pero es algo que lleva tiempo y formación. He enseñado sobre esto a miles de jóvenes en los últimos 28 años, y durante ese tiempo Israel se convirtió en una nación emergente.

—¿Usted cree que la Química puede ayudar a resolver grandes problemas en el mundo?

—Sí, la Química y la ciencia en general son nuestra mayor esperanza. Con ellas podemos mejorar la vida de los necesitados. Tener energía limpia, aire y agua limpias, modernizar la industria farmacéutica... todo depende de nuestro conocimiento científico, nuestras habilidades y nuestra voluntad para mejorar el futuro.

—Esta es su primera visita a Uruguay, ¿con qué expectativas llega?

—Tengo un conocimiento general sobre Uruguay; estoy ansioso por encontrarme con las personas que viven allí, conocer sus hábitos, deseos, ambiciones y formas de ver el mundo.

Ofrecerá dos charlas abiertas al público.

Daniel Shechtman (1941, Tel Aviv), es profesor del departamento de Ingeniería de los materiales del Instituto tecnológico de Haifa (Israel) y de Ciencias de los materiales de la Universidad estatal de Iowa (EE.UU.). Su principal aporte a la ciencia, que le valió el Premio Nobel de Química en 2011, fue descubrir en 1982 los "cuasicristales", un tipo de material con una estructura que no se había visto hasta entonces y que tiene aplicaciones en campos como la industria química o las impresoras 3D.

La Real Academia de las Ciencias de Suecia lo felicitó por un trabajo "notable", solitario y tenaz, tras una "gran polémica" que logró vencer presentando los resultados de una investigación de "alta calidad".

Antes de recibir el Nobel Shechtman obtuvo el galardón de la Sociedad europea de investigación de materiales (2008), el premio Gregori Aminoff de la Real Academia de las Ciencias de Suecia (2000), el Wolf de Física (1999), el Rothschild de Ingeniería (1990) y el Premio internacional por nuevos materiales de la Sociedad Física Americana (1988). Esta semana llega por primera vez a Uruguay y ofrecerá dos charlas abiertas al público: el martes 24 a las 19.30 horas en la Universidad ORT (Bvar. España 2633) y el miércoles 25 a las 11.30 horas en el Paraninfo de la Universidad de la República.

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Daniel Shechtman

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