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Los fumigadores se defienden: cuidan la comida de millones

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Mariaude con su hija, en la cabina de la avioneta que utiliza para fumigar. Foto: Gustavo Mariaude.

Unos 100 pilotos atienden, cada uno, entre 20 mil y 25 mil hectáreas.

Gustavo Matiaude tiene 42 años de edad y hace 22 que es piloto de la aviación agrícola. Nacido y criado en la zona de chacras de Progreso, se dedica a fumigar y sembrar desde un avión en toda la zona arrocera de Treinta y Tres y Rocha. Es secretario de la Asociación Aeroaplicadores del Uruguay (APAU).

La fumigación siempre fue parte de su vida. Cuando trabajaba con su familia utilizaba una mochila para "curar" las viñas, más tarde se subió a un tractor y luego a un avión.

Cuando ve en las redes sociales o le hablan de los problemas para la salud humana que genera la fumigación aérea despliega un "argumentario" extenso. En primer término, asegura que no conoce pilotos o personal de tierra que haya padecido cáncer u otras enfermedades debido a esa tarea.

"En Uruguay no hay muertes por uso de agroquímicos. Tampoco se conoce de pilotos que hayan contraído cáncer por los productos que se aplican. Lo mismo sucede con el personal de tierra", aseguró Matiaude.

Por otro lado, destaca el valor de la práctica de la aviación agrícola en todo lo referente a la producción. "Hay una mala percepción con respecto a los productos fitosanitarios. Lo que hacemos es proteger la producción agropecuaria para que llegue a los hogares del mundo entero", sentenció.

Se pone a sacar cuentas y responde a las criticas con números. Estima que hay unas 200.000 hectáreas de arroz en todo el país. Con apenas el 5% de esa producción se abastece a todo Uruguay. "Haciendo unas 500 horas de vuelo por año, cada piloto atiende entre 20 y 25 mil hectáreas, por tanto protege la comida de 3.000.000 de personas", concluye.

Los límites para la fumigación aérea están muy claros. Se puede aplicar en todo el país, menos en Canelones y todas las áreas de exclusión como parques naturales, arroyos, zonas pobladas o escuelas, donde el producto se puede diseminar hasta 500 metros de la zona de exclusión. Hay 50 metros de exclusión para cursos de agua.

La verificación del terreno en que se fumiga se hace mediante herramientas satelitales. "Hoy todo se mide por GPS, se sabe exactamente dónde se está en todo momento. El GPS es obligatorio desde el año 1998", indicó el piloto.

"Mucha gente opina sin saber", afirma. "Para hacer una aplicación aérea el producto tiene que estar autorizado por el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP)".

Polémica.

En todo el mundo surgen voces contrarias a la fumigación aérea. Sin embargo, el sistema para el control de plagas, fertilización y siembra se aplica sin mayores problemas bajo rígidas reglas relacionadas con la aplicación química y el equipamiento de vuelo.

La producción agrícola en Estados Unidos utiliza los aviones habitualmente. Su método es imitado por los aviadores y empresas de Uruguay que han hecho una copia de su sistema de trabajo desde los primeros tiempos en que se hace ese tipo de incursiones aéreas en el territorio nacional.

Matiaude estuvo en el mes de julio pasado en Cuba. Pudo ver de cerca el sistema que se aplica en la isla caribeña para frenar distintas plagas, entre ellas los mosquitos.

"Estuve en Cuba hace unos días, allí hacen el combate contra todos los mosquitos o vectores que aparezcan con aviones de una empresa estatal. Fumigan todo el país, incluyendo sitios turísticos como Varadero", explicó el piloto.

Profesión.

Un piloto fumigador puede ganar un salario de entre US$ 1500 y US$ 2.500 por mes en promedio, dependiendo de la época del año. En todo el país hay unos 150 aviones en manos de distintas empresas.

La flotilla incluye aeronaves construidas específicamente para esa tarea. Hay modelos nuevos, del año 2015, y otros más viejos, de la década de 1970.

"La tendencia es hacia aviones más grandes acompañando el ritmo de crecimiento de la agricultura. Un avión grande puede costar entre US$ 800.000 y US$ 900.000", dijo.

En Uruguay trabajan unos 100 pilotos en total. La aviación agrícola se inició en el país en el año 1947 con el combate a la langosta. Luego, se instaló el servicio aéreo del MGAP que se estableció en Melilla.

Para trabajar en este rubro hay que cumplir con todos los requisitos exigidos para los pilotos comerciales. Además, hay que hacer un curso de aerofumigador en escuelas de instrucción o en las empresas.

Los conocedores dicen que es una aviación distinta y muy peligrosa. "Se vuela a baja altura muy cerca de los obstáculos naturales y se anda en pistas no preparadas", dijo Matiaude.

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Mariaude con su hija, en la cabina de la avioneta que utiliza para fumigar. Foto: Gustavo Mariaude.

UN TEMA DE POLÉMICA

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