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Una foto y una mateada que generó crisis política

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El Che y Haedo en Punta del Este, una foto que fue símbolo de una época.

Hay fotografías que están predestinadas a perpetuarse en la Historia. Esas imágenes que logran perdurar a lo largo del tiempo tienen su propia historia. Henri Cartier-Bresson sostenía que "captan el instante y su eternidad".

Muchos uruguayos tienen grabada en su retina una fotografía tomada en Punta del Este en 1961 y que muestra al entonces Presidente del Consejo Nacional de Gobierno, Eduardo Víctor Haedo, compartiendo un mate con el guerrillero argentino Ernesto Guevara de la Serna, el "Che".

La fotografía fue tomada por un reportero gráfico que, seguramente, nunca imaginó que su trabajo se transformaría en un símbolo de un país y de una época. Un tiempo en el que Punta del Este fue el epicentro de una importante batalla de la Guerra Fría que libraban Estados Unidos y la Unión Soviética. Aquella imagen de dos hombres —ideológicamente enfrentados— conversando apaciblemente y saboreando un amargo, dio la vuelta al mundo y desató una tormenta política en Uruguay, propia de un cuento de García Márquez.

¿Cuándo y dónde?

En agosto de 1961, en Punta del Este se celebró el primer gran foro internacional desde la creación del balneario. En el Hotel Nogaró se reunió el Consejo Interamericano Económico y Social (CIES), que congregó a los Ministros de Economía y Acción Social de los países miembros de la OEA. El impulsor de que la reunión se celebrara en Punta del Este fue Haedo, en una jugada audaz que en su momento generó muchas críticas. La Punta del Este de entonces no tenía infraestructura hotelera para una asamblea de esa envergadura y mucho menos en invierno. Pero Haedo pretendía poner al balneario en las portadas de los diarios más importantes del mundo. Se estima que junto a las delegaciones extranjeras, llegaron más de trescientos periodistas.

La reunión de la CIES, tenía a dos figuras que captaban la atención de los periodistas, de los guardias de seguridad y de los agentes de los servicios de inteligencia que también vinieron en tropel: el Che y el secretario del Tesoro Norteamericano, Douglas Dillon.

Guevara llegó encabezando la delegación cubana y en su carácter de Ministro de Industria y Presidente del Banco Central del régimen de Fidel Castro. Vistiendo su uniforme de guerrillero, con una pistola en el cinturón y su característica boina negra, hizo gala de su carisma. La revolución cubana había triunfado en enero de 1959 y en abril de 1961, es decir cuatro meses antes de la reunión de la CIES, se había producido la frustrada invasión a Bahía de Cochinos.

Poco después, ante una multitud enfervorizada, Fidel había hablado por primera vez de que la lucha en Cuba era por el socialismo.

Dillon era la contracara del joven guerrillero. Vestido siempre de riguroso traje oscuro, traía instrucciones precisas del gobierno del presidente John F. Kennedy: había que contrarrestar la influencia de la revolución cubana en todo el continente.

Las cartas estaban echadas y lo que predominaba en el ánimo en aquellos días en Punta del Este era el sentimiento más que la razón: o se estaba con Estados Unidos o se estaba con Cuba. No había lugar, ni posibilidades para posiciones intermedias.

Una fortuna en juego.

Lanzar el programa de asistencia económica denominado "Alianza para el Progreso", era el cometido de Dillon.

Consistía en una ayuda económica de casi US$ 20.000 millones (una cifra sideral en esos años) a lo largo de una década, para financiar obras de saneamiento, agua potable e infraestructura en los países de América Latina y el Caribe.

Haciendo malabares como anfitrión, e intentando acercar las partes, se encontraban Haedo y su ministro de Economía, Juan Eduardo Azzini. El político blanco convirtió a su ya mítica casa de veraneo, La Azotea, en centro de encuentros reservados y también de banquetes multitudinarios.

Haedo, que ejercía la Jefatura del Estado, recibía a los visitantes extranjeros con su característico estilo campechano y su infaltable boina blanca, siempre puesta al revés.

El primer encuentro con Guevara fue a puertas cerradas y estuvo cargado de tensión. Fue "Poncho", uno de los perros de Haedo, el que facilitó que se rompiera el hielo. Al parecer, el perro comenzó a hacerle gracias a Guevara y se suscitó el siguiente diálogo:

—Mire, mi amigo, me está conquistando al perro —dijo Haedo, y señalando con su dedo índice agregó: "Poncho, te me estás haciendo Fidelista". Los dos largaron la carcajada.

Al día siguiente el Che volvió a La Azotea y cuentan que puso cara de sorpresa y de emoción cuando María, la cocinera de La Azotea, apareció con el termo y el mate para su patrón.

—¿Gusta un mate, mi amigo? —convidó Haedo.

—¿Sabe cuánto tiempo hace que no tomo mate? —exclamó Guevara. De allí en más y entre amargo y amargo, Haedo y Guevara entablaron un vínculo de amistad que se prolongó en un intercambio epistolar hasta un par de años antes de la muerte del guerrillero argentino en Bolivia .

En esas mateadas, no exentas de chanzas e ironías, se produjeron diálogos como el siguiente:

—¿Qué población tiene hoy Cuba, Comandante?

—Los últimos cálculos indican que hay cerca de 6 millones y medio de habitantes.

—Supongo que ya no cuentan a los que ya se han ido.

—No, Presidente. Pero sí a los que entraron con la invasión…

En la última mateada, que antecedió a un asado con cuero, el 18 de agosto de 1961, un reportero tomó la fotografía que hoy muchos conocemos. Entonces dio la vuelta al mundo y provocó —días después— una manifestación de desagravio al mate realizada en Minas. Fue el instante y su eternidad, al decir de Cartier-Bresson.

La azotea

La Azotea de Haedo fue construida al estilo de casco de estancia y diseñada por el arquitecto Alberto Ugalde en la década de los años 30. Cuenta con un amplio parque donde abundan los arboles y las flores, y diversas esculturas de artistas como José Luis Zorrilla de San Martín.

Figuras como Pablo Neruda, Alfonsina Storni, Juana de Ibarbourou, Rafael Alberti, Jose Cuneo, José Luis Zorrilla de San Martín fueron visitantes frecuentes del lugar. Verdadero centro de encuentro intelectual de la región desde fines de los años cuarenta. 

La Azotea de Haedo queda en el barrio Cantegril de Punta del Este, en Bulevar Artigas y Mercedes.

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El Che y Haedo en Punta del Este, una foto que fue símbolo de una época.

Cuando Punta del Este dominó las páginas de la prensa internacionalDIEGO FISCHER

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