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"Yo estudio y trabajo" da empleo a solo el 2%

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En el plan "yo estudio y trabajo" la oferta de empleo juvenil es 51 veces mayor que la demanda de las empresas. En sus cinco primeras ediciones se inscribieron 168.418 jóvenes con la intención de conseguir su primera salida laboral. Pero solo hubo 3.292 puestos disponibles.

"El azar es justo, pero puede ser muy cruel", dijo la ministra de Desarrollo Social, Marina Arismendi, sobre el sorteo para acceder al empleo público por un año y que, ante la escasez de plazas, deja a muchos interesados afuera.

Hasta ayer, a apenas 24 horas de haberse abierto la sexta edición del programa, se anotaron mil jóvenes de entre 16 y 20 años. Y hay tiempo hasta el 7 de septiembre. Es decir: en solo un día ya hay más inscriptos que puestos a ser repartidos. Esta vez son 24 los organismos públicos que ofrecen cupos y, en total, suman 672. Se agrega el Parlamento, dos intendencias y "se esperan nuevas incorporaciones", señaló Eduardo Pereyra, director de Empleo.

"Yo Estudio y Trabajo" comenzó en 2012 y antecede a la ley de empleo juvenil. Su fundamento es que "cuanto más joven, mayor dificultad de acceso y permanencia en el empleo". Según las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística, en el trimestre abril-junio, la tasa de desempleo entre los menores de 24 años alcanzó el 25,7%, mientras que en entre los de 25 a 39 años se ubicó en 7,2%. Y luego de los 40 años cayó al 3,8%.

Pero no es solo una cuestión de desempleo, sino que entre los más jóvenes la informalidad es mayor. Al respecto, el director de Empleo señaló que "cuando se analizan las variables formalidad y continuidad, se encuentra que estas se refuerzan mutuamente". Incluso se ha notado "un impacto positivo en la formalidad laboral en los jóvenes de hogares más vulnerables".

Continuar estudiando es requisito para permanecer en el puesto laboral, cuya duración va entre nueve meses y un año. La totalidad de los beneficiados cumplió con ese deber. Sin embargo, unos años después del programa la permanencia en el sistema educativo "no es tan positiva" como la mejora de la formalidad, concluyó una evaluación del Mides.

Seis de cada diez inscriptos en las ediciones pasadas, estaba cursando el bachillerato, 45% en un liceo y 16% en UTU. A su vez, la mitad de los anotados tenía entre 16 y 17 años. Por tanto, casi no existe rezago escolar entre los interesados en participar.

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