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El doloroso peregrinaje por un hijo adicto a la pasta base

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"Toda la ciudad sabe dónde funcionan las bocas de pasta base", dice el padre fraybentino. Foto: AFP.
AFP fotos - COLOMBIA-HOMELESS - SOI - Poverty - A Colombian homeless man smokes crack in the Barrio Triste neighborhood in Medellin, Antioquia department, Colombia on April 3, 2013. Medellin Mayor's Office, in terms to reduce extreme poverty, created an assistance program for adult street-dwellers called "Day Center", where the homeless receive social and psychological services, have a place where to bathe, socialize, play some sports and to get medical assistance, food, etc. The center serves 300 men daily and provides more than 100 beds each night. AFP PHOTO/Raul ARBOLEDA COLOMBIA-HOMELESS - Medellín - - - COLOMBIA - RAUL ARBOLEDA - ram/pa
RAUL ARBOLEDA - AFP - AFP/AFP

Harto de tanto sufrimiento familiar, un padre fraybentino salió a pedir que las autoridades "asuman su responsabilidad" en el combate al flagelo de la pasta base y reclamó más represión policial contra las bocas de venta, "que toda la ciudad sabe donde funcionan".

Andrés Mendoza tiene 60 años y ha vivido en su propio hogar el drama de las drogas, como la marihuana; pero dice que la pasta base se aproxima al infierno. "Causa estragos en el cerebro y mata de a poco". Él vive ese infierno con su hijo de 24 años y con otros tantos jóvenes que andan deambulando por las calles de Fray Bentos.

"Uno de mis hijos consume pasta base desde hace unos años. Yo conozco toda esa problemática desde adentro, en una ciudad como Fray Bentos donde siempre estamos mirando para afuera y barremos para adentro. Ahora mismo hay chiquilines internados y otros que se han suicidado. Es como un camino al infierno, para los propios jóvenes, para los padres y para las familias", sostuvo Mendoza.

Entiende que como se trata de un problema relativamente nuevo "los padres, fundamentalmente de familias humildes, no saben qué hacer. Encima, la sociedad no entiende y visualiza a estos jóvenes como algo horrible, como si fueran zombis, y terminan mirando para un costado tratando de ignorar el problema".

Sostiene que el sistema no ayuda, algo que pudo comprobar visitando la cárcel de Mercedes "donde la mayoría de los jóvenes están presos durante cinco años por robar para consumir, mientras que el vendedor, insólitamente, está uno o dos años".

Efectos.

"Es horrible, la pasta base los descerebra y quienes no logran buenos tratamientos quedan mal para toda la vida, y por lo general terminan suicidándose. Esta realidad es muy dura, para la familia es todo un suplicio", reconoce el padre de un joven drogadicto.

Ante una situación de este tipo, dijo que lo primero que hay que tener "es una fortaleza impresionante, porque te roban una cosa, te sacan otra. Es algo normal que te saquen todo, y si los padres no tienen carácter, imagínate. Hay gente a la que los hijos les han desvalijado la casa", dice con preocupación e impotencia.

En Fray Bentos, los padres deben recurrir a un psiquiatra para que le expida una orden de internación compulsiva. Luego tiene que ir a la policía a pedir ayuda para que trasladen al joven que se encuentra "al borde de la locura y es capaz de todo".

"Imagínate el que no tiene medios, el tiempo que pierde yendo de un lado a otro. En momentos sumamente angustiantes, un minuto es un año" dice Mendoza. "Luego, en lugar de contenerlos en un lugar apartado, los exponen "ingresándolos esposado a la emergencia del hospital donde hay niños y otras personas con problemas bien diferentes".

Mendoza destacó el trabajo de las enfermeras que los reciben en la sala de psiquiatría.

"Estoy orgulloso por el trabajo que cumplen y el cariño que ponen, haciendo mucho más de lo que pueden porque es un lugar pequeño y no está en las mejores condiciones para recibir a este tipo de pacientes", dijo. Pero lejos de rehabilitarse, Mendoza cree que la atención que se ofrece en Fray Bentos "solo sirve para aplacar la euforia del momento y nada más que eso porque no se cuenta con las herramientas necesarias; para empezar, un lugar adecuado donde salgan del tratamiento y hagan una terapia o algo, que no estén todo el tiempo empastillados porque después que reaccionan terminan recayendo".

Impunidad.

Sostiene que en Fray Bentos es evidente el caso de algunos individuos que venden pasta base. "No sé cuál es el problema con la impunidad que hay acá, en una ciudad pequeña como esta donde nos conocemos todos", reflexionó sobre la indiferencia oficial. Sostuvo que más de un vendedor de pasta base "anda en buen coche y buena vida, entonces los demás lo miran y empiezan a vender lo mismo".

Advirtió que este fenómeno "hace poco que empezó y no va a terminar. Si no matás al perro, la rabia se va contagiando", dijo visiblemente indignado.

En 2014, según datos de la Jefatura de Policía de Río Negro, fueron intervenidas 30 personas de las que 12 terminaron en prisión por estar vinculadas al narcotráfico.

Fueron incautados, en el año, 17 kilos de pasta base y cocaína y 2 kilos de marihuana.

"He robado a mis padres y a mis tíos: he robado a mis abuelos"

Un joven adicto de Mercedes escribió días atrás una carta que publicó el sitio de noticias Agesor.

"Si se combatiera la pasta base no habría robos porque no hay una sola persona que robe para comer. Es lamentable lo que hace la policía, cómo les avisan (a las bocas) cuándo hay una orden de allanamiento para que saquen las cosas", contó el joven en la carta.

Dijo que un kilo de pasta base cuesta en Paysandú, alrededor de 150.000 pesos, dependiendo de la calidad. El que compra un kilo, vende de a 5 o 10 gramos a la bocas. Una tiza de 10 gramos vale 2.400 pesos. "Se ralla con un colador de leche y se cortan papeles cuadrados y se les echa lo suficiente para una o dos pitadas; luego ese papel se cierra y se le pone un pedacito de cinta aisladora para terminar de armar el chasqui. Con una tiza de 10 gramos, la boca hace entre 80 y 100 chasquis de $ 50 cada uno. En una boca de Mercedes se puede vender $ 5.000 en dos o tres horas.

El joven, de 28 años, narró que empezó a fumar con un amigo por diversión y hoy está arruinado. En el camino robó muchas veces, estuvo preso, perdió a su novia y hoy se declara "muerto en vida".

"He robado cosas a mis padres, a mis tíos, a mis abuelos, he robado en la calle. Esta maldita droga fabrica delincuentes, porque cuando se termina salís a buscar plata como sea y no te importa nada", escribió.

"No conozco a nadie que haya muerto por fumar pasta base, pero creo que a veces es mejor morir, antes que estar así" reflexionó el joven mercedario.

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"Toda la ciudad sabe dónde funcionan las bocas de pasta base", dice el padre fraybentino. Foto: AFP.

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