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Disfraces, puros y pesca en Tailandia, la vida excéntrica de Balcedo

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La Justicia dispuso ayer un allanamiento de la chacra de Balcedo. Foto: R. Figueredo

VIDA DE LUJO EN SECRETO

El sindicalista que fue detenido en su casa de Playa Verde llevaba una rutina de magnate, pero de bajo perfil; pocos sabían que tenía tanta plata.

Marcelo Balcedo, antes de ser detenido en Uruguay, llevaba una doble vida más parecida a la de un narco latino digno de una película de Quentin Tarantino que a la de un sindicalista, en donde se mezclan viajes en jets privados para pescar en Tailandia, séquitos de guardaespaldas, autos de lujo, animales exóticos, mansiones fortificadas y millones de dólares.

Así y todo, no es fácil encontrar a alguien que realmente pueda describir cómo vivía en realidad. Y es que el titular del Soeme supo mantener bastante en secreto su vida privada en Uruguay, a tal punto que la noticia sobre las casas y los 7,5 millones de dólares que se le encontraron en Punta del Este y Montevideo tomó por sorpresa a casi todos los periodistas de su diario y a los sindicalistas más cercanos de La Plata.

"Si no tenías que hacer algún negocio con él, Balcedo era un tipo amable, casi amigable. Siempre se movía acompañado por un séquito de guardaespaldas. Era muy paranoico con el tema de la seguridad. Le gustaba fumar habanos y los autos deportivos. Veía mucho cine y hasta a veces se aparecía vestido como personajes de películas. Un día cayó en su Porsche 911 Carrera con un largo sobretodo de cuero y anteojos espejados. ¿Adiviná quién soy?', me preguntó: ¡Matrix!', respondí y se encerró en su oficina", contó a La Nación una fuente cercana al mundo de Balcedo.

El sindicalista se recibió de ingeniero y partió a Estados Unidos, donde obtuvo un posgrado en Comunicación. En esos viajes cultivó su gusto por los perfumes caros y los habanos importados a los que solía encender con un billete. Si eran dólares mejor. De todas maneras se cuidaba de repetir ese hábito delante de dirigentes de otros gremios con los que solía reunirse todos los meses en el diario.

"Él organizaba asados para discutir temas gremiales. Cuidaba mucho su salud: no tomaba alcohol y era un buen anfitrión. Discutíamos las demandas de los trabajadores y su ambición era poder ingresar a la política como su padre. No sabíamos de lo otro: las casas, la flota de autos de alta gama, las mansiones, los viajes en avión privado, todo eso nos sorprendió. Sí se sabía que había heredado parte de una pequeña fortuna, pero no que tenía tantos millones de dólares", contó un sindicalista que participó de esas reuniones.

Balcedo cultivaba un perfil bajo, no se lo veía en la noche. No era un hombre de los boliches y discotecas de moda, prefería otro tipo de ambiente más íntimo. "Más bien era un tipo apocado que tenía gustos extravagantes en los autos y en las cosas materiales. Su personalidad era apagada. Incluso era algo retraído y serio", dijo un conocido del gremialista.

Tampoco usaba ropa cara. Eso se lo dejaba a su esposa, Paola Fiege, de 33 años, que optaba por vestidos de marca y diseñadores de alta costura. Su gusto estaba centrado en los autos deportivos. Y eso sí que no pasaba desapercibido en una ciudad como La Plata. Su flota habitual estaba compuesta por el Porche, un BMW convertible y un Mercedes-Benz. Pero en Punta del Este se movía en una Ferrari, un Chevrolet Camaro (el auto de los Transformers) y un Mercedes-Benz edición McLaren, que es una versión especial tan limitada y cara que solo unos pocos la tienen, entre ellos, Donald Trump.

Todos esos automóviles fueron secuestrados en su chacra El Gran Chaparral, situada en Playa Verde. Esa mansión se había convertido en una fortaleza desde hace unos años y Balcedo había fijado su residencia allí, aunque oficialmente mantenía siete domicilios distintos.

La chacra, cuyo nombre surge de la serie de los años 60, mantiene las líneas de aquel Gran Chaparral, pero parece una residencia narco más cercana a la casa de Tony Montana (el personaje de Scarface), con caminos rodeados de altas palmeras, vigilancia privada, cámaras de seguridad, cerca perimetral que engloba las 90 hectáreas de terreno y un zoológico que recién comenzaba a formar. 

Y es que entre los gustos extravagantes de Balcedo, en los últimos años también había comenzado a cultivar el cariño por los animales exóticos. Hay quienes dicen que estaba en busca de un tigre blanco, pero hasta ahora solo había conseguido un guacamayo Amazona aestiva (loro hablador), cinco llamas, dos alpacas, cinco carpinchos, 14 ñandúes, un guacamayo Ara chloropterus y otro guacamayo Ara ararauna.

A la mujer de Balcedo se la veía mucho más que a él en Uruguay ya que iba a buscar a sus hijos al colegio en el Instituto Uruguayo Argentino de Punta del Este. Fiege, una rubia misionera 21 años menor que Balcedo, también había desarrollado gustos excéntricos que no mostraba en La Plata.

Por ejemplo, se había colocado un piercing dental con incrustaciones de piedras preciosas valuado en $180.000 argentinos, una moda desarrollada por numerosas celebridades de Hollywood como Madonna, Justin Bieber, Miley Cyrus y Rihanna.

Otra de las excentricidades de Balcedo fueron los costosos viajes que realizó al exterior. Entre el 9 de febrero de 1995 y el 20 de diciembre de 2017 hizo 405 viajes internacionales. Muchos los realizó en un jet privado que alquilaba a 60.000 dólares por mes. Entre los destinos frecuentes figuraba Punta del Este, pero también se daba permisos para ir a pescar a Tailandia. Antes de ser detenido planeaba vacacionar en las Bahamas.

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