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La inefable ministra de Desarrollo Social, Marina Arismendi, ha señalado que su cartera propondrá al denominado Gabinete Social que el Estado no reclame contrapartidas a las familias con hijos que reciben partidas del Mides.

Arismendi no ha estado sola en esa idea. Con ella coinciden el presidente del Codicen, Wilson Netto, a quien María Julia Muñoz se atrevió a definir, sin ponerse colorada, como "el José Pedro Varela del siglo XXI", y también la subsecretaria del Mides, la exintendenta de Montevideo, Ana Olivera, quien tras su pésima gestión en la comuna fue premiada con un alto cargo al lado de su correligionaria comunista.

Pasemos en limpio. El Estado, con recursos que provienen de los impuestos que pagan los contribuyentes, paga asignaciones a las familias con hijos en edad escolar o liceal. Se trata de un esfuerzo que la sociedad toda hace para apoyar la crianza de esos niños y adolescentes uruguayos.

¿Acaso alguien en su sano juicio puede sostener que está mal pedir a esas familias que reciben ese apoyo del Estado que envíen a sus hijos e hijas a la escuela o el liceo?

¿Es demasiado pedir a un padre o una madre que recibe una ayuda del Estado que se comprometa, al menos, a enviar a sus hijos a la escuela o el liceo públicos?

¿Cómo pueden jerarcas de gobierno sostener una insensatez tan grande?

¿Cómo puede ignorar la ministra, su subsecretaria y don Netto Varela que el año pasado hubo que retirar la asignación a 11 mil familias (sí, leyó bien) que habían dejado de enviar a sus niños a la escuela o el liceo?

¿En qué mundo vive esta gente? ¿Dónde creen que pasan el día esos chicos a los que sus padres no mandan a la escuela y el liceo? En la calle. En los semáforos, mendigando a veces hasta la noche, bajo la lluvia o en medio del frío. O a expensas de jóvenes o adultos que les enseñan a delinquir o los introducen en el consumo de droga.

¿Esta es la gente que lidera el Ministerio de Desarrollo Social? ¿Este es el hombre que lidera el Codicen y gobierna la educación?

¿Qué futuro les espera a nuestros niños y adolescentes mientras los Arismendi, los Olivera y los Netto avalen que sus padres y madres no hagan su mayor esfuerzo por dar a sus hijos una educación y, con ella, la esperanza de un mejor futuro?

¿Qué propone esta gente? ¿Seguir aumentando la cantidad de uruguayos que ni estudian ni trabajan, asegurándoles que seguirán cobrando partidas sociales financiadas por los impuestos que pagan los que sí se esfuerzan?

Ya no les alcanza con no hacer nada para devolver a la educación pública lo que alguna vez la volvió un ejemplo en el continente. Parece que ahora también quieren aportar su granito de arena para que nadie se atreva a presionar a los chicos para ir a clase.

Queda claro. No han cambiado el ADN de la educación. Pero trabajan duro para cambiar el ADN del Uruguay, que supo ser un país de trabajo duro, gente educada y deseos de progresar. Ese ADN ya lo han cambiado. Quizá, para siempre.

[email protected]

LA COLUMNA DE PEPEPREGUNTÓN

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