Publicidad

Buscando a una sombra

Compartir esta noticia
A. B. Yehoshua

Situada en la cosmopolita Haifa, donde judíos y árabes conviven, esta es una pieza importante de la narrativa de este gran escritor israelí que recién llega en español.

Abraham B. Yehoshua nació en Jerusalén en 1936 y publicó su primera novela, El amante (1977), a la edad de 40 años. Descendiente de una extendida estirpe sefardí de raíces griegas, junto a Amos Oz y David Grossman forma parte de lo más destacado de la literatura israelí de los últimos años, y ha publicado también teatro y ensayo. En su novelística, afortunadamente volcada al castellano, figuran títulos como Una mujer en Jerusalén, La novia liberada, Viaje al fin del milenio, Caridad española y la notable El cantar del fuego.

Varios son los narradores del delicado ejercicio de relojería que es El amante: Adam, el principal de ellos, es un cuarentón dueño de un taller mecánico en Haifa; Asia, su esposa, una profesora de Historia que parece haber perdido todo arte de seducción e incluso de deseos de vivir; Dafi, la hija de ambos, una adolescente que atraviesa una intensa crisis que la separa día a día de sus padres; Waducha, una anciana internada en una casa de salud que recupera brevemente su lucidez; Naím, un joven árabe, empleado del taller de Adam, quien será encargado de cuidar de Waducha por unas semanas y que se verá impactado por la belleza y la irreverencia de Dafi; y, casi al final del libro, Gabriel, un joven judío residente en París, que ha llegado a Israel con la equívoca esperanza de cobrar la herencia de su abuela Waducha.

Todo ocurre poco tiempo después de haberse desencadenado la llamada Guerra de Yom Kippur, un conflicto bélico que involucró, hacia fines de 1973, al ejército israelí por un lado y a tropas de Egipto, Siria, Jordania e Irak por otro, y más tarde, a nivel diplomático, a la entonces Unión Soviética y a Estados Unidos. Y lo que dispara la historia es, si se quiere, un impulso paradójico: Adam está decidido a encontrar a Gabriel, quien, tras algunas peripecias, se convirtió en amante de Asia y que un buen día desapareció, despertando el temor de haber sido reclutado por el ejército y enviado al frente de batalla.

Pero la voluntad de Adam no está provocada por celos o por venganza, sino por piedad: él está convencido de que la única persona capaz de recuperar anímicamente a su esposa es este individuo enigmático y en cierto sentido torpe. Y en su desalentada búsqueda, termina haciéndose cargo de la abuela y pidiendo a Naím que la acompañe. Es en este muchacho donde se habrá de personificar un conflicto cultural de dimensiones insondables, acaso imposible de resolver.

Las distintas intervenciones de cada uno de los protagonistas están elaboradas con mano maestra: el discurso de Adam aparece siempre a medio camino entre la decisión y el desconcierto; Asia solo es capaz de recordar sus clases y de narrar algunos de sus sueños nocturnos, en los que reiteradamente aparecen pistas o rastros del conflicto en el que se ve envuelta; Safi es directa y práctica, más allá de las confusiones propias de su edad; las primeras oraciones de Waducha son borrosas, casi ilegibles, pero una vez que recupera su salud, su palabra está siempre atenazada por el miedo de que una noche Naím la asesine y la robe; el lenguaje de Naím es el del descubrimiento, de la curiosidad, del deseo de una vida diferente y de la corroboración de que ser árabe es una condena que jamás le permitirá incorporarse a ese mundo.

En Adam se reúnen dos culpas: sentirse tan lejos de su mujer que ni siquiera puede definirla (“¿Cómo describirla entonces? ¿Por dónde empezar? Por sus pies, pequeños y suaves, ante los que caí una noche…”), y acumular dinero sin cesar gracias a la prosperidad de su taller donde prácticamente todos los empleados son árabes. Por su parte en Naím, acaso la contracara de Adam, se acumulan todas las interrogantes que le harán imposible modificar su destino. Y como telón de fondo de todas estas escenas en un principio privadas, se desnudan pautas y sinrazones de un enfrentamiento que acosa a dos naciones.

Considerado un pacifista radical, Yehoshua, intelectual tan activo como incómodo, ha sabido volcar en sus libros todas sus inquietudes, sin afectar en lo más mínimo su enorme calidad narrativa. En esta, su primera novela, ello queda largamente demostrado.

EL AMANTE, de A.B. Yehoshua, Duomo Nefilebata, 2013. Barcelona, 419 págs. Distribuye Océano.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
A. B. Yehoshua

PRIMERA NOVELA DE A. b. yEHOSHUAHugo Fontana

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad