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El "buen ladrón" de las iglesias

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San Francisco: la antigua iglesia de la Ciudad Vieja fue enrejada. Foto: F. Flores

Los templos católicos instalan cámaras y alarmas por los robos; no se salva ni la Catedral.

No robarás. El séptimo mandamiento pierde adeptos y hasta las iglesias lo padecen. Los templos católicos están siendo sometidos al apremio de la delincuencia y se cubren con rejas, cámaras, alarmas y personal de seguridad profesional o voluntario.

En el año 1724 los jesuitas levantaron la iglesia de San Francisco de Asís en el cruce de Piedras y Zabala. Fue el primer templo religioso de la ciudad. Se trata de un edificio de grandes dimensiones con tres entradas y escalinatas de mármol.

Desde hace tres meses está enrejada. El padre Néstor Falco, a cargo de esa parroquia, contó a El País que tuvo que hacer una infinidad de trámites ante la Comisión del Patrimonio Nacional para poder instalar las rejas. Las escalinatas se habían quedado fuera del control de las autoridades religiosas.

"Rompían el mármol del piso, usaban el lugar como baño u hotel de alta rotatividad y hasta hacían fuego", señaló Falco. Además, su parroquia debió contratar personal de seguridad para atender la cripta, un sitio que está abierto durante toda la jornada para recibir a decenas de personas.

La Iglesia Católica debió tomar medidas de seguridad en la mayor parte de sus templos en Montevideo y el interior.

El párroco de la Catedral de Montevideo, Juan González, confirmó a El País que hace dos años debió implementar un sistema de cámaras de videovigilancia y un sofisticado método de sensores en los altares con tecnología láser.

La catedral metropolitana permanece abierta desde las 9 de la mañana hasta las 6 de la tarde; en ese horario hay personas de la Iglesia vigilando el templo. Hay personal de seguridad contratado y otros que se ocupan de la tarea de manera voluntaria.

Una de las cámaras está colocada sobre la estructura de madera que se encuentra en la entrada. Desde allí se monitorea todo lo que sucede en la nave central del templo. Hay otras videocámaras en las capillas laterales y lugares más apartados.

"Siempre hay gente que quiere llevarse algo, pero gracias a Dios últimamente esto no ha sucedido", dijo González.

Candados.

En la tarde del viernes había dos decenas de personas orando dentro de la iglesia del Cordón. Es el único templo católico sobre la avenida 18 de Julio. Al traspasar el umbral el visitante se ve envuelto por un sorprendente silencio. Apenas se siente el ruido de algunos motores y el eco de las pisadas de los devotos.

Dos ancianos dormían bajo los tibios rayos de sol que permite pasar el vitral. Desperdigados en el recinto, se podía ver un estudiante, una empleada de limpieza que rezaba con su uniforme, tres jubilados que oraban en voz alta, un trabajador hincado en medio de la nave central, una mujer joven sentada frente al púlpito y un hombre encendiendo velas.

En ese lugar "hay robos día por medio", según dijo a El País el sacerdote Washington Hernández, párroco de esa iglesia céntrica. "Si no tenemos a alguien que pueda cuidar, hay que cerrar con candado después de la misa", contó.

Todavía no han podido instalar alarmas por "falta de rubros", pero la comunidad organizó su servicio de vigilancia.

"Todos los que ayudan son mayores, ancianas de 70 u 80 años que se ofrecen y van dos o tres horas para que la iglesia esté abierta. Lo único que hacen es estar ahí en la vuelta. Lo hacen como un servicio especial, si la gente ve la iglesia abierta entra a rezar", contó.

Hernández también se ocupa de la parroquia de Los Vascos, ubicada en la calle Julio Herrera entre Mercedes y Colonia. Allí la situación es diferente y se tomaron otras medidas de seguridad. La entrada al templo se hace desde la secretaría donde hay un funcionario mientras el lugar está abierto al público.

"Yo le digo a la gente que tenga cuidado. Si vienen con una bolsa o una cartera y van a comulgar, la tienen que llevar. Creen que por moverse tres o cuatro metros no van a tener problemas. A veces se arrodillan y en un segundo los roban", señaló el párroco.

En la capilla, que queda a media cuadra de la sede del Ministerio del Interior, no hay música. Un antiguo órgano está siendo reparado y los ladrones robaron tres veces el equipo de amplificación. Ahora las misas se ofrecen a puro pulmón, literalmente.

"En los Vascos el problema más grave es cuando el Mides reparte la comida en la plaza del Entrevero los domingos. Está lleno de gente en situación de calle, que no tiene vivienda. No es que todos sean iguales, hay gente muy bien. Una vez que se termina la misa tenemos que cerrar", afirmó el sacerdote.

Interior.

El miércoles pasado los sacerdotes y el obispo de San José, Arturo Fajardo, se reunieron para evaluar medidas de seguridad en la catedral tras el hurto de copones con ostias consagradas. El padre Damián Legelén dijo al diario Primera Hora que días pasados, al término de una misa, un hombre alzó la voz y sacó un cuchillo.

El incidente no pasó a mayores pero el personal de limpieza ha tenido inconvenientes con personas que han ingresado a la Basílica a pedir dinero.

En la catedral de Florida han instalado un sofisticado sistema de cámaras que pueden ser monitoreadas en los celulares y computadoras de los sacerdotes. Ese templo guarda la imagen de la Virgen de los Treinta y Tres, patrona de la patria.

El vicario Giovanni Chinchilla contó a El País que hace dos años un ladrón pretendió llevarse un candelabro de la catedral floridense. Lo tomó sin darse cuenta que estaba conectado a otro más grande. Al cinchar el primero, el segundo se le vino encima y le lastimó la cabeza.

La Policía detuvo al frustrado delincuente a pocas cuadras de la catedral. El hombre terminó en la cárcel y allí los presos lo apodaron "Candelario", según le contaron a Chinchilla.

Abrir las puertas del templo.

En el mes de diciembre del año 2015 el papa Francisco comenzó a hablar del concepto de "Iglesia de puertas abiertas". El planteo tiene una visión espiritual, que implica el acercamiento hacia todas las personas, pero también práctico. El jefe de la Iglesia quiere que los templos estén disponibles el máximo posible. En Montevideo la idea papal se acató de inmediato y la Arquidiócesis elaboró un plan de ayuda a las parroquias y capillas que quisieran sumarse. Fue así que nació el programa "Puertas Abiertas" que incluye fondos para la contratación de personal que, entre otras cosas, se ocupe de dar seguridad a los templos. El plan original definió darle prioridad a las capillas instaladas en las zonas más transitadas de la ciudad. Uno de los objetivos es que se pueda recibir a los fieles al menos cuatro horas por día de martes a sábados. Se capacitó especialmente al personal para que, además de cuidar el lugar, pueda ofrecer información sobre actividades de la Iglesia o realizar un contacto con los sacerdotes. La financiación del proyecto se hace mediante la campaña "Iglesia de Todos" y con fondos de las capillas. A esto se suma el importante apoyo que realizan voluntarios de acuerdo a sus posibilidades, según dijeron a El País fuentes de la Iglesia de Montevideo.

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