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Arquitectura de barro y ladrillo

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El Día del Patrimonio, dedicado hoy y mañana a la arquitectura, conlleva un homenaje a los primeros constructores de hogares austeros pero muy perdurables, como los del hornero, que a veces cuelgan por décadas entre las finas ramas de un árbol, y en otras ocasiones aparecen en azoteas o pretiles de edificios y hasta encima de algún tronco, en apariencia reseco, y que sin embargo asoma como un pilar de la tierra para integrarse a una especie de monumento rudimentario, pero fecundo.

Esa suerte de hornos de barro que construyen las aves existentes en toda América del Sur inspiraron la creación de los ranchos de los primeros pobladores, (como se ve en pinturas de Juan Manuel Blanes). Ranchos con paredes de terrón, techos de paja, y horcones o puntales de madera que se ataban con tientos mojados o cuero fresco.

Mañana domingo, de 11.00 a 18:00 horas, en la Criolla Elías Regules (Av. Bolivia 2455, al costado del Parque Rivera), se propone justamente visitas guiadas por un pueblo del siglo XIX.

Se apreciarán distintos tipos de construcción: en barro, piedra, ladrillo, quincha. No faltará la pulpería y, en el casco de estancia, el parque con variedad de flora indígena.

El nido del hornero, armado sobre un poste o un tronco es una versión "primitiva", en términos formales, de las suntuosas coronaciones de la construcción clásica del Viejo Mundo, que desembarcó en la zona céntrica de Montevideo para consagrar las cúpulas de tantos edificios públicos y privados.

En otro sentido, por la materia empleada y la audacia, la casa del hornero reaparece al relevar obras del ingeniero uruguayo Eladio Dieste, quien desafió asimismo las leyes de la física con lo que definió "cerámicas armadas".

Tampoco puede olvidarse a las viviendas autosustentables, que en esta época están llegando a la región, y en las cuales las ramitas del nido de hornero, sus semillas, hojas secas, pajas o raíces son sustituidas por botellas de plástico y vidrio o latas de cerveza y refrescos, pero en todo caso también revestidas con una argamasa de arena, tierra y adobe.

Dando un paso más, otra referencia vinculable es el Museo de la Construcción, ubicado en la calle Piedras, sede de la Comisión Especial Permanente de la Ciudad Vieja desde 1986.

La obra data de 1804 y pertenece a Tomás Toribio, el primer arquitecto que tuvo la ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo, nacido en 1756 en el reino de Jaén, y egresado de la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando, Madrid, en 1785.

Los especialistas destacan de tal construcción el uso de un sistema de entramado de madera y cáñamo. Otra vez un recuerdo para el hornero.

La edificación aparece basada en el neoclasicismo colonial, es muy austera, de particular interés por la originalidad para aprovechar el espacio en un reducido terreno, si bien ya basada en ladrillos para los tabiques interiores.

Declarada Monumento Histórico Nacional en 1975, al año siguiente la casa familiar de Toribio fue restaurada, se incorporó un lucernario sobre el pozo de aire y se agregó un entrepiso liviano al fondo, para albergar el Museo de la Construcción, que lamentablemente no figura entre los lugares abiertos al público durante las celebraciones de este fin de semana dedicado a la arquitectura.

Lo hecho en esa finca es un ejemplo de refuncionalización o revitalización de lo existente, como también se transformó el depósito portuario de Montevideo de principios del siglo XX, trabajo del ingeniero Eladio Dieste, hecho en 1979.

Para estudiosos internacionales es una de las pocas obras de su autoría que se mantienen acondicionadas a fin de recibir visitantes.

Para el mundo.

Con el objetivo de incluir la producción de Dieste en la Lista Indicativa del Patrimonio Mundial, durante la semana que termina hubo diversas actividades, como ser las charlas del arquitecto venezolano Ciro Caraballo, asesor externo de Unesco.

En septiembre de 2014, este especialista ya había advertido que para seguir adelante con la intención de candidatear a Dieste y hacer un expediente completo para internacionalizar su obra, se lo debe posicionar a nivel local, en todo el país.

"Si no se conforman mejoras urbanas y de gestión y algunos problemas de conservación, no podemos poner la iglesia de Atlántida en el expediente. Si montamos un expediente sin esa iglesia, seguro lo devuelven", sentenció Caraballo aquel año, ante el Congreso de Intendentes de Uruguay.

Se decía entonces que la iglesia de Atlántida estaba desatendida; un cuidador posee las llaves pero no siempre está en el lugar. El entorno creció irregularmente, "mitad campo, mitad urbano, pasando a escasos metros de una ruta nacional de alta velocidad", agregó hace un año Caraballo, licenciado en Historia y magister en Patrimonio y Turismo. "Allí es necesario un plan urbano", resaltó.

Pese a esto, por lo menos hoy, a las 17:00, en el kilómetro 164 de la Ruta 11, la Parroquia Cristo Obrero de Atlántida, Monumento Histórico Nacional, se sumará a los festejos con un espectáculo de coros.

Igualmente resulta imperdible llegar hasta otra obra de Dieste situada en la ciudad de Canelones: el Mercado de Granos y ex Mercado de Frutas, en donde funcionó durante mucho tiempo el Garaje Municipal, y hoy resurge reconvertido en el gimnasio olímpico "Salvador Mauad". Mañana a las 13:00 horas, la ministra de Educación María Julia Muñoz lo visitará junto al intendente canario Yamandú Orsi.

Desde ranchos de terrón y paja hasta obras de Dieste que desafiaron a la físicaCARLOS CIPRIANI LÓPEZ

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