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Mariano Arana: "Me equivoqué al votar en contra de la Virgen"

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Arana no comparte las reconstrucciones, pero le agradaría en el caso de "Assimakos". Foto: Darwin Borrelli
Nota a Mariano Arana, arquitecto y exintendente de Mvdeo., ND 20140129, foto Darwin Borrelli
Archivo El Pais

El dos veces jefe municipal de Montevideo habló con El País sobre su voto en la Junta Departamental y confesó que "no sabía que las normas del FA permitían la libertad de acción".

"Voto en contra por disciplina partidaria". Con esta frase Mariano Arana justificó su rechazo al monumento de la Virgen el pasado 11 de mayo, ante el Plenario de la Junta Departamental y las barras repletas de asistentes. Casi todos sabían que estaba pronunciándose en contra de sus convicciones. E incluso pensaban que se apartaría del guión, tomando en cuenta que es por lejos el parlamentario con mayor currículum en el Frente Amplio, luego de haber sido dos veces intendente, ministro y senador.

Arana confiesa a El País que se equivocó. No solo por ir en contra de sus convicciones, sino porque se acaba de enterar que las normas de su partido le permitían actuar con libertad de opción.

—¿Qué balance hace del debate por la estatua de la Virgen?

—Estoy de acuerdo con abrir puertas y ventanas a las más diferentes expresiones. Para la aceptación de una instalación de cualquier orden, que aluda a la religión o a otra cosa, hay que tener en cuenta diversos aspectos. En primer lugar, el sitio, y eso implica la calidad de lo que se está poniendo, que no sea una obra poco decorosa, por decirlo de alguna manera. También es importante la dimensión por métrica de esa propuesta, sobre todo en función del lugar específico en el que se está pensado instalarla. La escultura es de apenas 2 metros y es monocroma. Obviamente no está diseñada por Miguel Ángel, vamos a decir la verdad. En la entrada de la propia Intendencia, cerca de los ascensores, donde entran todos los visitantes extranjeros, el público, el intendente, lo primero que se ve es una reproducción de una estatua de Miguel Ángel de la Virgen y el niño Jesús. Es una cosa que llama la atención.

En este caso que se discutió, es una escultura serial, perfeccionada por una escultora con cierto cuidado, que no está estrictamente en la rambla. ¡Por favor! ¡Está a 30 metros del borde de la rambla! Además, estaría dentro de un recinto natural, acotado por vegetación, por palmas y malezas. Hay que ponerlo en contexto.

—Tampoco coincidió en su momento con la instalación de la cruz en Bulevar Artigas.

—Y tengo un criterio distinto al que el expresidente Julio María Sanguinetti manifestó públicamente. Yo le oí decir —aunque después creo que corrigió algunos términos— que en realidad no es una alusión a la cristiandad sino simplemente un testimonio de un hecho histórico; para recordar "la visita de un jefe de Estado".

—¿Lo que objeta es el tamaño por la cercanía al Obelisco?

—¡Pero claro! Y ni siquiera estoy hablando de laicidad. No me parece de ninguna manera pertinente poner algo que fue en su momento diseñado para darle un entorno teatral a la visita del Papa, que no fue pensado para dejarlo permanente en la ciudad, cuando a 150 metros hay una obra magnífica diseñada por José Luis Zorrilla de San Martín, un homenaje a los Constituyentes, donado por la Asociación de Bancos hacia 1930 recordando los 100 años de la Constitución. Y no son solamente las esculturas: también el diseño es de Zorrilla de San Martín. ¿Cómo es posible? Creo que fue y sigue siendo un error la permanencia en ese lugar de una cruz de esas dimensiones. Para peor, le pusieron la estatua de Juan Pablo II que lucía mucho mejor frente a la pequeña iglesia de Tres Cruces. La escultura es muy buena. Pero si uno se pone a mirarla, un auto lo lleva puesto. Es casi una falta de respeto. El Papa está además con una mano en alto en medio de aquel berenjenal ¡Si parece que estuviera dirigiendo el tránsito!

—¿Qué otras esculturas observa como mal emplazadas?

—Por ejemplo El Colleoni, en el cantero central de Bulevar Artigas frente a la Facultad de Arquitectura. Esa magnífica escultura que fue diseñada por Verrocchio, el maestro de Leonardo Da Vinci, en Venecia está en medio de un pequeño remanso. No como en Montevideo, que está en medio de esa jauría de coches que impide a cualquiera mirarla con el detenimiento que merece.

Otro caso es el Gattamelata (de Donatello) en la intersección de Avenida Italia, Ricaldoni y Larrañaga, que está en un cruce de vehículos altamente complejo, lo que impide apreciarla en su real dimensión.

—Después de haber sido dos veces intendente, senador y ministro, y con la edad que tiene (84) incluso continuando en la función pública, muchos lo ven "más allá del bien y el mal". ¿No podía haber votado esta vez de acuerdo al mandato de su conciencia?

—¡Me equivoqué! La verdad es que recién ahora me enteré que hace décadas el Frente Amplio definió que cuando la gente pide libertad de opción, se le puede otorgar siempre que no haya una oposición de los dos tercios del cuerpo colegiado. Y aquí no los hubo. Yo no lo sabía. De haberlo sabido, hubiera no solo votado lo que me parecía correcto, sino que también lo hubiera defendido con argumentos.

—Utilizando los argumentos del FA sobre la laicidad, se podría discutir el nombre de algunas calles. Larrañaga, por ejemplo, fue un presbítero. Pero tampoco está de acuerdo con cambiar el nomenclátor...

—Nunca estuve de acuerdo con cambiar los nombres de las calles. Es una dificultad para la Policía, las ambulancias, los bomberos, los carteros; pero fundamentalmente es una falta de respeto al ciudadano. Hay nombres en las calles de Londres y París que están desde la época medieval. Respeto a Ferreira Aldunate, a Aquiles Lanza, a Carlos Quijano, a Michelini, pero los nombres de las calles no se pueden cambiar. Hay centenas de calles para ponerles nombre. Para el caso de la izquierda parecería que solamente el Centro importa, no puede ser.

—¿Otros monumentos deberían respetar el equilibrio al que usted se refería? El Club de Leones y los rotarios tienen varios, por ejemplo.

—Algunos monumentos del Club de Leones me parecen demasiado grandes y así se los dije. ¡Por favor, por lo menos no los pinten de amarillo! Los respeto mucho, pero no me pongan esas letras y esas ruedas gigantes, que en el interior son mucho más discretas.

—También rechazó "El Coreano", pero parecería ser como que la población lo aceptó.

—Me pareció exagerado, con ese tamaño. Pero vamos a decir la verdad: a la gente por lo visto le gusta mucho, porque le han puesto unos bancos y en lugar de mirar para la rambla, miran para la escultura.

—También se ha dado un fenómeno con el cartel de "Montevideo": los turistas lo han adoptado como el más representativo de la capital.

¿Por qué no? Lo que no me gustó fue que le pusieran unos dibujitos ocasionales (por el centenario de La Cumparsita) que me parece que no están a tono. Estoy deseando que se terminen los dibujitos para sacarle una linda foto.

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Arana no comparte las reconstrucciones, pero le agradaría en el caso de "Assimakos". Foto: Darwin Borrelli

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