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La agenda de derechos

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La prensa y los comentaristas políticos se han simplificado su trabajo al convenir en llamar “agenda de derechos” a lo más característico de la producción legislativa del segundo gobierno del Frente Amplio. Se engloba, grosso modo, bajo esa carátula, la legislación referida al matrimonio igualitario, la adopción por parejas homosexuales, el aborto y la legalización de la marihuana.

La prensa y los comentaristas políticos se han simplificado su trabajo al convenir en llamar “agenda de derechos” a lo más característico de la producción legislativa del segundo gobierno del Frente Amplio. Se engloba, grosso modo, bajo esa carátula, la legislación referida al matrimonio igualitario, la adopción por parejas homosexuales, el aborto y la legalización de la marihuana.

Como primera observación hay que señalar la menguada precisión y poco rigor en el uso de los conceptos. Por ejemplo: no se puede hablar de derecho al aborto. Es un disparate. Lo que se ha legislado es la despenalización del aborto -cosa bastante distinta- y especificando una serie de limitaciones muy precisas. También la ley de adopción por parejas homosexuales tiene su cuota de confusiones conceptuales.

Otra confusión que habitualmente se cuela en las discusiones de este asunto es la creencia de que, mediante esta llamada “agenda de derechos”, el gobierno del Frente Amplio ha creado derechos nuevos o ha reconocido derechos que antes no existían. Esos nuevos derechos serían, por ejemplo los derechos de los homosexuales (a casarse, adoptar hijos, etc.). Estrictamente hablando eso no es así. No hay derechos de los homosexuales. Como tampoco hay derechos de los ancianos, o de las mujeres, o de los niños (que se perderían al cumplir años). Los derechos humanos, en todos sus niveles, son atributos de la persona humana, de toda persona humana, sea cual fuere su orientación sexual, edad o sexo y refieren a una habilitación universal a la persona humana a comportarse como libremente quiera, siempre que no lesione derechos de los demás.

Esta llamada “agenda de derechos” tiene varias curiosidades: algunas remiten claramente a la idiosincrasia nacional. En esencia va en la línea del liberalismo individualista, orientación básicamente contraria a la del Frente Amplio. Este condena el individualismo y es partidario ferviente del colectivismo y la acción del Estado que dicta al individuo cómo deba comportarse. Un ejemplo de eso -de conducción estatal sobre los comportamientos privados- es la ley antitabaco del Presidente Vázquez. La contracara es la liberación de la marihuana, que está en una línea liberal típica, en la cual el Estado deja que el individuo maneje su comportamiento particular según su criterio, siempre que no dañe a otros.

Los comportamientos en una sociedad nacen de raíces muy hondas de las sociedades: raíces culturales, religiosas, corrientes de pensamiento, avatares históricos y otras. No nacen de las leyes. Las leyes vienen después, recogen o reconocen lo que se ha gestado en el seno de las sociedades (para mejor o para peor) y lo fijan en un texto.

Las sociedades son organismos vivientes, crecen o se encogen, se enferman y se sanan. La atención a la salud íntima de una sociedad la ejercen y despliegan los ciudadanos conscientes y lo hacen a través de la política, de su participación en organizaciones sociales o de enseñanza, a través de la cultura, la acción sindical, la participación en las Iglesias y demás.

Esta “agenda de derechos” de la que hablamos tiene una clara connotación de permisividad recogida de un estado de ánimo o estado de consciencia que ya existe en la sociedad uruguaya. Esa es la cuestión. Es a ese estado de consciencia que deben atender los ciudadanos preocupados por la salud ética de nuestra sociedad.

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Juan Martín Posadas

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