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Series: cuando la pantalla chica deja lecciones de negocios

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House of Cards. El drama político ha sido tomado como caso de estudio en el área de negociación en Universidades.
Serie - House of Cards - Kevin Spacey

Los hits de la TV no son solo un entretenimiento para los empresarios locales, también encuentran inspiración y puntos de contacto con su actividad profesional en las tramas y personajes de ficción.

«Los planes son como las frutas, tienen que madurar». La frase no proviene de un gurú empresarial, un avezado inversor o un emprendedor probado. La reflexión es un parlamento de Tyrion Lannister, el noble enano, que protagoniza Game of Thrones, uno de los fenómenos televisivos de los últimos años y que el domingo estrenó su sexta temporada.

Las aventuras de los Lannister, Stark y Targaryen por conquistar el trono de las tierras ficticias de Poniente, se despliegan sobre el campo de batalla y el tablero político, pero de este lado de la pantalla hay quienes ven en la trama lecciones de management y liderazgo. Expertos en temas empresariales han identificado en la serie enseñanzas sobre la dinámica de poder, señalando que uno de los valores que transmite el programa es que ser diferente —por ejemplo, Tyrion es un enano y Jon Snow, otro de los protagonistas de la saga, es hijo ilegítimo— constituye un rasgo valioso para ejercer un liderazgo fuerte.

También se ha observado que la presencia de personajes femeninos poderosos, como Daenerys Targaryen o Cersei Lannister, va en sintonía con el creciente pero dificultoso ingreso de las mujeres en los directorios de empresas.

A partir del éxito de Los Sopranos (1999) y más recientemente con la masificación del streaming de la mano de Netflix, las series han inundado la pantalla cosechando fanáticos en todo el mundo. Entre ellos se encuentran empresarios y ejecutivos que ven en esas tramas adictivas y personajes atrapantes un escape a la rutina, pero también un disparador para reflexionar sobre su negocio.

Frank Underwood, el maquiavélico político ávido de poder en el éxito de Netflix, House of Cards, llegó a la Casa Blanca «pisando cabezas», conspirando y negociando —con artimañas la mayoría de las veces— para imponer su agenda. En la última temporada, un debilitado Underwood tuvo que articular dentro de su partido para lograr colocar a su esposa Claire como compañera de fórmula presidencial. Al emprendedor tecnológico Martín Larre la situación le hizo recordar los escenarios que enfrenta una startup para sobrevivir. Como Underwood, «siempre hay que tener alternativas; en una startup siempre tenés que tener un plan B», comparó.

Los guionistas pintan al personaje como un político calculador y con un gran poder de persuasión aún cuando las cartas no le jueguen a favor. Por eso, la serie «es muy buena para aprender a negociar en circunstancias difíciles», resaltó Larre. De hecho, House of Cards ha sido caso de estudio en el área de negociación en universidades del exterior.

José Santos, gerente general de ADP (Agronegocios del Plata), se sorprende por la habilidad de Underwood de «estar un paso adelante» y «escuchar a alguien y siempre estar pensando cómo tomar ventaja de eso». El problema es que no usa ese talento para hacer el bien, concedió.

House of Cards es una de sus series de cabecera junto a The Good Wife y Breaking Bad. En esta última, la metamorfosis de Walter White, un tímido profesor de química que se vuelve el zar de la droga de Albuquerque (Nuevo México, EE.UU.), demuestra la determinación del protagonista y una evidente inteligencia para los negocios.

Uno de los problemas de White es el foco: encomienda su causa noble (como está enfermo de cáncer, quiere dejarle suficiente dinero a su familia) a una actividad ilegal. En el rol de líder, es efectivo pero impiadoso; va contra sus competidores sin medir límites.

En este tipo de series trasunta la idea del «vale todo», una filosofía con la que los empresarios discrepan. «Esa mirada es muy cortoplacista y no le hace bien al sistema», sostuvo Santos. En contraposición, su empresa apunta a un modelo «de transparencia, buscar alianzas y compartir el conocimiento», dijo.

«Hay muchas series que plantean dilemas éticos o morales y las consecuencias que implica perder de vista la importancia de tus principios humanos básicos. Esto te hace reafirmar el camino por el que querés transitar la vida y hacer negocios», reflexionó Verónica Raffo, socia del estudio Ferrere.

En series como House of Cards o Suits —que narra la historia de un abogado y un impostor que son socios en el mismo estudio—, se manejan con matices «lo que son negociaciones complejas, llevar a la gente al límite, vivir situaciones críticas y estar varias jugadas delante del otro. No sé si se puede hablar de aprendizaje pero te dinamizan el nivel de respuesta», consideró.

Para Raffo, los antihéroes de la ficción enseñan que «los niveles de manipulación a los que llegan te pueden beneficiar en el corto plazo, pero nunca van a ayudar a la construcción de una trayectoria empresarial exitosa». Raffo se declara «serie-adicta»: «Alterno varias a la vez; alguna más policial dark o dramática como House of Cards, Scandal, Vikings y Jessica Jones, con alguna más de comedia o romántica como How I met your mother, Suits, Grand Hotel y Grace and Frankie».

Espejo donde mirarse.

Llegar a casa y ver una serie antes de irse a dormir es un hobby para muchos empresarios. «Después de un día de trabajo, lo uso como algo para distraerme», confesó el inversor Martín Guerra, fanático de 24, el drama encabezado por Kiefer Sutherland como el duro exagente de inteligencia contra el terrrorismo, Jack Bauer. El empresario se interesó con la temática de la serie, que pinta la lucha de Bauer contra el terrorismo, pero también con el retrato que hace sobre «las relaciones de poder en las altas esferas».

Tras nueve temporadas, Guerra extraña el ciclo. «Estoy con síndrome de abstinencia de 24», bromeó.

Desde su visión corporativa, encuentra cierto paralelismo entre las disyuntivas a las se que enfrenta Bauer y las «habilidades de decisión» que debe manifestar un gerente; también nota puntos de contacto respecto a la resolución de conflictos y la importancia de tener equipos orientados a resultados.

Incluso Jack Bauer ofrece algunas características con las que un líder empresarial puede empatizar. «Siempre decide bien. En situaciones límite, decide y después lo analizás, y concluís que resolvió bien aunque se trate de decisiones con mucho costo», evaluó Guerra. Otra virtud es su compromiso con los «intereses supremos» como la ética, algo así como el manifiesto de la misión y visión de una compañía.

Es difícil imaginar que un publicista haya quedado indiferente al verse en el espejo de Mad Men, la serie ambientada en el universo de las agencias de los años ‘50.

«Me hizo reflexionar mucho sobre los cambios en la profesión en aquel entonces, pero también sobre los que se están dando en este momento bisagra, donde el modelo está en cuestionamiento», comentó Pablo Marqués, CEO de Punto Ogilvy. El modo de presentar una campaña y cómo se vendían las ideas a los anunciantes en ese entonces distan del escenario actual donde a los clientes «les cuesta mucho pagar» la creatividad, opinó.

Su par, Álvaro Moré, presidente de Young & Rubicam, también vio en la serie «los mismos problemas que se discuten en la actualidad como si ahora fueran nuevos».

Moré es un aficionado del género al punto que antes del estallido de Netflix aprovechaba cada viaje a EE.UU. para comprarse las colecciones en blu-ray de algunos de sus shows favoritos: 24, Lost y Prision Break, entre otros. Hoy sigue The Blacklist, pero asegura que nada ha superado todavía a Breaking Bad.

Moré terminó de ver recientemente The Good Wife, un drama donde se observa «mucha inteligencia de negociación». La protagonista, Alicia Florrick, se ve obligada a retomar su carrera de abogada para mantener a su familia luego que su esposo, un prominente político, es encarcelado por corrupción. A lo largo de la serie, Florrick se reinventa como mujer y profesional.

Pese a su fanatismo, el publicista concluye que las series no presentan liderazgos referentes. Por el contrario, varias incluyen la idea del «vale todo», algo «inaceptable». «Para aprendizaje, referencias y también entretenimiento lo ideal es TEDx», sugirió. Al menos con esos contenidos no hay problemas de spoilers.

Silicon Valley, emprender en chiste.

«La realidad supera a la ficción» es una frase hecha que en Silicon Valley bien puede sonar a pregunta. Es que en la meca del emprendedorismo han adoptado a la serie de humor homónima como «metáfora para explicar situaciones, haciendo referencia a algún personaje o momento de la serie», comentó Pablo Brenner, uno de los referentes empresariales de la industria tecnológica local. Creada en 2014 por Mike Judge, Silicon Valley se ríe de las peripecias de un grupo de emprendedores talentosos pero torpes para gestionar su startup. Brenner mira varias series, entre ellas House of Cards y Better call Saul, con la idea de «divertirse», aunque admite que «a veces ayudan a romper el hielo con alguien que conocés poco». En el mundo, varios empresarios se han declarado fanáticos de las series; desde el inversor Warren Buffet (Breaking Bad), el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg (Game of Thrones) a Elon Musk, CEO de Tesla, que no solo ve The Big Bang Theory sino que ya actuó en un episodio.

House of Cards. El drama político ha sido tomado como caso de estudio en el área de negociación en Universidades.
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Beraking Bad. Walter White ejemplifica el caso del líder efectivo pero impiadoso, una táctica cortoplacista. (Foto: Dsitribución)
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Games of Thrones. La serie presenta líderes peculiares, diferentes, algo que puede ser una lección para los negocios.
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The Good Wife. Su personaje protagónico, Alicia Florrick, es una experta negociadora y una mujer que se reinventa a sí misma. (Foto: Distribución)
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Mad Men. Un espejo que pinta la publicidad de otra época y problemas actuales para la profesión. (Foto: Distribución)
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24. Las aventuras de Jack Bauer (Kiefer Sutherland) permiten entender más sobre las relaciones jerárquicas y la capacidad de decisión bajo presión. (Foto: Distribución)
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Silicon Valley. La sátira refleja la peripecias que enfrentan las startups en la meca del emprendedorismo.
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INFORMEDiego Ferreira | [email protected]

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