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Ya vienen por ustedes

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Capitolio. Foto: AFP
The US flag flies over the US Capitol October 16, 2013 in Washington, DC. US lawmakers embarked on another day of high-stakes political brinkmanship Wednesday, battling to scrape together an eleventh hour deal to protect Washington's battered financial standing. At midnight (0400 GMT), the US economy will sail into uncharted waters and the Treasury will no longer be able to guarantee it will be able to meet its obligations and avert a devastating debt default. The only way to avert this peril, which could send global markets into turmoil and threaten another recession, would be for Congress to agree to raise the US government's $16.7 trillion debt ceiling. TOPSHOTS/AFP PHOTO/ Karen BLEIER TOPSHOTS-US-POLITICS-ECONOMY-BUDGET
KAREN BLEIER/AFP

PAUL KRUGMAN

A los republicanos no les importan los déficit presupuestales, nunca les han importado.

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Solo fingen que les preocupan los déficit cuando: un demócrata está en la Casa Blanca y puede usarse la retórica del déficit para bloquear su agenda, o cuando ven una oportunidad de recortar los programas sociales que ayudan a los necesitados y pueden invocar los déficit como excusa. Todo esto ha sido evidente desde hace años para cualquiera que ponga atención.

Así que no sorprende que estuvieran dispuestos a promulgar un enorme recorte fiscal para empresas y ricos, aunque todos los cálculos independientes decían que hacerlo sumaría más de U$S 1 billón a la deuda nacional. También era predecible que regresarían a la postura del déficit tan pronto como hicieran su obra, citando las letras en tinta roja que ellos mismos habían provocado como la razón para recortar el gasto social.

Sin embargo, hasta los más cínicos entre nosotros están perplejos ante la rapidez con la que procede la táctica del "señuelo y cambio" y el desprecio que muestran los republicanos ante la inteligencia de la gente.

De hecho, el señuelo comenzó incluso antes de que los blancos se tragaran el cebo. Durante el debate del senado sobre los recortes fiscales y la ley del trabajo, se cuestionó al senador republicano de Utah, Orrin Hatch, por su apoyo al Programa de Seguro Médico para Niños (CHIP, por su sigla en inglés), que cubre a nueve millones de niños estadounidenses, cuyo financiamiento caducó hace dos meses y no se ha renovado. Hatch declaró que apoyaba el programa, pero insistió en que "la razón por la que el CHIP tiene problemas se debe a que ya no hay dinero", justo antes de votar a favor de un recorte fiscal de U$S 1,5 billones que beneficiará en su mayoría al porcentaje más rico de la población.

Después continuó: me cuesta trabajo querer gastar miles de millones y billones de dólares para ayudar a gente que no se ayuda a sí misma, que no levanta un dedo y que espera que el gobierno federal haga todo".

¿Exactamente a quién se refería y qué programas son los que consumen esos miles de millones y billones de dólares? ¿Estaba hablando de los cupones de alimentos, cuyos principales beneficiarios son niños, ancianos o discapacitados? (La mayoría de los demás están trabajando arduamente, solo que no ganan lo suficiente para salir adelante). ¿Se refería al crédito fiscal sobre los salarios devengados, que solo recompensa a los que trabajan? ¿Acaso hablaba de Medicaid, cuyos principales beneficiarios son, otra vez, niños, ancianos y discapacitados, además de la gente que trabaja arduamente, pero cuyos empleos no otorgan prestaciones sanitarias? Podemos seguir con la lista. El hecho fehaciente es que el gasto más importante que se destina a gente que "no levanta un dedo" en realidad no tiene lugar en Estados Unidos, solo ocurre en la imaginación malintencionada de Hatch.

Para ser honestos, hay algunas personas en Estados Unidos que obtienen mucho dinero por el que no levantaron un dedo: a saber, los herederos de herencias cuantiosas. Sin embargo, aunque parezca mentira, la legislación republicana les daría a esas personas mucho más —de hecho, miles y miles de millones de dólares— sin pedirles ningún esfuerzo adicional de su parte.

La versión de la Cámara de Representantes del enorme recorte fiscal eliminaría el impuesto de sucesiones; la versión del Senado duplicaría el nivel de riqueza exento del impuesto, a 22,4 millones para una pareja. ¿Cómo se puede justificar esto si se supone que cuesta trabajo encontrar dinero para los servicios médicos de los niños?

El senador republicano de Iowa, Chuck Grassley, nos lo explicó todo: "me parece que eliminar el impuesto de sucesiones reconoce a la gente que está invirtiendo, contrario a aquellos que solo están gastando cada maldito centavo que tienen, ya sea que lo hagan en alcohol o en mujeres o en películas".

No acabo de entender cómo limitar el gasto en alcohol, mujeres y películas (¿películas?) será suficiente para que un hogar estadounidense promedio —que tuvo un ingreso de U$S 59.000 el año pasado— acabe amasando un patrimonio de U$S 22 millones. No obstante, el meollo del asunto del que es importante darse cuenta es que la hipocresía y el desprecio por la gente que hemos visto en los días pasados es solo el comienzo.

Se ha observado ampliamente que los proyectos de ley aprobados por la Cámara de Representantes y el senado son marcadamente hostiles con la clase media; de hecho, el proyecto de ley del Senado, una vez que se haya implementado en su totalidad, en realidad elevará los impuestos a la mayoría de las familias de clase media. Sin embargo, esa observación solo abarca una mínima parte de lo que está por sucederle al grueso de los estadounidenses trabajadores.

Será así ya que los déficit presupuestales van a dispararse gracias a la legislación republicana, probablemente incluso más de lo que predicen los árbitros oficiales, debido a que la legislación crea demasiadas lagunas nuevas. Además, para compensar dichos déficit será necesario ir tras los programas realmente costosos, como Medicare y la Seguridad Social.

Y ya encontrarán eufemismos para describir lo que están haciendo, y hablarán con un aire de gravedad sobre la necesidad de una "reforma de derechos" como un acto de responsabilidad fiscal, mientras su enorme recorte fiscal para los ricos que hunde el presupuesto queda enterrado en un boquete de la memoria. No obstante, sin importar qué palabras usen para enmascarar la realidad de la situación, los republicanos les han dado a sus donantes lo que querían: y ahora vienen por las prestaciones de ustedes.

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