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Usos inconfesables del billete de 500 euros

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Solo existen billetes con mayor denominación en Francos Suizos y en dólares. Foto: Euroimagen
Notes of five hundred euro denomination kept for display
Rupp/face to face/face to face

Si un 56% de los ciudadanos europeos nunca ha visto un billete de 500 euros, según un estudio del Banco Central Europeo (BCE), si los empresarios no lo consideran interesante para las transacciones económicas y se imponen cada vez más los medios de pago electrónico entre los consumidores, ¿qué sentido puede tener que el 30% del valor de los euros en circulación sean billetes de tan alto valor?

Esta pregunta permanece sin respuesta desde el mismo momento en el que nació la moneda europea, hace ya 14 años. Casi tres lustros de advertencias de organismos antifraude y cuerpos policiales habían sido menospreciados por los rectores de tan alta institución bancaria, que ahora parece dispuesta a estudiar su posible eliminación. Y es que también los terroristas yihadistas aprecian las ventajas de este billete.

Se da por aceptado que el BCE fue sensible a una petición de países como Alemania, Holanda y Austria, que reclamaban un billete de alto valor porque era parte de su cultura monetaria.

Nació así el billete de 500 euros, solo superado en el mundo por el de 1.000 francos suizos (909 euros) y el de 10.000 dólares de Singapur (66.357 euros). Ya en los albores de su nacimiento (2002) algunas voces pronosticaron que se convertiría en una sabrosa divisa para los delincuentes.

No hubo que dejar transcurrir demasiado tiempo para detectar su uso extensivo entre los narcotraficantes colombianos. Había alguna razón de peso: un millón de euros en billetes de 500 pesan 2,2 kilos, ocupan un volumen aproximado de tres litros y pueden caber en un bolso mediano.

Las unidades policiales fueron sumando experiencias. En el año 2006, tras el descubrimiento de una enorme estafa financiera en España con cientos de miles de afectados, la policía entró en el chalé de uno de los imputados y descubrió tras un falso tabique una bolsa con 12 millones de euros en billetes de 500.

Aquello fue un récord, pero no el único. En Portugal, la detención de un general angoleño que había creado una fundación en Lisboa con intenciones poco claras, permitió encontrar en uno de sus apartamentos un paquete con ocho millones, naturalmente en billetes de 500.

Unas tras otras se sucedían operaciones con resultados parecidos, hasta la más reciente operación Emperador, también en España, dirigida por el chino Gao Ping, donde según la fiscalía se blanquearon entre 800 y 1.200 millones de euros en cuatro años. La primera fase del lavado era muy sencilla: los chinos sacaban dinero de España en sus viajes a su país para visitar a la familia.

Fueron tantas las operaciones policiales, las incautaciones en aduanas o aeropuertos, que a nadie sorprendió que, en 2010, el Banco de Inglaterra recomendara a las entidades no distribuir billetes de 500 porque, según informes policiales, "el 90 % de los billetes vendidos en el Reino Unido estaban en manos de organizaciones criminales".

El último informe de Europol sobre la materia data de 2014 y llega a una conclusión parecida: no todo su uso es delictivo, pero está acreditado que todas las organizaciones delictivas lo tienen como su divisa favorita.

La cuestión, actualmente, es que, por efecto de la crisis, además de atractivo para delincuentes, el billete de 500 (y el de 200 euros también) se está convirtiendo en un valor refugio: con las tasas por los suelos y las bolsas cayendo, guardar el dinero en casa aparece como una opción bastante considerada.

En el caso español, los datos evidencian cómo a la acumulación de los años dorados del ladrillo (el 26,68% de los billetes de 500 en circulación en Europa en enero de 2007) siguió una evidente caída.

Pero, ahora, se observa otro dato singular: el 79,36% del valor de los billetes en circulación en España corresponde a los de 500 y 200 euros, un incremento sin igual en otros países de la eurozona, según cálculos del sindicato de técnicos de Hacienda (Gethsa).

¿Estamos guardando billetes en casa? Todo es posible con un billete cuya trayectoria vital es tan poco transparente.

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