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El salario real mejora por baja en la inflación

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Billetes, pesos
Billetera con dinero, billetes, pesos uruguayos , cotización, consumo, ND 20120515, foto Américo Plá - Archivo El País
Archivo El País

HORACIO BAFICO Y GUSTAVO MICHELIN

En un año, la caída de la inflación de 11% a 6% provocó alza real en las remuneraciones.

Billetes, pesos

El salario medio que los uruguayos lograron durante el último año se encuentra 3% por encima del mismo período un año atrás. Un avance importante en términos de lo que fueron las tasas históricas y para el contexto económico en el que la actividad crece desparejo entre sectores y la creación de puestos de trabajo está en caída. Esta recuperación tiene un ingrediente importante en la sorpresiva baja de la inflación hasta el 5% a mediados del 2017. La evolución de la inflación en el próximo año será clave para el clima de negociación de la nueva ronda de consejos de salarios en 2018.

La evolución en los últimos años muestra cómo hay un freno en el ritmo de crecimiento del salario real que dura dos años hasta que se vuelve a recuperar en el 2017. En el gráfico de la parte superior del cuadro adjunto se presentan las variaciones de promedios de doce meses terminados en septiembre de cada año contra el mismo período un año atrás. Entre 2010 y 2012 los salarios aumentaron en el rango de 3,5% a 4,5%, se estabilizan en el 3% en los dos años siguientes para luego bajar en 2015 y 2016. La recuperación del ritmo en el último año implicó pasar de una tasa del 1% al 3%.

Este incremento del 3% se compone por un aumento nominal del 9,8%, mientras que la inflación observada fue 6,7%. Cuando un año atrás el salario real había crecido 1%, fue el resultado de un aumento nominal del 11,1% y una inflación del 9,9%. Lo ocurrido en los dos últimos años es una señal clara de lo importante que es para el bienestar de los asalariados que la inflación sea baja y predecible. Cuando ocurren sorpresas y la inflación se acelera, lo que queda relegado es el poder adquisitivo de bienes y servicios por parte de los asalariados.

Algo parecido ocurre cuando la inflación termina siendo más baja que lo esperado, como ocurrió en el último año. En este caso se venía de una historia de inflación media del 8% cuando ocurrió una sorpresa y se elevó al 10% en el primer semestre del 2016, para luego bajar al 6% a mediados del 2017. Las sorpresas juegan para los dos lados, con un aumento nominal de sueldos acordados pensando en una inflación alta, cuando los precios no aumentan lo suficiente se produce un crecimiento en el poder adquisitivo del salario. En lo institucional, también afecta el humor y la predisposición en las negociaciones de convenios salariales.

Es un aumento engañoso, porque tendrá consecuencias en las empresas que sienten el peso de la mayor carga salarial en su estructura de costos. Por lo tanto, va a impactar en un primer momento sobre el margen de utilidad para el capital, pero luego de un período de ajuste lo hará sobre el empleo. En estos casos no hay cláusulas de ajuste, a diferencia de lo que ocurre en el caso en que la inflación sube sorpresivamente. El ajuste termina recayendo sobre la cantidad de horas trabajadas y sobre los puestos de trabajo.

En el contexto global actual, donde la tecnología sustituye mano de obra con facilidad y a costos muy inferiores, el problema se agrava. Aquellos que tienen escala suficiente y pueden adoptar tecnologías de automatización logran precios de oferta más bajos y conquistan porciones mayores del mercado, desplazando a los intensivos en mano de obra que no llegan a igualar la relación entre el costo salarial de una hora trabajada con el valor de lo producido por hora trabajada.

Es un tema que se intensificará en los próximos años y que tiene mucho que ver con lo que se denomina la cuarta revolución industrial, y que se encuentra en pleno desarrollo. Los desafíos van desde adecuar el marco institucional en el que se fijan los salarios, hasta la capacidad del sistema de educación para dar respuesta a un contexto que demanda y habilidades nuevas y una reconversión de muchas de las que hoy forman parte del mercado laboral.

El aumento del 3,0% es fruto de una variación del 3,3% en los salarios del sector privado y del 2,3% en el sector público. En el gráfico del medio en el cuadro adjunto, se observa la evolución de la tasa de variación del salario en estos dos sectores. En general, desde 2010 hay mayores aumentos en el promedio del sector privado. En realidad el salario público registra menor oscilación cuando se corrige para llevarlo a términos reales por el IPC. En el caso del sector privado hay pasajes de tasas cercanas al 5% anual a un ritmo por debajo del 1% anual, mientras que en el sector público los cambios de ritmo son más pausados y en el orden del punto porcentual.

Cuando se mira el sector público en detalle, aparecen las tres categorías institucionales principales: Gobierno Central, Empresas Públicas y Gobiernos Departamentales. En el gráfico de la izquierda en la zona inferior del cuadro se puede observar la evolución de estas tres categorías. Hay una diferencia considerable entre lo que ocurrió en las empresas públicas y las otras dos categorías. El salario real aumentó mucho en el 2015 y a partir de ese momento se produce un ajuste y la tasa comienza a bajar gradualmente. Desde el comienzo del 2017 los aumentos nominales están levemente por debajo de la inflación y por eso la variación real es negativa.

Por su parte, los salarios en el Gobierno Central y en los Departamentales muestran una baja con posterior recuperación en cuanto se produce la caída en la tasa de inflación. Los salarios del presupuesto nacional crecieron en el último año al 4%.

Del lado del sector privado también hay comportamientos disímiles. Hay algunos sectores que tuvieron un buen año en el promedio hasta septiembre del 2015 que bajó sensiblemente en el 2016 y se recupera en el año a septiembre del 2017. En el gráfico de la derecha en la parte de abajo en el cuadro se puede observar con este comportamiento a la Industria, el Comercio, los Hoteles y Restaurantes, el Transporte, Almacenamiento y Comunicaciones, así como la Enseñanza y un agregado de empresas prestadoras de Servicios.

Por su parte, en la Construcción, Servicios Financieros y Servicios de Salud el comportamiento fue más equilibrado en los dos últimos años con tasas del 2,5%, 1,9% y 1,6% respectivamente.

El panorama para este tramo final de la ronda salarial en el que se llegará a la segunda mitad del año que viene con el grueso de las negociaciones de convenios, depende de la evolución de la inflación en el próximo año. Si se mantiene en el 7% tal como lo están sugiriendo los responsables de la política económica, la ronda culminará con aumentos reales en todas las áreas. Es el escenario en el que la política de aumentos nominales gana en reputación y puede ser fácil que se repita la experiencia.

Por el contrario, si la inflación regresa al 11%, habrá una pérdida de poder adquisitivo y pondrá en contra a los trabajadores. En el otro extremo, si se repite la inflación de 5% en los próximos doce meses o incluso se baja al piso de las metas, la pauta salarial anterior habrá generado un aumento en el salario real desmedido, con un impacto negativo en la situación de las empresas.

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