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El problema de los cincuentones(III)

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Ruiz: "Creo que los cincuentones son una mala propaganda para las AFAP". Foto: F, Ponzetto
Marcha de Cinquentones, protesta, Plaza Independencia, ND 20161208 foto Fernando Ponzetto
Archivo El Pais

En esta columna pretendo básicamente mostrar la fortaleza que el sistema mixto tiene al haber soportado situaciones de extrema adversidad y resultar indemne, y describir una propuesta alternativa a la planteada por el gobierno, partiendo de la base de que, bajo ciertas restricciones, es de recibo contemplar algunas situaciones particulares que se pueden dar, tal como lo expresé en mi entrega anterior.

Antes de ello, algunas cifras y conceptos no están de más.

Costo e Ideología.

Se desconocen cifras ciertas acerca del costo que puede acarrear el cambio legal, pero al parecer serían entre 2 y 4% del PIB (US$ 1.200 a 2.400 millones) que, en un plazo de 20 años se le transferirían a una porción de la población integrante del 10% de mayores ingresos

Lo que hay detrás del planteo es ideología pura que todo lo puede justificar, aun a costa de destruir las bases de la sociedad. No se trata, como la aritmética lo demuestra, de que unos "quieren el ajuste" y otros "son los adalides de la bondad". Volver atrás al sistema "solidario" de reparto, significaría penurias para la población, además de enormes injusticias y castigar a nuestros hijos y nietos que en algún momento pagarán la cuenta. Habrá que seguir subiendo los impuestos ¿se podrá? No solamente habría que ajustar más fuertemente los parámetros claves del sistema sino que, sería necesario retacear recursos para otros fines y esto va a pasar nos guste o no, sea por la vía directa o por la indirecta, cuando la capacidad de endeudamiento se agota y, entonces, la inflación se devora los ingresos reales cobrando el impuesto que el Parlamento no votó. En los últimos 20 años en los sistemas de reparto del mundo entero, en 76 países aumentaron la tasa de aporte, 54 la edad de retiro y 67 redujeron los beneficios, mientras aquí se mantuvieron inalterados, gracias a la ley del 95. ¿Seremos diferentes?

En 2008 se votó el rescate de la Caja Bancaria a costa de impuestos que pagamos todos 0.3% (US$ 180 millones) del PIB al año entre el adicional de impuesto a los pasivos y el impuesto sobre los saldos de crédito concedidos, además los bancos le prestan a la Caja a tasa subsidiada, y el pasaje de unos 7.000 trabajadores de otros sectores que cobrarán bastante menos que por el régimen mixto una vez retirado, que contribuyen con otros US$ 40 al año —pero esto es caja de corto plazo nada más—. Lo anterior es a escala pequeña, apenas 17.250 pasivos, imaginemos el costo a un universo no menos de 35 veces el anterior.

Stresstest.

El sistema mixto ha soportado dos pruebas extremas, la primera en 20022003 cuando la decisión política fue clave para no expropiar los fondos de los trabajadores, pero fundamentalmente demostrando la fortaleza de su armado institucional. Resistió los problemas sin inconvenientes, poniendo sus activos a salvo, siendo ésta su prueba de fuego "apenas" inaugurado. La segunda, que sigue en curso, se verifica desde fines de 2008 porque las tasas de interés internacionales reales son negativas. Un sistema que se basa en capitalizar ahorro requiere ganar intereses. Soportar nueve años bajo dicha situación (tasas reales negativas) y de todos modos lograr resultados positivos para los trabajadores, llegando a que unos pocos puedan resultar con menores ingresos jubilatorios que los del régimen de transición —como se mostró en la entrega previa, notoriamente más beneficioso que el anterior—, da la pauta de las enormes bondades técnicas de la ley y lo acertado de los cálculos.

Más aún, las excepcionales bajas tasas de interés impulsaron el crecimiento por encima de la media histórica y, con ello de la misma manera, el aumento de los salarios reales por encima de su tendencia de largo plazo. Como el sistema abona prestaciones en función del salario real, podríamos decir que "todo jugó en contra" de los parámetros medios e igual nada dramático pasa y son pocos los casos eventualmente perjudicados a contemplar.

Propuesta.

La idea es simple, volver a los objetivos originales y contemplar los pocos casos que, por la casuística casi infinita se dan:

a. La elección del trabajador debe darse al momento del retiro, por su propio beneficio.

b. Dicha elección podrá efectuarse siempre que el trabajador tenga al menos 65 años de edad, no antes, porque esta es la condición implícita de la legislación, salvo caso de incapacidad.

c. Para el caso que el haber de retiro por el régimen mixto sea inferior al del régimen de transición, el BPS adicionará como complemento a su obligación con el retirado, el monto necesario para eliminar el "daño", puesto que es allí donde se origina.

Con lo anterior:

I. Evitamos la tentación de tomar los aportes acumulados en el fideicomiso que se crea.

II. Dejamos de lado los innecesarios bonos de reconocimiento explícitos, nuestra opción legal, separándose del caso chileno.

III. Evitamos los riesgos para el trabajador de una opción ahora, derivados de la edad de retiro efectiva, la evolución de sus ingresos futuros y la factible alza de la tasa de interés que le acumulará mayor fondo de retiro.

IV. Evitamos la creación de una nueva repartición pública para administrar "un fideicomiso" muy especializado con los costos asociados.

V. Somos justos con la sociedad en su conjunto y no beneficiamos a unos pocos, casualmente que seguramente no sean los más necesitados.

Mi posición es técnica y pragmática, esto funciona, — siempre existen dificultades porque nada es perfecto—, ha demostrado sus virtudes, los casos aislados se pueden estudiar, pero no se puede comprometer a un país entero en aras de una utopía que, además, en este caso está probadamente fracasada.

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Ruiz: "Creo que los cincuentones son una mala propaganda para las AFAP". Foto: F, Ponzetto

ISAAC ALFIE

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