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El peor año de Bachelet

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El divorcio en Chile fue legalizado recién en el 2004.
AFP fotos - GUATEMALA-CHILE-BACHELET - Sin - Diplomacy - Chilean President Michelle Bachelet during an official ceremony at the Culture Palace in Guatemala City on January 30, 2015. AFP PHOTO Johan ORDONEZ GUATEMALA-CHILE-BACHELET - Guatemala City - - - GUATEMALA - JOHAN ORDONEZ - jo/pa
JOHAN ORDONEZ - AFP - AFP/AFP

En una reciente entrevista, la Presidenta Michelle Bachelet, señaló que el año 2015 había sido el más malo de todos los que le había tocado gobernar. Este honesto juicio me parece que es ampliamente compartido por la ciudadanía y los analistas políticos.

Así, la reciente Encuesta de Opinión Pública que elabora el Centro de Estudios Públicos —posiblemente la más prestigiosa y reconocida del país— muestra al terminar el año 2015, un porcentaje de apoyo de sólo un 24%, una de las tasas más bajas de las últimas décadas.

Por otro lado, la misma encuesta arroja altas tasas de rechazo a las reformas emblemáticas del actual gobierno, al tiempo que la idea de avanzar en una reforma a la Constitución, proyecto al que la coalición gobernante ha dado gran importancia, aparece con un muy bajo apoyo de la ciudadanía, solo el 5% la considera entre los asuntos más relevantes. El principal problema a resolver es el de la delincuencia, con un 58% de menciones.

Hay más de un explicación para reflejar lo que está ocurriendo en el paisaje político chileno. Así, mientras para algunos partidarios de la coalición de gobierno el problema de pérdida de popularidad no obedece a la agenda de reformas que ha impulsado, sino que a un déficit político en su diseño y difusión, para otros —esencialmente analistas y dirigentes de la oposición— el problema de fondo radica en políticas mal enfocadas, las que terminarán erosionando la libertad de elección de las personas y la capacidad de crecimiento económico.

Con todo, cabe preguntarse ¿cuál es la conclusión que extrae la propia Presidenta de su juicio en cuanto a que 2015 fue un mal año? ¿Acaso es esperable que ocurran nuevos ajustes en el equipo ministerial? ¿Tal vez en la agenda de políticas? Difícil saberlo a esta altura, aun cuando cabe anticipar que se intensifiquen las tensiones entre el grupo de "retroexcavadores" —cuyo propósito es erradicar las bases del modelo de economía de mercado que ha prevalecido en las últimas décadas— y los sectores más moderados de la coalición gobernante, los que pretenden limitar el ritmo e intensidad de una agenda de reformas tan ideológica como poco elaborada. En esta línea se inserta la gestión del Ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, quien ha subrayado la importancia de contener las presiones sobre el gasto, de modo de evitar un deterioro importante de las finanzas públicas. También destacó su preocupación por las consecuencias que puede tener la reforma laboral impulsada por el gobierno, la que en sus términos originales apunta esencialmente al fortalecimiento de los sindicatos, en desmedro de la empleabilidad de los trabajadores de menor calificación.

La incertidumbre que ocasionó la "agenda retroexcavadora" en Chile ha sido considerable. En efecto, más allá de las turbulencias que pudiera plantear el escenario externo, no debe sorprender el drástico deterioro que ha registrado el crecimiento de la actividad productiva en el país. Así, de acuerdo a estimaciones del reciente Informe de Política Monetaria del Banco Central, para 2016 se proyecta un crecimiento del PIB en un rango de 2-3%. Cabe hacer presente que numerosos analistas han calificado de "optimista" dicha proyección. En materia de Demanda Interna el instituto emisor proyecta un crecimiento de 2,6%, cifra que en el caso de la Formación Bruta de Capital Fija alcanza a 1,7%. En lo que se refiere al escenario externo relevante, el BC anticipa un cuadro algo más desfavorable que el registrado en 2015. Se anticipa una caída de los términos de intercambio de 3,8%.

A priori es difícil suponer que este año será menos complejo para el actual gobierno chileno y en particular, para la economía. Por un lado, es improbable que se interrumpa un escenario de dólar fuerte en los mercados internacionales, o que la economía china recupere el dinamismo de años atrás, lo cual lleva a anticipar la prolongación de un ciclo depresivo del precio de las materias primas y dentro de éstas, del cobre.

Por otro lado, en los dos años previos se mantuvo en Chile una combinación de política monetaria y fiscal bastante expansiva, lo que atenuó el impacto sobre la demanda agregada de una agenda de políticas abiertamente poco amistosa con la inversión. Para el año que se inicia el BC ha anticipado su propósito de continuar ajustando la política monetaria, de modo de llevar la inflación al rango meta de 2-4%, luego que en 2015 este indicador se ubicara en 4,5%. Por otra parte, ya se mencionó la dificultad que plantea para las finanzas públicas la caída del precio del cobre y el menor crecimiento de la actividad productiva, lo que hará imprescindible apuntar a una expansión más lenta del gasto público.

En lo político, este año el Ministro de Hacienda deberá continuar enfrentando a los grupos más radicalizados de la coalición gobernante —los retroexcavadores— con el propósito de impedir que se apruebe una reforma que puede elevar drásticamente la conflictividad laboral. También será necesario continuar un complejo trabajo de simplificación de una reforma tributaria tan compleja como ineficiente. Por último, es importante recordar que este año se inicia el ciclo electoral, con las elecciones municipales de fin de año, las que marcarán el inicio de la carrera presidencial con miras a 2017. Sin duda, este también será un año duro en Chile.

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El divorcio en Chile fue legalizado recién en el 2004.

Francisco Rosende - Economista chileno

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