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Paraguay es el paso lógico para el inversor uruguayo

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Diego Vallarino. Foto: Marcelo Bonjour
Nota a Diego Vallarino, economista uruguayo, ND 20160831, foto Marcelo Bonjour
Archivo El Pais

Para el Cr. Diego Vallarino, Paraguay aparece como una muy buena oportunidad para el inversor uruguayo, que encuentra un mercado conocido, con mucho para hacer y que genera mayor rentabilidad.

El profesional asesoró organismos internacionales y empresas respecto del vecino país, y entiende que está en una senda de crecimiento y mejora de la institucionalidad indiscutible. No es solo moda, aseguró. A continuación, un resumen de la entrevista.

—¿Cuáles son los fundamentos para que Paraguay sea hoy una opción de inversión?

—Paraguay siempre estuvo ahí y siempre tuvo impuestos bajos. De hecho, de 2013 para acá hay una reforma fiscal que llevó a subir los impuestos. ¿Qué es lo que pasó ahora? Que entró en el radar de los empresarios uruguayos. Porque hubo una cantidad de cambios institucionales en los últimos diez o doce años, que han hecho que Paraguay tenga algo que no tuvo en la historia, que es un mayor desarrollo de la industria, y segundo, que es lo que se está dando ahora, un incremento en el comercio y los servicios internos.

—¿Hubo una actitud proactiva de Paraguay hacia el inversor?

—Paraguay se dio cuenta de que algo que no había hecho en el pasado, que era fomentar la inversión extranjera directa; hoy se dio cuenta que puede crecer mucho más por esa vía, si mejora su clima de negocios para captar mejor inversión extranjera. En 2009-2010 hay un hito en esa materia, que es cuando la minera Río Tinto se queda un año analizando seriamente la posibilidad de inversión de 3 mil millones de dólares; eso puso a Paraguay en el mapa de los inversores internacionales, como en su momento ocurrió en Uruguay con UPM-Botnia. Al final no se dio la inversión, pero si se cumplió un proceso en el que participaron muchas instituciones y el país se demostró a sí mismo y a los demás que podía.

—¿Dónde se notan principalmente los cambios?

—Hoy Paraguay está mejorando su institucionalidad, tiene una mejor visión de los inversores que llegan al país y es a su vez mejor visto por parte de los inversores, con indicadores de crecimiento muy relevantes y ventajas comparativas que hacen la diferencia: primero, la generación de electricidad es muy buena (aunque la distribución aún es deficiente); segundo, una carga impositiva baja por más que se han incrementado en los últimos cuatro años, poniendo IVA en el agro, en el sector financiero y otros que antes no tenían; tercero, hay mucha cosa para hacer.

Se ha mejorado la institucionalidad en Paraguay. La preocupación por la macroeconomía y las vulnerabilidades que tienen, en una inquietud que ha cruzado a los últimos gobiernos y se ha transformado en un tema de Estado. Acaban de firmar una Ley de Responsabilidad Fiscal. Tienen una ley donde el déficit fiscal está controlado, y lo han logrado a través de mantener una conducta en el gasto, con un Estado chico. Eso sumado a que tienen una deuda sobre producto bruto que es muy baja, les da una flexibilidad para manejar el tema fiscal que pocos países de la región tienen.

—¿Qué negocios entusiasmaron a los uruguayos?

—¡Hay tanto para hacer en Paraguay!, y generalmente cosas que los uruguayos estamos en condiciones de hacer. Porque ya lo hemos pasado. Un empresario uruguayo cuando llega allá siente que conoce el mercado, y que está 10 o 15 años por delante en unas cuantas cosas, por tanto sabe cómo hacerlas sin tener que explorar mercados complejos o desarrollos diferentes. Y eso hace que Paraguay esté en el mapa de los inversores uruguayos. El comportamiento del mercado es tan parecido que resulta un paso lógico que las pequeñas y medianas empresas de acá busquen su oportunidad en suelo paraguayo.

En ese marco empezaron a viajar, más allá de la inversión en tierras y ganadería que se dio hace 20-25 años, a ver el mercado e instalarse en diversos rubros. La tierra comenzó a subir, ya no era tan rentable y migraron hacia otros sectores: desembarcaron en la construcción, desde constructores a desarrolladores, pasando por la asesoría y consultoría en diversos rubros. Los costos son bajos y los valores de venta similares a Uruguay, por tanto el negocio es redituable.

—Después desembarcaron las tiendas…

—Después de la construcción, se observó que había una oportunidad en el sector servicios. Vestimenta, gastronomía, etc., en momentos en que el consumo crece a niveles muy importantes. Lolita, Daniel Cassin, Paddock, Sí-Sí, estuvo La Pasiva, hay otros restaurantes, muchos emprendimientos uruguayos que se asentaron en Asunción. También está instalada Costa Oriental en el país, teniendo en cuenta todo lo que hay por hacer y el potencial que existe en materia de logística.

—¿Cuáles son las ventajas directas para el inversor en materia legal e impositiva?

—Está la conocida regla del 10-10-10. IVA a 10%, Renta Empresarial a 10% y Renta Personal a 10%, ésta última vigente desde hace unos cuatro años.

Por otro lado, existe una Ley de Inversiones muy parecida a la de acá, que no resulta un gran incentivo porque al ser la renta tan baja no es tan importante, pero está toda la importación de bienes de capital exenta de costos de importación.

Está la ley de maquila. Una empresa internacional que trabaja en Paraguay no paga renta si básicamente procesa productos o servicios hacia un cliente en el exterior.

La otra ley muy potente es la de materias primas. Se puede ingresar la materia prima, procesarla y sacarla del país sin pagar ningún impuesto de internación ni de salida, similar a nuestra ley de Admisión Temporaria.

Con esos instrumentos funcionando, y una necesidad enorme de infraestructuras, pusieron en marcha hace un tiempo la ley de PPP, y también una muy similar a la de Vivienda Social. En ambos casos, se tomó parte de nuestra normativa, por tanto son leyes muy similares para un inversor, que sabe cómo utilizarlas.

Todo esto genera credibilidad, que es lo que no había antes en Paraguay. Queda mucho por hacer, falta mucho por avanzar, pero están mejorando. Les falta mucho en materia de contratos, títulos de propiedad de la tierra, etc. Es complejo, pero lo asumen como una vulnerabilidad y están trabajando en un programa de institucionalidad muy fuerte.

—El costo de la mano de obra es un diferencial importante…

—Los costos laborales, por la poca dinámica que ha tenido siempre la economía, son bajos. Tanto para un operario como para un gerente. El salario promedio es bajo comparado con Uruguay. Por otro lado, el sindicalismo en Paraguay tiende a cero, y eso le da mayor tranquilidad al empresario en cuanto a eventuales riesgos de conflicto. Se generan oportunidades en el rubro costos laborales, pero serán de corto plazo. En la medida que estén llegando más inversores y haya más demanda, el valor de la mano de obra va a empezar a subir. Y hay otro tema muy delicado allí. Solamente el 20% de la mano de obra está formalizada. Hay una baja afiliación a la seguridad social, existe una necesidad imperiosa de formalizar a los trabajadores, porque los inversores extranjeros no contratan personal en negro. Y si la diferencia de competitividad de una local sobre una extranjera es el no pago de beneficios sociales, no genera valor y es una muy mala señal. Trabajan para regularizarlo, pero es un tema complicado. Vienen de una economía muy primarizada, informal, con baja productividad, y eso lleva tiempo en revertirlo.

—Es un país que mantiene grandes desigualdades…

—Les falta mucho en la distribución de la riqueza. Una cuarta parte de la población es considerada pobre, un 10% son indigentes y en materia de educación tienen mucho por hacer. A diferencia de Uruguay donde el problema mayor está en la educación secundaria, ellos tienen el problema de acceso a la educación primaria, hay mucha gente que no sabe leer ni escribir. Ese es un problema grave, sobre todo en una población muy joven. El 60% de la población es gente por debajo de los 30 años, tienen un bono demográfico que no tenemos nosotros en Uruguay y es algo que tienen que aprovechar generando mano de obra capacitada.

Y donde la calificación de la mano de obra vaya mejorando, que está en ese camino, los empresarios uruguayos van a ver también ese diferencial en sectores en los cuales cuesta encontrar trabajadores en Uruguay, como en el software por ejemplo.

Hay oportunidades en ese país que acá no se están generando.

—¿Es preocupante que las inversiones migren desde Uruguay a Paraguay?

—Sí y no. ¿Es una lástima que se vayan y no inviertan acá?, sí, puede ser ¿Son viables de hacerse acá esas inversiones? No. Creo que hay inversiones que se hacen allá que acá no se pueden hacer, por dos factores importantes. El primero, que hay oportunidades que se están presentando en aquel país que acá hoy no están, y segundo, la competencia que existe en Uruguay hace bajar los precios y los márgenes se licúan. Eso porque Paraguay todavía, en sectores como la construcción, el comercio y los servicios, tiene costos que son mucho menores.

La hectárea ya no sale tan barata. Y los costos para hacerla productiva aumentaron muchísimo. Eso frenó el ingreso de inversores que solo pensaban en precio. Igual hay otros márgenes, se llevó tecnología en materia agropecuaria, donde hay una brecha de oportunidad, y eso dio resultados. En la carne, por ejemplo. Hoy Paraguay coloca casi en los mismos mercados que Uruguay. La única oportunidad que se presentaba hace diez o quince años y pagaba la inestabilidad institucional que aún había en el país era la soja. El margen era alto. Hoy ya no lo es tanto.

Soy un convencido de que a nivel público, pero también a nivel privado, los dos países tienen mucho para complementarse. Paraguay tiene la voluntad de llevar adelante inversiones que en Uruguay hoy no se están haciendo y que el empresario uruguayo las puede hacer. Y el empresario paraguayo sabe que las necesita para hacer crecer su negocio.

Diego Vallarino.

Contador Público y Licenciado en Administración de Empresas en la UdelaR, Doctor en Historia Económica en la misma universidad. Ha hecho consultoría para empresas y organismos internacionales respecto de la economía paraguaya.

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UN MERCADO MUY SIMILAR, CON 10 O 15 AÑOS DE DIFERENCIA EN AVANCE DE LOS NEGOCIOS

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