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El nuevo orden en el sector agroquímico

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Bayer. El negocio de dermatología del gigante alemán podría interesar a otras empresas y a la vez permitiría acelerar la compra de Monsanto. (Foto: AFP)

Andrew Liveris lo admitía el pasado otoño cuando tomaba cuerpo la nueva ola de fusiones en el sector agroquímico, la segunda en dos décadas. "Todos hablamos con todos", comentaba el consejero de Dow Chemical, mientras sus rivales hacían cuentas.

El desplome que hace cuatro años acumula el precio del cereal está forzando la reorganización de un negocio que mueve 100.000 millones de dólares con la venta de semillas y pesticidas. Si las operaciones en marcha prosperan, el 70% del mercado quedará concentrado en tres manos y el resto tendrá que conformarse con las migajas que vayan soltando.

Todo ha sucedido muy rápido en Wall Street. Monsanto fue el primero en mover ficha en mayo del año pasado con una oferta por Syngenta. Aquella operación no prosperó. China National Chemical vio que se le abría una oportunidad y actuó sin esperar más postulándose por el control de la compañía suiza para ganar escala. Lo consiguió. DuPont también se aproximó a Syngenta, pero acabó con Dow Chemical.

Monsanto pasó así en un año de pretendiente a ser objeto de compra, con una Bayer muy empeñada. Tras cuatro meses de negociaciones, el productor de semillas transgénicas acabó tendiendo la mano al grupo alemán y aceptó su oferta para crear el mayor grupo agroquímico del mundo. Y en paralelo, también Potash y Agrium anunciaban la fusión de sus negocios de fertilizantes.

El valor combinado de las operaciones anunciadas este año en la industria agroquímica asciende así a 125.000 millones de dólares, según datos recopilados por Bloomberg; cifra que se suma a los casi 60.000 millones desembolsados en 2015. La de Monsanto es, además, la mayor compra en efectivo hecha hasta la fecha en Wall Street y también las más importante por parte de una compañía alemana, de acuerdo con Dealogic.

La labor de persuasión que hizo desde mayo Bayer refleja con claridad el delicado momento por el que atraviesa el negocio agrícola. La continua caída del precio de cereales como el maíz y de la soja está provocando que los productores busquen ahorros comprando menos semillas, menos fertilizantes y menos productos químicos para la protección de cosechas como herbicidas, pesticidas y fertilizantes. Este efecto en cascada hace que las grandes compañías de la industria agroquímica tengan más complicado pagar sus deudas y eso incentiva las fusiones. De esta manera consiguen, por un lado, reforzar su posición en el mercado y, por otro, crean sinergias. Los inversores activistas también presionaron para que se produjeran estas uniones en busca de una mayor rentabilidad. Las bajas tasas de interés, además, les permiten financiarse más barato.

El Departamento de Agricultura de Estados Unidos anticipa que los beneficios del sector caerán por tercer años consecutivo, al nivel de 2009. El frenesí por forjar estas fusiones, sin embargo, indica que la industria ve un punto de inflexión en el mercado y que necesitan reordenarse para aprovechar el nuevo ciclo.

La población mundial crecerá en unos 3.000 millones de personas hasta 2050. Pero las simulaciones proyectan una reducción del 17% en la tierra cultivable disponible por habitante durante las próximas tres décadas. Para ir al ritmo del incremento demográfico los cultivos deberían crecer cerca de un 5% anual.

La industria agroquímica experimentó durante las últimas dos décadas un enorme proceso de concentración. En 1996 había cerca de 600 compañías independientes dedicadas a la producción de semillas. Los grandes actores aumentaron su poder absorbiendo a los chicos. Eso provocó que dos tercios del negocio quedara en manos de Monsanto, Syngenta, Bayer, DuPont, Dow Chemical y BASF. Ese grupo se reduce ahora a cuatro.

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Bayer. El negocio de dermatología del gigante alemán podría interesar a otras empresas y a la vez permitiría acelerar la compra de Monsanto. (Foto: AFP)

UN NEGOCIO GLOBAL DE 100.000 MILLONES DE DÓLARES

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