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La madre de todas las batallas

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Al 70% de los que no ahorran no llegan a fin de mes. Foto: Archivo El País
CHANCHITA, AHORRO, ALCANCIA, MONEDAS, BILLETES

Como era de prever, el aumento de las tarifas de los servicios públicos hizo ruido político, pero se esperaba porque fue muy mal implementado por el gobierno. La gente sabía que los subsidios a las tarifas de los servicios públicos eran imposibles de mantener.

Una parte importante del gasto público se iba en subsidiar gas, luz y transporte público, para tener tarifas artificialmente bajas. En 2015 se gastó en subsidios a la energía $ 170.276 millones y los subsidios al transporte sumaron $ 56.232 millones.

Si tomamos el período 2006/2015, el kirchnerismo gastó US$ 95.694 millones en subsidios a la energía y US$ 43.202 millones para subsidiar el transporte. Entre 2006 y 2015 el kirchnerismo se gastó la friolera de US$ 138.896 millones de dólares para mantener artificialmente bajas las tarifas de los servicios públicos. Me refiero a gas, luz, colectivos, trenes, subtes, etc. Estos datos explican, en gran medida, el déficit fiscal que heredó el actual gobierno del kirchnerismo. Luego hay que sumar la cantidad de jubilados que incorporó al sistema sin que nunca hubiesen aportado un centavo, la cantidad de empleados públicos a nivel nacional, provincial y municipal y, finalmente, la legión de personas que viven sin trabajar gracias a los diferentes planes "sociales" que son un claro estímulo para no trabajar ni producir.

El gobierno de Macri no se animó a tocar los empleados públicos. Solo redujo el 1,3% del total de los empleados públicos nacionales y no tocó los llamados planes sociales, pero se lanzaron a subir las tarifas de los servicios públicos sin, paralelamente, reducir la carga tributaria, lo cual exigía un importante ahorro en el gasto público. Más precisamente bajar el gasto. Sin embargo hicieron poco y nada en la reducción de carga tributaria y del gasto público y no tuvieron piedad al momento de incrementar las tarifas de los servicios públicos para reducir los subsidios.

Los aumentos de las tarifas de los servicios públicos en forma aislada, sin medidas adicionales que amortigüen el impacto del incremento de la luz, el gas y el transporte público más los aumentos de algunos impuestos provinciales y tasas municipales (en Olivos, donde vivo, el Alumbrado, Barrido y Limpieza aumentó el 49,4% en julio con relación a julio de 2015) generan desencanto entre los votantes de Cambiemos. Por cierto que la gente suele tener mucha paciencia con el nuevo gobierno y parece comprender la herencia recibida, pero tampoco el gobierno puede especular con que esa paciencia va a ser eterna.

Basta con analizar una factura de luz en la provincia de Buenos Aires para advertir que aproximadamente el 52% del importe total que tiene la factura de luz son impuestos. Por eso insistí en que se aumentara la tarifa de luz, de gas, etc. pero que se bajara la carga impositiva que tienen esas boletas. Varios de esos impuestos son un porcentaje del importe consumido en energía, por lo tanto, junto con el tarifazo se produjo un impuestazo porque el porcentaje del impuesto se aplicó sobre el salto en el precio de m3 de gas, etc.

En rigor, el gobierno está haciendo recaer todo el peso del ajuste sobre el sector privado y, en particular, sobre el sector formal de la economía. Mientras siguen esperando que lleguen las inversiones y las exportaciones van mejorando lentamente, la economía transita un proceso recesivo.

Esa recesión puede verse en la recaudación tributaria, que sigue evolucionando débilmente. En junio aumentó el 24% con relación a junio de 2015, unos 20 puntos por debajo de la tasa de inflación.

El IVA DGI, que marca el nivel de actividad interna, creció el 38,2%, unos 6 puntos porcentuales por debajo de la inflación.

Los primeros 6 meses del año muestran un aumento del 29% de la recaudación tributaria, confirmando la caída en términos reales de los ingresos del fisco. El desafío es lograr que el gasto público también crezca en la misma proporción por debajo de la tasa de inflación para evitar que se dispare el déficit fiscal. Por ahora lo vienen logrando, habrá que ver qué ocurre si en el segundo semestre se lanzan con un amplio programa de obras financiadas con deuda pública externa y con los aumentos a los jubilados ya comprometidos más el freno a los aumentos de las tarifas de los servicios. En ese caso, el déficit fiscal puede crecer.

Por el lado del consumo no puede esperarse gran cosa. La trampa del kirchnerismo fue tener tarifas artificialmente bajas. La gente pagaba muy poco por el consumo de energía, transporte, agua potable, gas, etc. Ese dinero que se "ahorraba" lo destinaba a pagar la cuota del televisor nuevo, del celular, etc. Parte de la fiesta de consumo se financió así. Ahora llegó la hora de la verdad y la gente descubre que ya no puede pagar la tarifa de luz y la cuota del celular. La contracción del consumo se siente y el malhumor social crece.

El problema de fondo es que el gobierno sigue negándose a anunciar un plan económico global y se limita a mandar al frente de batalla de a uno a los soldados, con lo cual paga costos políticos altísimos tratando de resolver la herencia k de esa manera. Se sabe que para aliviar el costo del aumento de las tarifas el camino es bajar la presión impositiva al sector privado. Pero esa baja de impuestos requiere de una reducción del gasto que el gobierno se niega a bajar.

La madre de todas las batallas sigue estando en el gasto público. El gobierno quiere esquivar esa batalla, pero la realidad lo obligará, más tarde o más temprano, a enfrentarla.

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Al 70% de los que no ahorran no llegan a fin de mes. Foto: Archivo El País

ROBERTO CACHANOSKY

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