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Inclusión y pagos minoristas (II)

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El Estado dejó de recaudar por la rebaja del IVA unos U$S 100: anuales. Foto: F. Ponzetto

En nuestra nota anterior repasamos la situación del mercado de pagos minoristas. Tras analizar la evolución de algunos indicadores mostramos que si bien se observa un aumento sustancial del uso de la tarjeta de débito para pagar, un uso generalizado e intensivo del efectivo sigue caracterizando el mercado de pagos minoristas en el país.

Sin embargo, es probable que los cambios se generalicen e intensifiquen, lo que motivará un uso creciente de los plásticos y posterior caída paulatina en el uso del efectivo. En esta oportunidad profundizaremos en el análisis de las tarjetas de crédito como medio de pago.

Tarjetas de crédito.

El mayor uso de la tarjeta de débito pone en duda si la tarjeta de crédito continuará mostrando aumentos en su utilización o si, por el contrario, habrá cierta declinación en los próximos años. Cabe recordar que las tarjetas de crédito, paradójicamente, han sido tradicionalmente utilizadas (al menos por una amplia mayoría de los consumidores) como medio de pago diferido y no tanto como medio de financiación de los saldos (dado que, hasta no hace mucho tiempo, la amplia mayoría de las tarjetas de débito no podían utilizarse para comprar). Un hecho a destacar es que el crecimiento de las tarjetas de débito para pagar no ha llevado a un estancamiento de la cantidad total de tarjetas de crédito. En efecto, al comparar los segundos semestres de 2014 y 2016, se observa un aumento de 353 mil tarjetas de débito (que superaron los 2,4 millones) y de 281 mil tarjetas de crédito (que superaron los 3 millones). Así, los consumidores mantienen interés en las tarjetas de crédito, algo que indica que continúan valorando sus principales atributos como el pago diferido, la posibilidad de financiación en cuotas, la alternativa de financiar el saldo al vencimiento y la mayor facilidad para el uso internacional.

Sin embargo, el aumento de la cantidad de tarjetas no ha sido parejo según el tipo de institución emisora. En efecto, se viene observando un estancamiento o leve caída de la cantidad de tarjetas de crédito emitidas por entidades financieras no bancarias (EFNB), mientras que las bancarias continuaron en ascenso. Por un lado, es posible que este resultado esté asociado a factores coyunturales que se revertirán. Así, es probable que las EFNB hayan aplicado políticas comerciales más restrictivas a partir de la desaceleración de la actividad económica y el leve aumento de la morosidad del año pasado. Por otro lado, también pueden estar operando factores de tipo más estructural. En esta línea, es posible que clientes que habitualmente atendían las EFNB hayan pasado a operar con bancos, como consecuencia de la apertura de cuentas para sueldos, favoreciendo la venta cruzada de otros productos que permitan rentabilizar esos segmentos.

Otro hecho significativo es que la cantidad de tarjetas de crédito aumentó sustancialmente más que los tarjetahabientes de crédito (aquellas personas que tienen al menos una tarjeta, que son 1,2 millones). La cantidad de tarjetahabientes de crédito aumentó en 68 mil entre 2014 y 2016, cuando la cantidad de tarjetas de crédito, como dijimos, lo hizo en 281 mil. Esto significa que buena parte de las nuevas tarjetas de crédito emitidas fueron para personas que ya poseían una. Este dato no es un buen indicador respecto al objetivo de mayor inclusión financiera, dado que es mucho más alta la proporción de tarjetahabientes en los segmentos socioeconómicos medio altos y altos. Sin embargo, en contrapartida, la cantidad de tarjetas de débito, como dijimos, se mostró más dinámica, indicando que la cantidad de cuentas (aunque no necesariamente la cantidad de personas con cuenta) crece a un ritmo mayor (un dato positivo a los efectos de la inclusión).

En lo que refiere a las operaciones de compras, en el segundo semestre de 2014 se habían realizado movimientos por US$ 282 millones mensuales con tarjetas de crédito, mientras que para el segundo semestre del año pasado se ubicaron en US$ 304 millones mensuales (versus US$ 210 millones con débito). Medidas en pesos nominales, aumentaron 31% en dos años (pero aun así, crecieron mucho menos que las compras con débito). En el caso de los movimientos nominados en moneda extranjera, las compras con tarjetas de crédito locales continúan siendo sustancialmente mayores a las realizadas con débito (las primeras promediaron US$ 39 millones mensuales, mientras que para las segundas fueron de US$ 10 millones en el segundo semestre de 2016). Esto se explica, entre otros, a partir de la mayor conveniencia de realizar compras de bienes durables con tarjetas de crédito.

Comentarios finales.

El uso de la tarjeta de crédito para pagar viene perdiendo terreno relativo ante otros mecanismos como las tarjetas de débito, transferencias bancarias y débitos automáticos. Así, es probable que una vez que las tarjetas de débito estén suficientemente extendidas en la población, sustituyan porciones crecientes de las compras que antes hacían con crédito. Si este fuera el caso, cabe esperar que en los próximos años las compras con débito en pesos superen a las realizadas con crédito, al tiempo que las compras en dólares mantengan a la tarjeta de crédito como principal mecanismo de pago. Es probable que las tarjetas de crédito continúen estando en las billeteras de los consumidores, pero también que una proporción creciente de éstos hagan un uso más específico de estos plásticos, descendiendo así la proporción entre quienes hacen un uso generalizado de este instrumento para pagar. De esta forma, nuestro país acompañará la tendencia internacional que muestra tenencia y uso creciente de múltiples medios de pago por parte de los consumidores.

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El Estado dejó de recaudar por la rebaja del IVA unos U$S 100: anuales. Foto: F. Ponzetto

ALEJANDRO CAVALLO

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